Dimensiones de la Estética: Kant y Nietzsche sobre Belleza, Sublime y Creación Artística

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La Perspectiva Estética de Kant: Belleza, Sublime y Juicio

La Noción de Belleza y el Juicio de Gusto según Kant

Según Immanuel Kant, cuando juzgamos algo como bello, nuestro juicio de satisfacción, aunque surge de un sentimiento subjetivo, se emite con la pretensión de que todos los demás deberían asentir. Si otros individuos, quizás influenciados por críticas o por su propia apreciación, juzgan de un modo diferente, implícitamente se podría cuestionar la universalidad de su gusto. Este juicio sobre lo bello se distingue del sentimiento de lo sublime.

El Concepto de lo Sublime en Kant

La palabra «sublime» (del latín sublimis) etimológicamente puede entenderse en relación con aquello que está "por debajo de los límites" o, más comúnmente interpretado en este contexto filosófico, aquello que trasciende los límites. Para Kant, lo sublime se relaciona con la tensión entre lo finito (nuestra capacidad de representación sensible) y lo infinito (las ideas de la razón). Lo sublime no reside en el objeto en sí, sino en el sentimiento que despierta en nosotros: un sentimiento de lo infinito. Es una superación de la experiencia sensible que atraviesa los límites de esta. De esta confrontación con lo inconmensurable o lo todopoderoso surge un nuevo sentimiento —una mezcla de displacer (por la inadecuación de nuestra imaginación) y placer (por la conciencia de nuestra superioridad como seres racionales capaces de concebir lo infinito)— que expresa algo que está más allá de lo meramente posible en la experiencia empírica.

Los Juicios Estéticos en la Filosofía Kantiana

El ser humano, para Kant, es un ser que constantemente juzga y emite juicios sobre lo que le rodea. Entre estos juicios se encuentra el juicio estético. En él, enunciamos una proposición en la que se relaciona un objeto con una cualidad estética, como por ejemplo: «Esa flor es bonita». Es importante destacar:

  • Se puede emitir un juicio estético sobre cualquier objeto, sea o no una obra de arte.
  • No todo lo que se puede decir sobre una obra de arte constituye un juicio estético; por ejemplo, una afirmación sobre su precio no lo sería.

Este juicio toma como punto de partida la subjetividad del placer o disgusto que nos provoca el objeto, pero, crucialmente, pretende ir más allá de nuestras preferencias meramente personales. Por lo tanto, formulamos un juicio que, aunque tiene una base subjetiva (un sentimiento), se hace con la pretensión de universalidad.

Puede parecer contradictorio reclamar validez universal cuando se reconoce que el punto de partida de este juicio es una experiencia individual. Sin embargo, para Kant, esto no es una contradicción. Según su teoría, es evidente que existe una exigencia de universalidad en nuestros juicios estéticos. Para fundamentar esta universalidad, Kant recurre al concepto de sensus communis (sentido común estético), que sería una capacidad subjetiva pero, al mismo tiempo, intersubjetiva. Este sentido común nos permitiría, en principio, a todos valorar los objetos estéticos de la misma forma, posibilitando así el entendimiento y el compartir valoraciones estéticas, y justificando la creencia en la validez universal de dichas valoraciones.

La Filosofía del Arte en Nietzsche: Entre lo Apolíneo y lo Dionisíaco

La Inversión de Valores en el Arte Occidental

Para Friedrich Nietzsche, en el ámbito del arte se ha producido una inversión de valores similar a la que él diagnostica en la historia de la moral occidental. Sostiene que lo apolíneo, que representa la forma, la medida, la individuación y la racionalidad serena, se ha impuesto gradualmente sobre lo dionisíaco, el impulso vital, caótico, instintivo y de disolución del yo. Nietzsche aboga por una revalorización y un retorno a la fuerza primordial de lo dionisíaco en el arte.

Las Fuerzas Fundamentales: Lo Apolíneo y lo Dionisíaco

Nietzsche distingue estas dos pulsiones artísticas fundamentales, nombradas a partir de los dioses griegos Apolo y Dionisos:

  • Lo Dionisíaco (asociado a Dionisos): Representa la embriaguez, la danza extática, el vino, los gestos primarios, la música no figurativa y disonante. Es la experiencia del caos primordial, la desmesura, la unidad con la naturaleza y la disolución del principio de individuación.
  • Lo Apolíneo (asociado a Apolo): Encarna la belleza de las formas acabadas, la palabra, la claridad, la mesura, la individualización (el principium individuationis), el sueño y la apariencia ordenada del mundo.

Crítica al Triunfo Histórico de lo Apolíneo

El triunfo de lo apolíneo sobre lo dionisíaco en la cultura occidental, especialmente a partir de Sócrates y Eurípides, se ha justificado, según Nietzsche, sobre bases erróneas:

  • Por considerarse ontológicamente superior: Se argumenta que lo apolíneo nos ofrece una versión estable y ordenada del mundo, proporcionando la seguridad de que las cosas pueden ser conocidas con criterios universales. Para Nietzsche, esta ontología es falsa, pues enmascara la verdadera naturaleza caótica y cambiante de la realidad (el devenir) y nos impide asumir la vida en su plenitud trágica.
  • Por considerarse moralmente superior: Se cree que lo apolíneo, al promover el orden y la racionalidad, sustenta una moral que ofrece tranquilidad, especialmente a los débiles, a través de valores como la compasión (la moral de esclavos). Nietzsche critica esta moral por ser antivital y negar los instintos fundamentales.

Para Nietzsche, el ideal estético se manifestó en la tragedia griega antigua (especialmente en Esquilo y Sófocles), donde lo dionisíaco (el coro, la música, la experiencia colectiva) y lo apolíneo (el diálogo, los personajes, la trama) estaban integrados armónicamente, siendo ambos aspectos esenciales de la obra de arte. Su crítica se dirige a la posterior hegemonía de lo apolíneo, que ha impuesto una visión unilateral y empobrecida de lo bello.

La Estética como Preocupación Fundamental y la Vida como Obra de Arte

Nietzsche considera que la estética es la preocupación fundamental del ser humano. La "muerte de Dios" –la pérdida de fundamentos trascendentes para los valores– nos confronta con el nihilismo, pero también nos abre la posibilidad de hacer de la propia vida una obra de arte, de crear nuestros propios valores. Desde una perspectiva artística, la "muerte de Dios" significa la reivindicación de la creatividad y de la libertad humana. Nietzsche afirma que el arte es creatividad entendida como asentimiento a la vida (amor fati) y espontaneidad; el arte como un "comenzar de nuevo", una manifestación de la voluntad de poder que se expresa en la creación de formas y valores.

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