La doctrina social cristiana se encuentra junto a la historia de liberación del pueblo de Dios en los primeros libros de
la Biblia, en los profetas, en los salmos y en los evangelios y en las cartas apostólicas.Jesús proclama una esencial igualdad en dignidad entre todos los seres humanos, hombres y mujeres, cualquiera que sea su etnia, nació o raza, pertenencia política o condición social.En el mensaje de Jesús se encuentra la concepción de la persona como un ser social que debe de relacionarse con los demás en base a criterios de solidaridad, justicia y caridad.Los Padres de la Iglesia no sólo defendieron a los pobres y oprimidos, sino que también promocionaron instituciones sociales como hospitales, orfanatos, hospederías y centros de enseñanza en una época en que las instituciones civiles apenas se encargaban de acerlo. Gracias a la labor de la Iglesia se han abolido costumbres que atentaban contra la dignidad de la persona, como el derecho a la vida, la esclavitud o la dignidad de la mujer.La dignidad de la persona se basa en el hecho de que ha sido creada a imagen y semejanza de Dios y elevada a un fin (sobrenatural) que transciende de esta vida. La persona es el corazón y el alma de la doctrina social de la Iglesia, es un ser libre e inteligente, sujeto de derechos y deberes.El bien común, que ha de estar orientado al desarrollo íntegro de las personas.El principio de solidaridad, toda persona está ligada al destino de salvación de todos los hombres.La verdad, la libertad, la justicia, la solidaridad, la paz y la caridad o amor cristiano. Vivir estos valores es el camino seguro no sólo para el perfeccionamiento personal, sino también para lograr un auténtico humanismo y una nueva convivencia social. El carácter moral del desarrollo no puede prescindir del respeto por los seres que constituyen la naturaleza visible porqué éstos exigen también respeto en virtud de una triple consideración que merece atenta reflexión.La segunda consideración se funda en la convicción cada vez mayor de la limitación de los recursos naturales, algunos de los cuales no son renovables. Usarlos como si fueran inagotables pone seriamente en peligro su futura disponibilidad, no sólo para la generación presente, sino sobre todo para las futuras.El hombre recibe de Dios su dignidad esencial y con ella la capcidad de trascender todo ordenamiento de la sociedad hacia la verdad y el bien. Pero está condicionado por la estructura social que vive, por la educación recibida y por el ambiente. Esto puede facilitar o dificultar su vida según la verdad.Mantienen una relación de rechazo y marginación intolerable. Crean un clima de intercambio recíproco y de comunicación enriquecedora entre las distintas generaciones gracias a su presencia en la familia o su cercanía de la misma a ellos, cuando no sea posible la estrechez de la vivienda u otros motivos.