La Docencia como Profesión de Ayuda: Claves para Entender su Esencia
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La Docencia como Profesión de Ayuda
La noción de ayuda es imprescindible para comprender la esencia del quehacer educativo y su debida profesionalidad. En la moderna clasificación económica de los trabajos, la docencia está en el sector terciario, el de los servicios. La expansión de este sector económico es uno de los factores que más han influido en la concepción de profesión; pero la actividad docente es más que una actividad de servicio, es una actividad de ayuda.
Hay una neta diferencia conceptual entre servicio y ayuda en razón de su finalidad. Ambas son relaciones entre personas, pero la relación de servicio consiste en procurar y ofrecer algo que uno no puede o no quiere obtener por sí mismo; esto no es lo mismo que la relación de ayuda. El receptor del servicio lo es, ante todo, por su renuncia voluntaria y consciente a obrar por sí mismo.
En educación no se da esta relación de servicio. En la adquisición del saber se trata de que el discente obre por sí mismo, para un mejor y más eficaz aprendizaje, para su crecimiento o desarrollo. La relación de ayuda se establece como cooperación, como asistencia para que el aprendiz procure algo por sí mismo, algo que puede y debe obtener por sí mismo; pero que se favorece y se propicia con la ayuda de otro. En la relación de servicio, el tomador de este es alguien que recibe el bien, un receptor pasivo. En la relación de ayuda el destinatario es alguien reforzado en su propia acción, es un agente activo. Examinando las relaciones de servicio y ayuda, la docencia cae entre estas últimas. La regla de oro del quehacer educativo es no suplir al educando en su acción, sino asistirle hasta que se baste por sí mismo.
Las profesiones asistenciales se fundan preferentemente en la dimensión subjetiva del trabajo y anteponen el sentido ético al técnico, sin ser este menospreciable. El sentido ético predominante en las profesiones asistenciales se realiza en el trabajo educativo, ya que este consiste en hacer ético al educando, pues se pretende promover la actuación ética del educando. Toda actuación educativa supone enseñar algo a alguien.
El valor eminente de la docencia se expresa en su radical configuración ética, dentro de las profesiones asistenciales, que se definen preferentemente por el sentido ético, aunque en el momento actual no parece que quepa esperar un reconocimiento social.
Características que Definen una Labor de Ayuda
Hay cinco notas esenciales que definen la índole de cualquier tarea de ayuda, con un sentido propio y constante en el tiempo: competencia, iniciativa, responsabilidad, dedicación y compromiso.
1. Competencia. Es la habilidad o capacidad para resolver los problemas propios del trabajo; se puede considerar equivalente de la exigencia de un saber científico-técnico con correcciones, pues es la realización de ese saber teórico en una subjetividad desde la experiencia, con un conocimiento suficiente, distinto y actualizado de la finalidad. Persona competente, no es tanto la que sabe, sino la que sabe obrar y sabe hacer. En la competencia radica la autoridad del profesional y su valor social, a este se le busca por su aptitud acreditada en un quehacer. La competencia expresa la síntesis saber y hacer, doctrina y capacidad, conocimiento y acción.
2. Iniciativa personal. Es una vertiente de la competencia y raramente puede darse la una sin la otra. Se resuelve en anticipación e innovación, que resultan inexcusables en las tareas de ayuda ya que las situaciones y problemas propios de estos son muy diversos y aunque teóricamente se pueden clasificar, cada uno tiene un matiz o aspecto diferente, único, debido a las circunstancias irrepetibles de cada persona. Poder adelantarse a las acciones del ayudado es capital para la prestación de la ayuda.
Además, en toda situación asistencial el referente es una realidad humana. En muchas ocasiones de falta de motivación y de actividad para el aprendiz, el docente se topa con situaciones que transcienden el ámbito académico, no por eso deja de ser conveniente y eficaz su asistencia. La iniciativa es un sustituto de la autonomía práctica del profesional, cuando se propicia la actuación con iniciativa personal se está favoreciendo la autonomía personal.
3. Responsabilidad. La responsabilidad es imprescindible para poder hablar de competencia e iniciativa personal; según Zubiri la responsabilidad puede definirse como "hacerse cargo". Supone una obligación, pero no impuesta, sino acogida por el sujeto, que quiere hacerse cargo de las consecuencias de sus actos y pretende mejorar dicha acción para que las consecuencias sean crecientemente beneficiosas. Desde la responsabilidad se sostiene la actualización permanente.
La responsabilidad es la otra cara de la libertad. La libertad aumenta el potencial operativo del sujeto; y desde ese crecimiento se da cuenta de las acciones y se responde de los efectos. La responsabilidad denota la capacidad de responder de las acciones propias, ante los otros y ante uno mismo. La verdadera responsabilidad es también una dimensión de la autonomía de acción. La responsabilidad, cualidad moral en sí misma, es propia de todo profesional. En el ofrecimiento que hace un profesional de su competencia, está implícito el hacerse cargo del interés y beneficio del cliente, no se admite la posibilidad de descarga, de echar la culpa a otro. La individualización que conlleva toda tarea asistencial impone que el profesional pueda ser sustituido, pero no acompañado en su actuación, por ser esta radicalmente personal.
4. Dedicación. Esta nota tiene el sentido de ofrecimiento o entrega. Dedicarse a algo es más que ocuparse en ello; ocupación es un quehacer transitorio e inestable. Cuando alguien se dedica a algo su actitud sobrepasa a la disposición de la persona ocupada. La dinámica de un quehacer realizado con dedicación tiende a la persistencia. La dedicación no tiene un sentido extensivo y cuantitativo sino intensivo y cualitativo.
En las profesiones asistenciales hay una real dedicación de estas a las personas, a los destinatarios de la ayuda. En las profesiones asistenciales, la dedicación conlleva concentración en las personas.
5. Compromiso. Estas características de las profesiones asistenciales no pueden realizarse si no es desde el compromiso personal del profesional, el compromiso no es mensurable por su propia naturaleza: un compromiso solo puede entenderse desde como un acto enteramente personal. No cabe otra posibilidad para fundamentar los requisitos de competencia, iniciativa, responsabilidad y dedicación, salvo la apelación al compromiso personal; estas suponen un grado de excelencia en el desempeño profesional.