La Diplomacia de 1815: Estableciendo el Equilibrio de Poder en Europa
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El Congreso de Viena: Reconfiguración de Europa y el Nuevo Orden Post-Napoleónico
El Congreso de Viena fue un evento diplomático crucial protagonizado por las principales potencias que vencieron a Napoleón. Cada una de estas potencias presentaba características políticas y económicas diversas:
- Rusia mantenía un sistema basado en el Antiguo Régimen.
- Prusia, aunque también anclada en el Antiguo Régimen, mostraba ansias de modernización, siendo una de las potencias con una economía muy activa.
- Austria vivía bajo una monarquía absoluta, con un fuerte despotismo ilustrado, y su economía se basaba principalmente en la agricultura.
- Gran Bretaña, por su parte, poseía una monarquía parlamentaria.
Francia también formó parte de esta reunión y consiguió influir en las decisiones. En Francia, Luis XVIII creó una carta que era semejante a una constitución, marcando un intento de moderación tras la Revolución.
Objetivos de las Potencias en el Congreso de Viena
Las delegaciones se reunieron en Viena en 1815. El Congreso contó con 216 delegaciones, y los representantes de cada potencia tenían objetivos específicos en el reparto de los países:
- Metternich, el canciller austriaco, quería controlar a Rusia, su principal competencia. No deseaba un estado unificado llamado Italia ni Alemania, sino que prefería que fueran estados divididos para mantener un mejor control sobre ellos.
- El zar Alejandro I de Rusia quería forjar un imperio euroasiático.
- Castlereagh, el ministro de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña, buscaba el control marítimo y de navegación, situando territorios en puntos estratégicos. Intentaba que hubiera un equilibrio de potencias en el interior del continente.
- Por último, Talleyrand, ministro de Asuntos Exteriores de Francia, intervino activamente en el Congreso. Planteó la idea de legitimidad, es decir, que no hubiera cambio territorial sin el consentimiento del monarca al que se le quitaba el territorio.
Reorganización Territorial y Fronteriza
Polonia y el Avance Ruso
Polonia se repartió y dejó de existir como Estado. La mayoría de su territorio se lo quedó Rusia, excepto la parte occidental que pertenecería a Prusia y un pequeño trozo que se quedó Austria. Cracovia se mantuvo independiente.
El Imperio Ruso avanzó hacia el oeste, adquiriendo Besarabia y Finlandia. Finlandia era de Suecia, pero según el principio de legitimidad, el rey sueco aceptó la pérdida de este país porque recibió Noruega. Sin embargo, Noruega era de Dinamarca; esta aceptó el cambio porque obtuvo dos ciudades industrializadas: Schleswig y Holstein.
La Confederación Germánica
Las delegaciones querían formar un estado de Alemania porque había muchos estados alemanes, pero Austria se negó. Sin embargo, se creó una Confederación Germánica, donde cada estado funcionaba independientemente (38 estados). Los estados grandes eran Hannover y Baviera, además de otros de Prusia y Austria-Hungría.
El Cerco a Francia
Un objetivo común de las potencias era rodear a Francia para tenerla totalmente controlada. Westfalia, que pertenecía a Prusia, se situó al lado de Francia. A Francia se le obligó a ocupar el territorio de antes de la Revolución para poder ser rodeada por las potencias.
Bélgica, Luxemburgo y Holanda formaron un solo Estado (los Países Bajos) que rodeó a Francia junto con Suiza, también llamada Confederación Helvética. El Reino de Piamonte-Cerdeña se convirtió en una fortaleza fuerte alrededor de Francia. El norte de Italia quedó fragmentado en estados con príncipes austriacos (Véneto, Módena, Toscana).
Gran Bretaña consiguió la isla de Malta, controlando así la ruta del Mediterráneo.
Impacto y Consecuencias del Congreso de Viena
Los movimientos fronterizos afectaron a las poblaciones, dando lugar a flujos migratorios. El Congreso de Viena encontró una fuerte oposición nacionalista y una ideología en su contra: el liberalismo como corriente política.
El Congreso respondió manteniendo un equilibrio de potencias, organizando congresos internacionales y, con la creación de la Santa Alianza (organizada por Rusia, Prusia y Austria), que tenía como objetivo intervenir en cualquier país en el que brotaran amenazas revolucionarias, buscando preservar el orden establecido.