Distribución de la Propiedad en España: Orígenes Históricos y Evolución

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Las provincias de Guadalajara, Albacete, Ciudad Real, Cáceres, Badajoz, Huelva, Sevilla, Cádiz, Córdoba y Jaén, junto con Lugo, Orense, Pontevedra, León, Cantabria, Ávila y Valencia, son clave para entender la distribución de la propiedad en España.

La distribución de la propiedad en España es fruto de los procesos históricos de ocupación del territorio y su evolución posterior. Históricamente ha habido tres tipos:

  • Minifundios (menos de 10 ha)
  • Mediana propiedad
  • Latifundios (más de 100 ha)

Los Minifundios

Los minifundios se localizan en la España Atlántica, zonas montañosas, territorios del norte del Duero y la zona levantina de huertas. La existencia de este modelo de propiedad responde a varias causas:

Causas Históricas

Durante la Reconquista y Repoblación, las tierras al Norte del Duero y los valles pirenaicos fueron repobladas por pequeños campesinos libres que, por asentarse en estas tierras inseguras, conseguían pequeñas explotaciones. A este modelo de Repoblación se conoce como presura y en la zona catalana aprisio.

Relieve

La España Atlántica y las zonas de montaña tienen un relieve accidentado que fragmenta y limita la superficie cultivable. Hay escasas llanuras y el espacio cultivable se reparte entre los habitantes de los pueblos.

Demografía

Las huertas levantinas se caracterizan por ser una zona de alta densidad demográfica (esto implica mayor reparto de tierras) y, en segundo lugar, es un sistema de cultivo de policultivo, intensivo y de regadío que históricamente, antes de la mecanización, ha necesitado mucha mano de obra para la explotación.

El Latifundio

El latifundio predomina en la mitad sur de España. La Reconquista y Repoblación en esta zona recayó en las Órdenes Militares y en la Nobleza, que recibieron a cambio enormes propiedades o Señoríos. Al llegar el siglo XIX encontramos tres:

El reparto de tierras beneficia a la nobleza (señorío) y a las Órdenes Militares. Las desamortizaciones del siglo XIX consolidan la gran propiedad, las propiedades caen en manos de la burguesía terrateniente que tenía capital para adquirirla.

En consecuencia, unos y otros se encontraban apartados del mercado y de la partición hereditaria, lo que redundaba en la escasez de tierras para los particulares y en su encarecimiento. Ilustrados y reformistas clamaron contra esta situación y, finalmente, en el siglo XIX se le puso fin mediante los procesos desamortizadores.

Las Desamortizaciones

La desamortización afectó a los bienes propiedad del clero y de los municipios; la primera fue llevada a cabo por Mendizabal en 1836 y supuso la incautación de numerosas fincas pertenecientes al clero y su venta a particulares. La desamortización civil tuvo lugar más tarde, a partir de 1855, y se llevó a efecto al aplicar la Ley Madoz, la cual dio origen a la privatización de la tierra que formaba el patrimonio comunal de los municipios españoles. Pero estas desamortizaciones no generaron un mejor reparto de la propiedad, ya que fueron a parar a manos de la burguesía, único grupo que podía pagar el precio de las tierras.

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