Dinámica Terrestre: Atmósfera, Litosfera, Deriva Continental y Estructura Interna

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La Tierra: Un Planeta Dinámico

Nuestro planeta se caracteriza por una constante transformación. La atmósfera, la hidrosfera y la litosfera experimentan cambios continuos. La composición atmosférica ha variado significativamente a lo largo de la historia de la Tierra y sigue haciéndolo. Actualmente, la atmósfera está compuesta por un 78% de nitrógeno y un 21% de oxígeno. Algunos gases minoritarios, como el agua, el dióxido de carbono y el metano, conocidos como gases de efecto invernadero, desempeñan un papel crucial en la regulación del clima y la vida.

La hidrosfera participa en un continuo intercambio de materia y energía a través del ciclo del agua. La atmósfera y la hidrosfera también influyen en la litosfera. El agua y el viento erosionan los materiales de la litosfera, los transportan y los depositan en otras zonas del planeta. El calor del Sol, la atracción gravitatoria de la Luna y el Sol, y la acción de la gravedad son los motores de estos fenómenos.

Relieve Terrestre: Un Paisaje en Constante Cambio

Las formas del relieve no son estáticas, sino que se modifican de manera lenta pero continua por la acción de agentes externos. El viento y el agua (mares, ríos, glaciares, etc.) modelan el paisaje mediante procesos de erosión y sedimentación.

El Interior de la Tierra: Composición y Estructura

Tras millones de años de erosión, la Tierra debería ser completamente plana. Sin embargo, los volcanes y terremotos, agentes geológicos internos, cuya energía proviene del interior de la Tierra, también modifican el paisaje. Pero, ¿qué sabemos de la composición, estructura y energía interna de la Tierra?

La densidad, que se define como masa/volumen, nos da una pista. La densidad media de las rocas superficiales es de 2,2 g/cm3, mientras que la densidad media de la Tierra es de 5,5 g/cm3. Esto indica que el planeta no es homogéneo y que en su interior debe haber materiales mucho más densos que en la superficie.

El análisis de las ondas sísmicas nos permite conocer la estructura interna de la Tierra. Estas ondas, al igual que el sonido, cambian de dirección y velocidad al atravesar diferentes medios. Las ondas S son más lentas que las ondas P y no se propagan en medios fluidos.

Basándonos en estos datos, podemos distinguir las siguientes capas:

  • Corteza (0,5%): Compuesta por silicatos rocosos y metales.
  • Manto (44,5%): Compuesto principalmente por silicatos y algunos óxidos metálicos.
  • Discontinuidad de Gutenberg
  • Núcleo Externo (35%): Compuesto por hierro y níquel en estado líquido. El movimiento de estos materiales fundidos contribuye a la generación del campo magnético terrestre.
  • Discontinuidad de Lehman
  • Núcleo Interno (20%): Compuesto por hierro y níquel en estado sólido. Soporta una presión 3 millones de veces superior a la atmosférica y su temperatura alcanza los 6100ºC, similar a la de la superficie del Sol.

Wegener y la Teoría de la Deriva Continental

En 1912, el meteorólogo alemán Alfred Wegener propuso que, hace millones de años, los continentes estuvieron unidos formando un supercontinente llamado PANGEA. Esta gran masa de tierra se fragmentó y los fragmentos se desplazaron sobre los fondos oceánicos, dando lugar a la configuración actual de los continentes.

Pruebas de la Deriva Continental

Wegener aportó diversas pruebas para sustentar su teoría:

  • Geográficas: Las líneas de costa de algunos continentes encajan como piezas de un rompecabezas.
  • Paleoclimáticas: Se han encontrado restos de glaciares en Brasil y el Congo, y yacimientos de hulla en Groenlandia, lo que sugiere climas pasados muy diferentes.
  • Biológicas: Existen animales terrestres idénticos que no saben nadar a ambos lados del Atlántico.
  • Paleontológicas: Se han hallado fósiles de animales y plantas iguales en las costas que bordean el océano Atlántico.
  • Geológicas y Tectónicas: Al unir los continentes, los tipos de rocas y las cronologías de las principales cadenas montañosas muestran una continuidad física.

Wegener denominó a su revolucionaria teoría TEORÍA DE LA DERIVA CONTINENTAL. Sin embargo, no pudo explicar qué fuerza era capaz de mover masas de tierra tan grandes, por lo que la comunidad científica de su época no la aceptó.

Pruebas Oceanográficas y Paleomagnéticas

Tras la Segunda Guerra Mundial, se cartografió el fondo oceánico, descubriendo las dorsales oceánicas, con gran actividad volcánica, que dividen los grandes océanos. En el centro de estas dorsales hay una depresión central (valle de rift) y los sedimentos en esa zona son mínimos.

Además, al estudiar el paleomagnetismo de las rocas en los fondos marinos, se observó que los minerales con elementos férricos se alinean con el polo Norte magnético al emerger la lava en las dorsales. Las orientaciones paleomagnéticas registradas en las rocas eran incongruentes, a menos que las masas de tierra se hubieran desplazado, lo que constituye una prueba adicional de la deriva continental.

En la década de 1960, varios investigadores completaron y corrigieron la teoría de la deriva continental de Wegener, formulando una nueva teoría que explicaba el movimiento de los continentes y que se conoce como Tectónica de Placas.

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