Don Quijote resumen corto
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Miguel DE Cervantes
Miguel de Cervantes nacíó en 1547 en Alcalá de Henares y murió en Madrid el 23 de Abril de 1616. Cervantes escribíó poesía, teatro y narrativa. Solo publicó una obra en verso, El viaje del Parnaso (1614) y en cambio, escribíó numerosas obras teatrales. Son muy interesantes sus entremeses, piezas de teatro breve entre las que destacan algunos títulos como El retablo de las maravillas, El viejo celoso o El rufián viudo. Pero es en el campo de la novela donde la figura de Cervantes descuella especialmente. Su tarea como narrador le llevó a experimentar con la mayor parte de los modelos narrativos previos y, por ello, será un autor clave en la renovación de los géneros literarios que se dará en el Barroco. Así, casi todas las fórmulas narrativas del Siglo XVI son ensayadas por Cervantes: La Galatea (1585) es un libro pastoril;
El Quijote (1605-1615) es, a su modo, un libro de caballerías y el molde de los diálogos renacentistas, los relatos de tema morisco, las narraciones pastoriles y las sentimentales están presentes en muchos momentos de la obra; las Novelas ejemplares (1613) parten del molde de las novelas cortas italianas, pero también se utilizan en ellas elementos de las novelas pastoriles, picarescas, bizantinas...; Los trabajos de Persiles y Sigismunda (1617, póstumo) es una novela de aventura o bizantina.
1.- Novelas ejemplares
Si no hubiera escrito El Quijote, es muy posible que Cervantes hubiera pasado a la historia literario como el autor de las Novelas ejemplares. En su prólogo dice Cervantes que con ellas es “el primero que ha novelado en lengua castellana”. Esto es cierto si entendemos novela en el sentido de relato corto, que es el que tiene el vocablo en italiano, pues Cervantes es el primero que compone estos relatos al modo italiano con argumentos originales. El adjetivo ejemplares del título expresa su conexión con el género de los exempla medievales: se trata de presentar un ejemplo del que extraer una lección o moraleja. No obstante, no en todas estas novelitas es evidente esta ejemplaridad moral. Probablemente, Cervantes no separa en su idea de ejemplaridad lo ético y lo estético: los relatos también serían ejemplos o modelos de creación literaria. Y, en efecto, la variedad es un rasgo de este conjunto de doce narraciones. Suele agrupárselas en dos conjuntos: en unas dominaría el tratamiento realista de personajes y ambientes (, en tanto que otras se caracterizarían por un tono idealista. La ilustre fregona combina rasgos de ambos grupos.
2.- El Quijote
2.1.- Composición y estructura
El Quijote es la obra maestra de Cervantes. Consta de dos partes. La primera se publicó en 1605 y la segunda en 1615. Estas dos partes son bastante diferentes: la primera es más espontánea y contiene diversidad de elementos; la segunda, sin embargo, está mucho más pensada y responde a un plan bien trazado. No obstante, ambas muestran cierto paralelismo estructural. Tras unos capítulos iniciales introductorios, al protagonista le suceden ininterrumpidamente una serie de aventuras. Hacia la mitad de ambas partes, el continuo deambular del protagonista se detiene, en la venta en la primera parte y en casa de los duques en la segunda, en donde suceden hechos muy diversos, todos con un marcado cariz literario. El final de las dos partes también es simétrico: desengañado y derrotado, Don Quijote regresa a casa. Antes del desenlace, la segunda parte contiene un conjunto de capítulos, sin paralelo en la primera, en los que Cervantes responde a la publicación de El Quijote de Avellaneda.
2.2.- Personajes
Dos son los personajes centrales de la gran novela cervantina: Don Quijote y Sancho
Panza. Don Quijote es un modesto hidalgo de un pueblo manchego, Alonso Quijano, que, loco debido a la lectura de libros de caballerías, decide convertirse él mismo en caballero andante. Su extraña y anacrónica figura en la España de comienzos del Siglo XVII hace de él un personaje profundamente cómico. Sin embargo, el diseño de su figura es muy complejo: fuera de su peculiar locura caballeresca, muestra buen juicio y expone atinadas opiniones sobre muy diversos asuntos. Rasgo esencial de su carácter es su pertinaz defensa de sus ideas, lo que hace que continuamente sea vapuleado por la realidad. Sancho Panza es el escudero que en los libros de caballerías acompañaba al protagonista. No obstante, en su elaboración Cervantes sintetiza, además, muchas carácterísticas de tipos folclóricos y literarios muy próximos, como el loco, el simple, el bufón, el rústico, el bobo, el enano, el gracioso, el pícaro o el criado. Pero Sancho también es un personaje más complejo, pues, a partir de un modelo literario folclórico previo, crece y sobrepasa su original función cómica, al encarnarse en él la sátira de los libros de caballerías y ser, en ocasiones, portavoz de críticas varias. Carácterística de los dos protagonistas sería la transferencia de rasgos del uno al otro. Y, por ello, se ha hablado de la “quijotización” de Sancho y de la “sanchificación” de Don Quijote.
