Dignidad Humana y Conciencia: Reflexiones Esenciales sobre la Fe y la Ecología
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La Dignidad Humana como Imagen Divina
La Sagrada Escritura nos revela que “Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, hombre y mujer los creó” (Génesis 1:27). Esta afirmación fundamental establece la posición única del ser humano en la creación. Como se señala, el hombre “está hecho a imagen de Dios; en su propia naturaleza une el mundo espiritual y el mundo material”.
Por haber sido creado a imagen de Dios, el ser humano posee una dignidad intrínseca de persona; no es meramente “algo”, sino “alguien”. El Concilio Vaticano II impulsó una profunda reflexión sobre este concepto, reafirmando la dignidad del hombre tal como se presenta en el Génesis. Esto implica que cada ser humano, al ser imagen de Dios, no puede ser obligado a someterse a ningún sistema mundano que menoscabe su valor.
La capacidad existencial y social del hombre, junto con su habilidad para conocer y amar a Dios, encuentran su raíz en el hecho de haber sido creado a Su imagen. Todos los seres humanos comparten los mismos derechos, ya que han sido creados a imagen y semejanza de Dios, compartiendo una misma naturaleza y siendo hijos del mismo Padre, lo que nos llama a tratarnos como hermanos.
Jesucristo: El Salvador del Mundo
Jesucristo es el Salvador del mundo porque Él vino a morir en la cruz por nuestros pecados. Dios ha querido revelarse a la humanidad por medio de acontecimientos históricos, culminando la salvación con la llegada de Su Hijo, Jesucristo.
Conciencia Moral y Elementos de la Moralidad
Definición de Conciencia
Según el Catecismo de la Iglesia Católica, la conciencia es “el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está a solas con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella”. La conciencia moral se define como un juicio de la razón por el cual la persona humana reconoce la calidad moral de un acto.
Elementos de la Moralidad de los Actos Humanos
Los actos humanos, es decir, aquellos realizados libremente tras un juicio de conciencia, son moralmente calificables: son buenos o malos. El obrar es moralmente bueno cuando las elecciones de la libertad están conformes con el verdadero bien del hombre y expresan así la ordenación voluntaria de la persona hacia su último fin, que es Dios mismo.
La moralidad de los actos humanos se compone de los siguientes elementos:
- El objeto elegido: Aquello que se busca directamente con la acción.
- El fin que se busca o la intención: El propósito del agente al realizar el acto.
- Las circunstancias de la acción: Factores secundarios que influyen en la moralidad del acto, como el tiempo, lugar, modo, etc.
El objeto, la intención y las circunstancias son la fuente y los elementos constitutivos de la moralidad de los actos humanos.
El Valor Inestimable de la Persona Humana
De todas las criaturas visibles, solo el hombre es capaz de conocer y amar a su Creador. Es la única criatura en la Tierra a la que Dios ha amado por sí misma; solo él está llamado a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para este fin ha sido creado, y esta es la razón fundamental de su dignidad.
Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano posee la dignidad de persona; no es solamente “algo”, sino “alguien”. Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse libremente, y de entrar en comunión con otras personas. Además, es llamado, por la gracia, a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser puede dar en su lugar.
La Conversión Ecológica: Un Llamado Urgente
La conversión ecológica es un término utilizado por el Papa Francisco en su encíclica Laudato si’, y previamente por el Papa Juan Pablo II. Hace referencia a la profunda ruptura en la relación de la humanidad con la naturaleza, tratándola a menudo como un mero objeto de explotación, de manera análoga a cómo el pecado ha quebrado la relación del hombre con Dios.
El término “ecológica” proviene del estudio de las relaciones de los seres vivos entre sí y con su medio ambiente. “Conversión”, en la tradición cristiana, deriva del griego bíblico metanoia, que significa “cambiar la manera de pensar”.
La conversión ecológica nos insta a transformar nuestra forma de pensar y actuar en relación con el hombre y la naturaleza, especialmente con la Madre Tierra, que clama por un mayor cuidado. Se trata de un nuevo llamado a la conversión y a un renovado compromiso en los ámbitos personal y comunitario.