El Discurso de Praxagora: Mujeres al Poder en Atenas

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MJ: Por Afrodita, bien dices; por lo menos, a juzgar por lo que precede.

PRAX: ¡Desgraciada, has jurado por Afrodita! ¡Graciosa cosa hubieras hecho si lo hubieras dicho en la Asamblea!

MJ: Pero no lo hubiera dicho.

PRAX: Pues no te acostumbres a decirlo. La alianza esa, por otra parte, cuando la examinábamos, se decía que, de no llevarse a cabo, la ciudad sucumbiría; pero una vez que, por fin, tuvo lugar, hubo muestras de enojo y el orador que aconsejó tal medida inmediatamente se largó a escape. ¿Que hay que botar las naves? El pobre vota a favor; los ricos y los labradores, en contra. ¿Que os incomodáis con los corintios y ellos, a su vez, contigo, pueblo? Ahora ellos son buenos; sé, pues, tú bueno también. ¿El argivo es ignorante? Por el contrario, Hierónimo es sensato. ¿Asoma una esperanza de salvación? Sí, pero se irrita el mismo Trasíbulo porque no se le invita en calidad de consejero.

MP: ¡Qué inteligente es este hombre!

PRAX: Ahora has hecho correctamente el elogio. Y sois vosotros, pueblo, los causantes de esos males, pues recibiendo como soldada los dineros del erario, en particular andáis mirando a cada uno el provecho que va a obtener, mientras lo común va ondeando como Ésimo. Así que, si me hacéis caso, todavía podéis salvaros: sostengo que a las mujeres es necesario que nosotros transmitamos el gobierno de la ciudad; pues de hecho ya en las casas nos servimos de ellas como intendentes y administradoras.

MJ: ¡Bravo, bravo, por Zeus!

PRAX: Que son de manera de ser mejores que nosotros, yo me encargaré de demostrarlo: en primer lugar, bañan la lana en agua caliente a la antigua usanza, absolutamente todas, y no se las verá haciendo innovaciones; la ciudad de los atenienses, en cambio, aunque ese sistema le fuera bien, no intentaría su salvación a no ser que maquinando cualquier novedad.

Aquí están algunas de las cosas que hacen las mujeres, como siempre:

  • Sentadas, hacen sus parrilladas.
  • Sobre sus cabezas llevan cargas.
  • Celebran las Tesmoforias.
  • Cuecen los pasteles.
  • Acogen amantes dentro de la casa.
  • A escondidas se compran golosinas.
  • Se pirran por el vino sin mezcla.
  • Se alegran cuando se las jode.

Así, pues, transmitamos a ellas, varones, el gobierno de la ciudad y no andemos chachareando ni preguntándonos qué es lo que van a hacer, sino simplemente dejémoslas gobernar, considerando esto tan solo: que siendo madres, desearán ardientemente preservar a los soldados; además, en cuanto a las provisiones, ¿quién les enviaría raciones suplementarias más rápidamente que la que les parió? Para procurar dinero, la mujer es la cosa más ingeniosa, y estando en el gobierno, nunca se dejaría embaucar, pues ellas sí que están acostumbradas a engañar. Dejaré de lado lo demás. Si me hacéis caso en eso, pasaréis la vida colmados de felicidad.

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