2.3.- Intención y sentido
El propósito explícito de El Quijote es, sin duda, la parodia burlesca de los libros de caballerías. De hecho, como libro casi exclusivamente cómico fue leído durante los siglos XVII y XVIII. Sin embargo, desde el Romanticismo hasta hoy los lectores de la novela tienden a apreciar en el protagonista su ansia de libertad, su valor, su fe en la justicia o su amor absoluto hacia Dulcinea. La novela sería entonces una defensa del ideal en un mundo en el que los grandes ideales han perdido su sentido. Pero Cervantes es un hijo de su tiempo y, en absoluto, puede proponer una interpretación ROMántica del mundo, lo que no quiere decir que no pueda postular la defensa de ciertos ideales: los del mundo renacentista. Por otra parte, El Quijote es un retrato de la sociedad de la época. Cervantes, a la vez que parodia las ilusiones caballerescas y pastoriles, ofrece el inicio del declive del poder político de España a través de un hidalgo que trata de cambiar su vida triste y mediocre por otra que considera más perfecta, pero propia de un esplendor pasado. Y es también una obra de crítica y de teoría literaria, pues los personajes hablan de literatura y aportan valoraciones sobre autores, obras y géneros de la literatura de su tiempo.
2.4.- Lenguaje y técnicas estilísticas
El habla de El Quijote es un resumen de la variedad de registros que existían en el Renacimiento. Cervantes sigue la norma clásica de “escribo como hablo” y, a la vez, parodia el estilo pretenciosamente culto y arcaizante de los libros de caballerías y armoniza distintos lenguajes: combina el estilo elevado con el habla cotidiana, o los razonamientos eruditos con el uso de refranes y dichos del saber popular. En cuanto al desarrollo narrativo, Cervantes parte del artificio del manuscrito encontrado, un truco que le permite el empleo de sucesivos narradores . Además, emplea técnicas novedosas, que hacen de El Quijote la primera novela moderna: • El contrapunto o movimiento simultáneo de dos acciones que, sin tener relación, se desarrollan a la vez. • El perspectivismo, con interferencia de puntos de vista de varios personajes que, sobre una misma realidad, ofrecen diferentes impresiones. • La metanarración o metanovela, que muestra, dentro del relato de una historia, las dificultades que su elaboración ha planteado. • La intertextualidad, que, mediante la comparación con otros textos literarios, facilita la parodia, la crítica literaria o el análisis de la obra dentro de la obra misma.
EL Barroco (I)
1.- Cultura y pensamiento barrocos
El Siglo XVII es un siglo extraordinariamente turbulento en toda Europa. Se producen hondas perturbaciones que afectan profundamente a la vida cotidiana de las gentes. Guerras, tensiones entre la nobleza y la burguésía, revueltas campesinas, enfrentamientos religiosos, enfermedades, malas cosechas, hambre, calamidades diversas recorren Europa, razones por las que se ha considerado este siglo como la centuria de la crisis. El Barroco es el periodo que sigue al Renacimiento y que se desarrolla en España y Europa desde finales del Siglo XVI hasta las primeras décadas del Siglo XVII. Sin embargo, su época de mayor esplendor se concentra en el XVII. Por otra parte, el Barroco no es solo una etapa histórica sino un movimiento que comenzó en las artes plásticas y, posteriormente, se extendíó a las demás manifestaciones culturales, entre ellas, la literatura. Frente a la exaltación vital del Renacimiento, en el Barroco se produce una progresiva desvalorización de lo terreno y se vuelve a insistir en ideas medievales como la brevedad de la vida y la caducidad de las cosas. La convicción de la fugacidad de lo terreno está en la base de la idea barroca por excelencia: la del desengaño. Frente al idealismo y al optimismo renacentistas, domina ahora una concepción negativa del mundo, que aparece como caos, desorden o confusión. A las ilusiones renacentistas han seguido la frustración y el desencanto. La vida está ahora presidida por la idea de la muerte: vivir es solo un breve tránsito entre “la cuna y la sepultura”. El tiempo lo destruye todo y, por tanto, todo es vanidad. La realidad es solo ilusión y apariencia: “la vida es sueño”, el mundo es un “gran teatro”. Y, como hay que vivir en ese teatro, la persona barroca es un ser esencialmente desconfiado. Ahora bien, el pesimismo Barroco puede manifestarse de muy diversas formas: mediante la angustia existencial, mediante la protesta o la sátira, mendiante una actitud estoica, mediante la evasión o la diversión. La estética barroca, con origen en el Renacimiento, exagera y retuerce la forma. En literatura, el lenguaje sencillo y la estructura armónica y equilibrada del Renacimiento se ven quebrados por el uso extraordinario de expresiones brillantes, ideas ingeniosas o agudezas conceptistas. Frente a la serenidad del Renacimiento, el dinamismo y el movimiento estarán presentes en los textos a través de la abundancia de imágenes o la oposición de contrarios.
