Doríforo y Augusto de Prima Porta: Del Ideal Griego al Poder Romano

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Comparativa: Doríforo de Policleto y Augusto de Prima Porta

El Doríforo de Policleto (c. 450-440 a. C.)

El Doríforo es una escultura atribuida a Policleto de Argos, uno de los escultores más influyentes de la Grecia clásica, realizada hacia el 450-440 a. C., dentro del período clásico temprano. Su original en bronce, hoy desaparecido, fue replicado en múltiples copias romanas en mármol, siendo la más destacada la que se conserva en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles.

La obra pertenece al Estilo Severo y constituye la materialización del canon de proporciones formulado por el propio Policleto, plasmado también en un tratado teórico perdido (Canon), según el cual la altura total de la figura debe ser igual a la de su cabeza multiplicada por siete. El Doríforo es una escultura figurativa, naturalista y de bulto redondo, concebida para una visión integral desde todos los ángulos.

Representa a un joven atleta desnudo de pie, en actitud de marcha, probablemente Aquiles. Destaca la perfecta alternancia de partes del cuerpo tensas y en reposo, conocida en arte con el término italiano de contrapposto. Su cuerpo refleja el equilibrio entre la pierna de apoyo (derecha) y la pierna libre (izquierda), que se retrasa y flexiona, estableciendo un eje de tensión. El brazo izquierdo está ligeramente flexionado, en actitud de sostener una lanza, mientras que el brazo derecho descansa relajadamente. La cabeza se inclina levemente hacia la izquierda. Por último, hay que destacar su expresión serena, que corresponde a la visión idealizada del héroe clásico.

Augusto de Prima Porta (c. 20 a. C.)

Se trata de una copia en mármol del año 14 d. C. de un original de bronce del año 20 a. C. que no se ha conservado. De autor desconocido, la copia fue encargada por su viuda, Livia, para la villa de Prima Porta en las afueras de Roma. Originalmente, estaba policromada en oro, púrpura y azul.

Es una escultura de bulto redondo que representa al emperador de cuerpo entero, de pie y en actitud de arengar al ejército (allocutio), con la coraza y el pilum (lanza), los símbolos de su rango. El volumen de la figura se despliega y tiende a conquistar el espacio circundante con el brazo derecho, implicando al espectador. Estaba concebida para ser observada desde un punto de vista frontal, por lo que el dorso no está acabado.

La finalidad de propaganda y exaltación personal de la figura de Augusto es característica de todo el arte romano. La influencia del clasicismo griego en la época de Augusto explica la visión idealizada del emperador. Las proporciones anatómicas responden al canon griego de Policleto, cuyo Doríforo sirvió de modelo para la ejecución del cuerpo. El contrapposto de Policleto queda en parte encubierto por la armadura y el manto. Además, el hombro derecho se alza por la posición del brazo, alterando el equilibrio interno que había caracterizado al Doríforo.

La expresión del rostro refleja las cualidades ideales que deben adornar al emperador: serenidad, autocontrol y autoridad; sin renunciar del todo a su caracterización individual, con lo que se logra una síntesis entre el idealismo griego y el realismo romano. La cabeza de Augusto es un auténtico retrato; sin embargo, el cuerpo es completamente idealizado. Aparece el emperador con el gesto de arengar a las tropas con el brazo levantado, vestido de general, pero con los pies descalzos, lo que simboliza su carácter divino (no pisa suelo humano). La postura equilibrada con una pierna ligeramente flexionada repite el modelo del Doríforo. Es una síntesis entre el retrato militar y el divinizado.

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