Dimensiones de la Existencia: Vocación, Autenticidad y Crítica al Capitalismo
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La Vocación Interior y la Vida Auténtica según Ortega y Gasset
Según Ortega y Gasset, cada persona tiene una vocación interior, una llamada profunda que le indica qué está llamada a ser. Esa vocación no es algo externo ni impuesto, sino algo propio y único que cada uno debe descubrir en sí mismo. Sin embargo, no todos llegan a reconocer esa llamada, y muchos, incluso al hacerlo, no se atreven a seguirla. Algunos se conforman con hacer lo que se espera de ellos o con perseguir metas que no les pertenecen realmente.
A partir de esto, Ortega distingue dos tipos de vida:
- La vida auténtica es aquella en la que la persona descubre su vocación y orienta su existencia a desarrollarla, a pesar de las dificultades. No se trata de alcanzar el éxito, sino de ser fiel a lo que uno es en lo más profundo.
- Por el contrario, la vida inauténtica es la de quien vive de espaldas a su vocación, aunque desde fuera pueda parecer que ha triunfado. Ortega sostiene que estas personas nunca se sentirán plenamente satisfechas, porque no han vivido desde su verdad interior.
Para él, este compromiso con la propia vocación no es solo una decisión personal, sino también una cuestión ética. Una vida es verdaderamente moral cuando se basa en el esfuerzo por realizar ese proyecto único que cada persona lleva dentro. Aunque no todo dependa de nosotros —porque existen muchas circunstancias externas que pueden impedirnos llegar a la meta—, lo que realmente importa es la actitud: intentar ser lo que estamos llamados a ser, con responsabilidad y honestidad.
Karl Marx: Crítica al Capitalismo y la Propuesta Comunista
Karl Marx fue uno de los grandes críticos del capitalismo en el siglo XIX. A diferencia de otros pensadores de su época, como Saint-Simon o Proudhon, que proponían reformas para mejorar la vida de los trabajadores, Marx creía que el capitalismo no podía reformarse, sino que debía derribarse por completo. Por eso hablaba de socialismo científico, una propuesta basada en el estudio de la economía y de la historia, que se oponía al llamado socialismo utópico.
Marx estudió cómo funcionaba el capitalismo y descubrió que su base era la explotación del trabajo. Distinguía entre el valor de uso de un bien (su utilidad) y su valor de cambio (su precio en el mercado), y explicó que la fuerza de trabajo humana también funciona como una mercancía. El obrero recibe un salario, pero produce mucho más valor del que se le paga. Esa diferencia, que se queda el empresario, es lo que Marx llama plusvalía, y es el origen del beneficio capitalista.
Para acabar con esta explotación, Marx proponía una revolución que pusiera fin a la propiedad privada de los medios de producción (fábricas, tierras, etc.) y los convirtiera en propiedad común. Así nacería el comunismo, una sociedad sin clases, sin explotación y sin alienación. Allí, cada persona aportaría según sus capacidades y recibiría según sus necesidades. Marx confiaba en que el proletariado —la clase obrera—, al tomar conciencia de su situación, lideraría una revolución.