2.- La lírica barroca La poesía del Siglo XVII alcanzó unas cimas difícilmente igualadas en la historia de nuestras letras, gracias a la labor de grandes personalidades literarias, como Luis de Góngora (1561-1627), Francisco de Quevedo (1580-1645), Lope de Vega (1562-1635) o Sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695).
2.1.- Tendencias estilísticas
Aunque entre la poesía renacentista y la barroca pueden advertirse significativas diferencias, no hay, sin embargo, ruptura alguna entre ambas líricas, sino que, desde la segunda mitad del Siglo XVI se van desarrollando unas tendencias que terminarán por desembocar en las diversas manifestaciones carácterísticas de la poesía del XVII. La principal tendencia estilística del Barroco español es el conceptismo. El conceptismo se basa en las asociaciones ingeniosas de palabras o ideas. Se tiende a un lenguaje conciso, lleno de contenido. Para ello se juega con los significados de las palabras y con sus relaciones más insospechadas. Los recursos formales más utilizados son la antítesis, la paradoja, las hipérboles, los equívocos y disemias. El culteranismo o gongorismo es otra de las tendencias estéticas dominantes. Esta tendencia considera, ante todo, la belleza formal. Se utiliza un estilo esplendoroso que busca llamar la atención sobre la lengua. Para ello se emplean numerosos recursos retóricos: metáforas, sinécdoques y metonimias, imágenes brillantes o recursos que buscan la musicalidad del verso como aliteraciones. La sintaxis se complica con hipérbatos, encabalgamientos, plurimembraciones y correlaciones. Abunda el léxico sensorial y suntuoso. Culteranismo y conceptismo no son estrictamente movimientos opuestos, sino que forman parte de una sensibilidad estética general que persigue la originalidad y la admiración del lector mediante el ingenio, de tal modo que, en ambas corrientes, acaba por romperse el equilibrio clásico entre forma y contenido postulado por la estética renacentista.
2.2.- Temas y tópicos de la lírica barroca
La poesía culta se mostró fiel a la herencia poética del petrarquismo italianizante, código asentado sobre cuatro motivos fundamentales: el amor, el tópico del carpe diem, la naturaleza y la mitología. Ahora bien, la recreación de los mismos en la poesía amorosa nos ofrece una gran variedad de perspectivas: la naturaleza contradictoria del amor o sus efectos perniciosos desde una actitud desengañada; los estragos que el poder destructor del tiempo ocasiona en la juventud; la preferencia por una naturaleza artificiosa; el tópico del menosprecio de corte y alabanza de aldea o el complejo uso de los motivos mitológicos. La poesía ascético-moral recalca los temas de la fugacidad de la vida y el poder destructor del tiempo. Y para ilustrar esa conciencia de caducidad se recurre a una serie de imágenes poéticas de gran vigor expresivo, como la rosa, símbolo de los efímero de la belleza femenina y los placeres terrenales; y las ruinas, ejemplo de cómo hasta las grandes civilizaciones sucumben ante la acción implacable del tiempo. Otras imágenes son el reloj de arena, la calavera y las estaciones del año. La poesía metafísica, que vemos sobre todo en Quevedo, se articula fundamentalmente en torno a la conciencia de la muerte. La muerte invade todas las facetas de la vida y de ahí nace la angustia. En esta concepción dinámica de la existencia, el poeta percibe la vida como un movimiento continuo y violento hacia la muerte. El tópico del Memento morí (Recuerda que has de morir) recuerda al ser humano su naturaleza mortal y, por tanto, insta a evitar la soberbia que le lleva a creerse superior por su riqueza o su fama. Se utiliza para mover a la reflexión sobre la condición humana