Diversidad Cultural y Génesis Social del Ser Humano: Perspectivas y Desafíos
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La Diversidad Cultural
Actitudes ante la Diversidad Cultural
Etnocentrismo
El etnocentrismo analiza otras culturas desde la propia. Esto conlleva dos consecuencias principales: la falta de comprensión hacia quienes no comparten el mismo modo de vida y la radicalización del sentimiento de cohesión con el propio grupo. Esta radicalización puede llevar a sus miembros a sentirse superiores a los demás y a adoptar actitudes de imposición hacia quienes son diferentes. El etnocentrista puede manifestar xenofobia (odio hacia los extranjeros), racismo, chovinismo (patriotismo fanático) o aporofobia (desprecio al pobre).
Relativismo Cultural
El relativismo cultural propone analizar las diversas culturas desde sus propios valores. Sin embargo, presenta ciertas limitaciones, ya que no promociona el diálogo entre culturas y puede conllevar ciertos riesgos:
- Racismo: algunos argumentan que la mejor forma de preservar las culturas es evitar la mezcla, promoviendo que cada grupo permanezca en su propio territorio y viva según su cultura.
- Separación entre culturas que se toleran mutuamente, pero sin una verdadera interacción.
- Actitud romántica: tendencia a exagerar los aspectos positivos de culturas distintas a la propia.
- Parálisis cultural: defensa de una visión estática de las culturas, donde la conservación de las tradiciones se convierte en el objetivo principal.
Interculturalismo
El interculturalismo se basa en el respeto a otras culturas y promueve el encuentro entre ellas en pie de igualdad. Sus objetivos principales son:
- Reconocer la naturaleza pluralista de nuestra sociedad y del mundo.
- Comprender la complejidad de las relaciones entre las diversas culturas.
- Promover el diálogo intercultural.
- Colaborar en la búsqueda de respuestas a los problemas mundiales.
El interculturalismo entiende que la diversidad es una fuente de riqueza.
¿Es Posible un Diálogo entre Culturas?
Los valores universales pueden concretarse en el respeto a los derechos humanos, el aprecio de valores como la libertad, la igualdad y la solidaridad, y una actitud dialogante basada en la tolerancia activa. Estos mínimos morales constituyen los cimientos para la construcción de una civilización mundial.
Génesis Social del Ser Humano
Existen dos posturas principales sobre la génesis social del ser humano:
El Ser Humano es Social por Naturaleza (Aristóteles)
Aristóteles sostiene que el ser humano es un "animal político", es decir, sociable por naturaleza. Necesita la sociedad y la cultura para realizarse de acuerdo con sus capacidades inherentes. Según Aristóteles, el ser humano está lleno de carencias y necesidades que solo puede satisfacer dentro de la sociedad. Solo en ella alcanza la perfección y la felicidad que su naturaleza le permite y le exige. El ser humano es el único ser que posee una naturaleza moral.
El Ser Humano No es Social por Naturaleza
Esta postura defiende que la sociedad es una construcción artificial, un mal menor necesario para hacer posible una convivencia precaria pero inevitable. La sociedad es el resultado de un contrato entre los seres humanos para evitar la lucha constante. Entre sus representantes destacan:
Thomas Hobbes (1588-1679)
Thomas Hobbes parte de una visión pesimista del ser humano. Considera que los individuos, movidos por el egoísmo, viven en una sociedad caótica y en permanente lucha con los demás. El impulso natural que los motiva es la conservación y la satisfacción de sus necesidades. La razón los impulsa a establecer un acuerdo para instituir una autoridad sólida. Solo un jefe fuerte y absoluto, elegido libremente por todos y capaz de imponer leyes, hará posible una sociedad en la que se pueda convivir en paz.
Jean-Jacques Rousseau (1712-1778)
Jean-Jacques Rousseau propone la hipótesis de un hombre natural solitario, movido por una piedad natural, es decir, bueno por naturaleza. La vida en sociedad es posible y positiva para su desarrollo humano siempre que esté estructurada bajo la forma de una comunidad igualitaria. Sin embargo, la propiedad privada y el egoísmo ponen en peligro el desarrollo de una convivencia pacífica, corrompiendo al hombre.