Dinámica y Escalada del Conflicto: Tipos, Fases y Resolución

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Una vez que los conflictos surgen, desarrollan una dinámica propia y se convierten en un sistema que cambia a lo largo del tiempo. Entender y comprender el desarrollo del conflicto facilita la identificación de las fases en su proceso y proporciona un buen indicio de lo que podría ocurrir.

Conflictos Latentes Versus Conflictos Manifiestos

En ocasiones, existen las condiciones para el conflicto, pero las partes no las perciben o no utilizan una estrategia abierta para lograr sus metas. Esta es una situación de conflicto latente. Por ello, sujetos ajenos a la situación no se dan cuenta de que un conflicto existe hasta que éste se manifiesta cuando las partes se involucran en acciones hostiles entre sí. Esta distinción ayuda a explicar por qué algunas veces da la apariencia de que los conflictos "surgen de ninguna parte", ya que las condiciones han estado presentes desde antes de su estallido en hostilidades abiertas. Además, los conflictos que se han manifestado violentamente pueden convertirse de nuevo en conflictos latentes, especialmente cuando las partes han llegado a un punto de agotamiento. Sin embargo, a menos que las condiciones subyacentes del conflicto se hayan abordado, el conflicto está latente y sin resolver. Consecuentemente, permanece el riesgo de que el conflicto se manifieste en un futuro. Cuando los conflictos arraigados están en la fase latente, es un buen momento para realizar actividades de prevención del conflicto y esfuerzos de construcción de la paz.

Ciclos de la Escalada

Casi todos los conflictos pasan por períodos en los que su intensidad incrementa o disminuye. Este ciclo es una respuesta dinámica a las acciones y reacciones de las partes, las que con su comportamiento contencioso estimulan una conducta de índole similar. La desescalada puede realizarse por medio de estrategias destinadas a disminuir las hostilidades, como por ejemplo el cese al fuego.

Las fases que integran el ciclo de un conflicto son las siguientes:

  1. Surgimiento: Es la fase en la cual el conflicto latente se convierte en un conflicto manifiesto, ya sea por primera vez entre las partes involucradas o como un resurgimiento del mismo.
  2. Escalada: Es cuando las partes intensifican sus acciones para obtener sus propósitos. La escalada se manifiesta en diversas formas, usualmente involucra algún tipo de hostilidades hacia el adversario. La violencia física modifica la naturaleza del conflicto y la relación entre las partes, de tal manera que dificulta que éstas se desliguen del conflicto.
  3. Polarización: Sucede cuando todos los aspectos de la relación entre las partes comienzan a deteriorarse. El contacto entre las partes disminuye y la comunicación se termina. Generalmente, hay un incremento en la cantidad de asuntos problemáticos.
  4. Ampliación: Ocurre cuando las partes comienzan a conseguir el apoyo de aliados y patrocinadores con el objetivo de incrementar el número de partes con interés en los resultados del conflicto. Continuamente se intensifica la presión para "tomar partido" y, con la inclusión de nuevos aliados, se incorporan nuevos asuntos al conflicto. (Ver: "Conflictos Entrelazados" posteriormente para una descripción de la complejidad de esta fase.)
  5. Incitación: En las últimas etapas del conflicto, las partes llegan a un punto en el cual se ven obligadas a continuar o intensificar el conflicto, sin ninguna oportunidad de retirarse en forma segura u honorable. Los elementos que hacen que las partes continúen involucradas en el conflicto, no obstante las fuertes pérdidas sufridas, son: el temor al desprestigio, la influencia política interna, el no querer asumir el costo de un error, el deseo de venganza y el interés por recuperar lo perdido.
  6. Desescalada: Sucede cuando las partes, algunas veces con la ayuda de un intermediario, toman acciones tendientes a demostrar su disponibilidad de deponer su conducta conflictiva, ya sea unilateral o condicionalmente. La deposición de esta conducta tiende a desencalar la creciente espiral del conflicto.
  7. Retirada: Es la fase en la cual las partes se involucran en un proceso destinado a reducir, resolver o terminar el conflicto. Los procesos de manejo de un conflicto utilizados en esta fase deben tener presentes dos aspectos importantes: los problemas de procedimiento y los problemas de fondo. Las partes necesitan forjar algún procedimiento que les permita alcanzar una solución e identificar los componentes necesarios en los que se necesita trabajar para llegar a la solución adecuada. En el conflicto internacional, esta fase involucra una serie de etapas, incluyendo las negociaciones previas, las negociaciones, la implementación de una solución y la consolidación de una nueva relación entre las partes.

