Dramaturgia Española Pre-Guerra Civil: Innovación y Tradición con Benavente, Valle-Inclán y Lorca
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El Teatro Español Anterior a la Guerra Civil: Benavente, Valle-Inclán y Lorca
El teatro del primer tercio del siglo se reparte en dos frentes bien diferenciados: el teatro que triunfa y el teatro innovador que, salvo excepciones, quedará relegado a la "lectura" minoritaria.
El Teatro que Triunfa: Jacinto Benavente
Dentro del teatro que triunfa destaca Jacinto Benavente, cuyas obras se caracterizan por el conservadurismo estético e ideológico. Criticó las hipocresías y convencionalismos burgueses, pero sin traspasar lo admisible. Sus obras responden a lo que para él debía ser el teatro: un instrumento de ilusión y evasión. Destacan sus diálogos, siempre naturales y fluidos.
Obras Destacadas de Benavente
Entre sus obras teatrales destacan Los intereses creados, Señora Ama y La malquerida. La primera es una obra inspirada en los personajes de la commedia dell'arte, y contrapone materialismo y espiritualismo en tono de farsa. Las otras dos siguen el modelo del drama rural.
El Teatro Innovador: Generación del 98 y del 27
En el teatro innovador, hay dos momentos que se diferencian por la actitud de sus protagonistas: la Generación del 98, cuyos autores no hicieron nada por conseguir el favor del público, y la Generación del 27, cuyos integrantes intentaron llevar el teatro a las masas populares para formar así un nuevo público.
Ramón María del Valle-Inclán y el Teatro del 98
Entre los autores del 98 destaca Ramón María del Valle-Inclán, quien creó un teatro tan nuevo para su época que permaneció alejado de los escenarios hasta más de 40 años después de haberse escrito. El teatro de Valle-Inclán se divide en tres ciclos:
- El ciclo mítico, que muestra un mundo elemental, de pasiones violentas y desatadas, donde imperan las leyes de la herencia y de la degeneración, del vicio y de la superstición.
- El ciclo de la farsa, donde lo grotesco se presenta unido a lo poético, refinado y hasta cursi.
- El ciclo esperpéntico, su máximo logro. Valle-Inclán utiliza el término "esperpento" por primera vez, en el sentido literario que hoy tiene, como calificativo de Luces de bohemia.
El Esperpento de Valle-Inclán
Valle-Inclán refiere que el esperpento, tal como él lo ve, tiene sus precedentes en la literatura de Quevedo y en la pintura de Goya. Por tanto, más que un estilo o una técnica teatral, el esperpento es una forma de crear que tiene las siguientes características:
- Constante deformación de la realidad mediante un estilo hiperbólico, cuyos rasgos más sobresalientes son la degradación de ambientes y personajes.
- La utilización de mitos literarios clásicos, parodiados o deformados;
- La presencia de la muerte como personaje fundamental;
- La utilización de lo grotesco como forma de expresión;
- El abuso de los contrastes violentos;
- El uso narrativo e impresionista de las acotaciones escénicas;
- Y la utilización de un código doble.
La obra más destacada de este ciclo, Luces de bohemia, en la que hay un aire de protesta contra toda una sociedad y una crítica colectiva.
Federico García Lorca y el Teatro del 27
Dentro de la Generación del 27 destaca la obra teatral de Federico García Lorca, una de las cumbres de la dramática española moderna. Se ha establecido como idea central de todas sus obras el amor imposible o frustrado, el conflicto entre el deseo y la realidad y el enfrentamiento entre el principio de autoridad y libertad. Los personajes femeninos ocupan el centro de la dramaturgia de Lorca, ya que pueden encarnar más dramáticamente esa ansia de libertad y realización.
Etapas y Obras de Lorca
Sus primeras obras están emparentadas con el romanticismo y el simbolismo; las siguientes forman un conjunto de cuatro farsas, dos para guiñol y dos para personas.
Durante los años 30, su deseo de experimentación dramática lo llevó por dos caminos distintos: el teatro vanguardista próximo al surrealismo y el teatro realista.
Bodas de sangre y Yerma son dos tragedias de sabor clásico, en las que Lorca mezcla la prosa y el verso, maneja elementos simbólicos y emplea diversos recursos para alcanzar una gran intensidad dramática.
En su tercera tragedia, La casa de Bernarda Alba, desaparecen los elementos líricos y domina plenamente una prosa casi descarnada, pero también poética en un nuevo sentido, plena de patetismo y acento popular. En esta obra se dan cita los temas habituales lorquianos: la libertad frente a la autoridad, las pulsiones eróticas y los instintos naturales enfrentados a las normas sociales y morales, la frustración vital, la condición sometida de la mujer, la crítica social... Pero es, sobre todo, una reflexión sobre el poder en la vida privada. En este sentido, es precisamente una mujer, Bernarda, quien de modo viril asume e impone por la fuerza un código de conducta represivo a sus hijas, las cuales, con excepción de la menor, aceptan estas reglas que su madre ha recibido de la tradición heredada y que ellas están resignadas a perpetuar.