El Dolor: Físico y Espiritual
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El Dolor
Introducción al Dolor
Todos hemos tenido alguna vez experiencia del dolor. Ya sea un dolor de muelas ya sea el dolor por la pérdida de alguien, nadie puede evitar padecerlo en su vida. En todos los casos hablamos de dolor si existe sufrimiento, hay algo que distingue las distintas experiencias del dolor:
El Dolor Físico
Cuando hablamos, por ejemplo, de dolor de muelas, nos referimos a una sensación determinada, caracterizada por su naturaleza desagradable. Este tipo de dolor, al que llamaremos dolor físico, incluye las más variadas sensaciones (en intensidad, duración, cualidad...), pero todas ellas tienen un destacado componente físico. Cuando hablamos, por ejemplo, de dolor por la pérdida de alguien, no nos referimos a una sensación de este tipo, sino a una experiencia de tipo espiritual o moral. Y, aunque este tipo de sufrimiento puede ir acompañado de sensaciones físicas como sudor, temblor, náusea, debilidad... no se puede identificar con ellos.
El Dolor Espiritual o Vital
El dolor espiritual o vital es una experiencia de aflicción o angustia que puede estar producida por innumerables causas:
- Pérdida de alguien (por separación, abandono, muerte, indiferencia...)
- Insuficiencias afectivas (falta de amor o amistad...)
- Insuficiencias materiales (ausencia de bienestar económico, social, laboral...)
- Problemas de salud (enfermedades, discapacidades...)
- Insatisfacción con uno mismo (infravaloración de la propia persona, no consecución de los propios deseos, no aceptación de uno mismo...).
En todos estos casos, se producen estados de desánimo o sufrimiento, que denominamos de varias maneras: depresión, tristeza, melancolía, angustia, ansiedad... En este apartado vamos a agruparlos bajo la etiqueta de dolor vital.
El Dolor como Efecto de la Finitud Humana
Este dolor se considera, a veces, efecto de la finitud humana y otras, en cambio, como la causa de esta. Por una parte, se puede considerar efecto, puesto que, a menudo, es consecuencia de las limitaciones que nos impone la vida. Como ya hemos dicho, se da como reacción natural a acontecimientos desgraciados: padecer una enfermedad, ser traicionados por un amigo, ser abandonados por un ser querido.
El Dolor como Rasgo Inherente a la Vida
Pero también se puede considerar de manera inversa. Cuando no hay una causa aparente que justifique este dolor intenso, podemos pensar que es natural o inherente a la vida misma.
Pensadores y el Dolor Espiritual
Pensadores para los que el dolor espiritual no es una simple reacción ante las desgracias que nos ocurren en la vida, sino un rasgo inherente a nuestra existencia. Para algunos de ellos, la vida es un valle de lágrimas en el que es inútil rebelarse contra el dolor y el sufrimiento. A esta vida venimos a sufrir, por lo que es propio de nuestra condición finita. Esta concepción de la vida como sufrimiento se da, aunque a veces anecdóticamente, en toda nuestra historia del pensamiento. A pesar de que la concepción de la vida como dolor pueda parecer pesimista y derrotista, paradójicamente es la que suele aportar, al mismo tiempo, una reivindicación de la esperanza como forma de superación de este dolor. La esperanza como confianza en un futuro mejor sólo tiene sentido desde el dolor y el sufrimiento. Para el que sufre, la esperanza es un consuelo; para el que está satisfecho con la vida, la esperanza no es nada, no tiene ningún sentido.