Doctrina Social de la Iglesia: Economía, Trabajo y Empresa

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ECONOMÍA

La Economía es una ciencia social que estudia los procesos de producción, intercambio y consumo de bienes y servicios para satisfacer las necesidades humanas. Las teorías económicas explican la adopción por las personas de planes de acción y qué ocurre cuando las personas los llevan a la práctica. Tras toda teoría económica subyace una visión sobre la persona y sobre la sociedad (subyace una antropología).

La Iglesia no propone programas políticos o económicos, ni manifiesta preferencias por unos o por otros con tal de que la dignidad del hombre sea respetada y promovida y que la Iglesia goce del espacio necesario para ejercer su ministerio en el mundo.

Resumiendo, tras toda construcción económica subyace:

  • Una interpretación sobre la persona.
  • Una interpretación sobre la sociedad.
  • Una teoría del conocimiento sobre la sociedad y sobre las relaciones estudiadas.
  • Un conjunto de relaciones que constituyen un cuadro más o menos capaz de explicar los comportamientos económicos.
  • “Es bueno que las personas se den cuenta de que comprar es siempre un acto moral” (Caritas in Veritate 66, Benedicto XVI)

LA PROPIEDAD

El sentido de la propiedad está muy fuertemente implantado en la naturaleza humana, por tanto, ha sido estudiada desde antiguo. Platón proponía un régimen comunista para las clases superiores. Aristóteles defendía la propiedad privada. En el derecho romano clásico la propiedad no tiene limitaciones, se entiende en un sentido absoluto.

La propiedad dentro del pensamiento cristiano es un derecho primario, pero no es una facultad absoluta. La propiedad está subordinada en primer lugar al bien común y en segundo lugar al principio del destino superior de los bienes que implica que todos los bienes de la tierra están destinados a todos los hombres.

Por lo tanto:

  • La propiedad tiene una función social. Un límite de la propiedad es su función social, no es un derecho absoluto. La expropiación exigirá un justo pago.
  • La propiedad contribuye a la expresión plena de la persona. Aspecto personalizador.
  • La propiedad tiene un aspecto moral, entendida de modo sobrio, contribuye a una vida vivida rectamente (saber utilizarla para el bien común).
  • Compartir los bienes superfluos (que nos sobran) es deber de justicia no de caridad (doy la ropa que me sobra). Compartir de lo necesario es caridad (espero a comprar un ordenador nuevo para socorrer una necesidad que conozco en ese momento)

Dentro del Magisterio de la Iglesia se habla de la titularidad de los bienes: bienes públicos y privados, Pío XI: suprimiendo el carácter público de la propiedad se corre el peligro de caer en el individualismo, pero rechazando el carácter privado de la misma se va necesariamente a caer en los errores del colectivismo.

San Juan Pablo II, en su encíclica sobre el trabajo, dirá que es inaceptable la postura del capitalismo, que defiende el derecho exclusivo a la propiedad privada de los medios de producción. Debe ser corregido con vistas a los derechos del trabajo, pero las reformas necesarias no pueden llevarse a cabo mediante la eliminación de la propiedad privada de los medios de producción. Cuando los medios de producción quedan sometidos de modo directo al control de unos pocos, este grupo dirigente puede reivindicar para sí el monopolio de la administración y de los medios de producción, aunque no tenga su propiedad.

EMPRESA Y EMPRESARIO

Empresa es la organización de capital y trabajo para la obtención de un beneficio. La DSI hace hincapié en su carácter de comunidad de personas. En la Rerum Novarum, León XIII describe la situación del capital y el trabajo, capital en manos de unos pocos y escasez de trabajo que afecta a una multitud de proletarios. Sin embargo, “el mal de la cuestión social está en suponer que una clase social es enemiga de la otra, dichas clases han de concordar armónicamente, ambas se necesitan, ni el capital puede subsistir sin el trabajo, ni el trabajo sin el capital.” El enfrentamiento entre clases sociales es propio del pensamiento marxista.

Juan XXIII, en esta época (años 60) considera que en ese momento el bien común exige que la autoridad pública tenga una serie creciente de funciones, pero se ha de mantener el principio de subsidiariedad, de modo que la empresa y propiedad privada se mantengan.

San Juan Pablo II: lo dicho sobre la propiedad privada o pública de los medios de producción afecta a la organización empresarial. No puede ser toda la actividad empresarial privada, ni toda pública.

La DSI, cuando habla de empresa y empresario, hace hincapié en su carácter de comunidad de personas. Como comunidad de personas posee un esencial carácter orgánico de leal colaboración mutua. Su objetivo es la satisfacción de necesidades de quienes la forman y que está al servicio de la sociedad a través de lo que produce o de los servicios que proporciona.

TRABAJO

En la Laborem Exercens de San Juan Pablo II se dice que la prioridad del trabajo respecto al capital es un postulado moral social. En la doctrina social de la Iglesia cuando se habla del trabajo se distinguen dos aspectos: el aspecto subjetivo (es una persona la que lo realiza, en ese sentido todos los trabajos tienen la misma dignidad) y el objetivo (es el trabajo en sí). En todo trabajo hay una dimensión espiritual.

En cuanto a la remuneración del trabajo es el problema clave de la ética social. Ha de ser justa. En época de León XIII se decía que el salario tenía que ser suficiente para sostenerse. El hombre participa en el trabajo, su cuerpo y su espíritu. Independientemente de que sea un trabajo corporal o intelectual. Al hombre entero se dirige el mensaje evangélico, donde encontramos muchos contenidos dedicados al trabajo humano. Hace falta el esfuerzo del espíritu guiado por la fe para dar al trabajo aquel significado que el trabajo tiene ante los ojos de Dios, mediante el cual entra en la obra de la salvación. La Iglesia ve como deber suyo la formación de una espiritualidad del trabajo que ayude a todos los hombres a acercarse a través de él a Dios.

El texto siguiente de Eugenio D’Ors nos muestra dónde se encuentra la dignidad del trabajo:

En particular, el autor menciona a un hombre que ejerce la profesión de caricaturista en un periódico ilustrado. Aunque este hombre es honesto, trabajador y cumplidor en su labor, expresa disgusto por su oficio y anhela ser pintor. D’Ors critica esta actitud, señalando que la faena se vuelve vil y despreciada cuando no se le brinda amor, cuidado de perfección y armonía. Destaca la importancia de infundir el espíritu en la actividad cotidiana, ya sea dibujar caricaturas, trabajar la madera, limpiar plazas o realizar cualquier tarea.

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