La mayoría de los conflictos no fluyen directamente de una fase a la otra de acuerdo al modelo cíclico ya descrito. Algunas veces, los conflictos se intensifican (escalan en intensidad) y se polarizan, luego desencalan y se convierten en conflictos latentes antes de surgir de nuevo. Después, los conflictos pueden ampliarse, pasar por la etapa de incitación y finalmente encontrar los medios para desencalar y la retirada, posiblemente con la asistencia de un interventor ajeno al conflicto. Gráficamente, un conflicto puede pensarse como una serie de lazos interconectados que crean una espiral destructiva.

El Problema de la Ampliación de las Metas

Las partes tienden a robustecer sus posiciones y/o incrementar sus demandas mientras más se involucran en el conflicto. Si están perdiendo, las partes creen que han invertido demasiado como para retirarse sin recuperar sus pérdidas (por ejemplo, el caso de las Fuerzas Bosnio-Musulmanas en la primavera de 1994). Si están ganando, tratan de ganar más (por ejemplo, la posición de las Fuerzas Bosnio-Serbias durante la misma época).

Conflictos Entrelazados

Existe la tendencia a pensar en los conflictos como si fuesen una sola entidad, como el "Conflicto Árabe-Israelí", usualmente involucra dos partes. Un examen más detallado de los conflictos demuestra que a medida que estos se amplían e involucran a un mayor número de partes y de aliados, los conflictos se vinculan con otros conflictos y con otras partes con agendas independientes. Esta creciente complejidad puede presentar problemas para el entendimiento de la dinámica del conflicto de una situación en particular. Sin embargo, este análisis es esencial para desarrollar una estrategia efectiva de administración del conflicto. Por ello, para comprender qué está pasando en un conflicto, el analista debe examinar el contexto de las relaciones en las cuales está arraigado el mismo. Los conflictos entrelazados pueden tomar varias formas y se clasifican de la siguiente manera:

  • En Serie o Agrupados en el Tiempo: La mayoría de los conflictos son uno en una serie de luchas entre los mismos adversarios. Para entender la crisis actual, es útil saber lo que ocurrió en el pasado.
  • Convergentes o Agrupados en el Espacio Social: Algunos grupos separados pueden aglutinarse como aliados en contra de un adversario común o de una coalición de adversarios, utilizando para ello identificaciones colectivas como el pan-arabismo o la membresía a la OTAN.
  • Superpuestos o que Vinculan Problemas: Si bien los adversarios luchan principalmente por un asunto, otras cuestiones pueden ser añadidas o superpuestas a la lucha. Por ejemplo, en las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría. Los asuntos estaban generalmente vinculados entre sí, y en algunas ocasiones, los asuntos sobre control de armas, guerras regionales o derechos humanos (entre otras cosas) estaban vinculados o desvinculados en diversos procesos de negociación.
  • Transversales: Los conflictos pueden basarse en divisiones entre los mismos adversarios, entre adversarios de diferentes grupos, o entre una serie de adversarios que se alían de diferentes maneras con respecto a diferentes asuntos controversiales. Por ejemplo, algunas veces dos gobiernos son adversarios en un tema, pero son aliados contra otros gobiernos en otro tema. Estos vínculos transversales pueden complicar las situaciones y, a la vez, proveer oportunidades para un compromiso constructivo y para poder negociar asuntos en el contexto multilateral.
  • Internos: Los conflictos internos de una de las partes pueden impactar su conducta colectiva hacia un adversario externo y pueden, en realidad, desencadenar la escalada de un conflicto. Esto sucede, por ejemplo, cuando las facciones internas de una de las partes luchan por el control interno de la misma.
  • Concurrentes: Son conflictos externos que ocurren al mismo tiempo que el conflicto central, pero no involucran a los mismos adversarios que participan en la lucha principal. Por ejemplo, la participación del gobierno egipcio en la Guerra de Yemen en la década de 1960, coincidió con su conflicto con Israel, pero los gobiernos de Israel y de Yemen no estuvieron involucrados el uno con el otro.

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