El Diálogo en Cine y Teatro: Claves, Estructura y Análisis de 'La Celestina'
Enviado por Programa Chuletas y clasificado en Español
Escrito el en español con un tamaño de 29,36 KB
Los textos dialogados: Las acotaciones
Los diálogos de cine suelen ser muy parecidos a los diálogos teatrales. No hay un narrador que te cuente lo que ocurre y sólo hay anotaciones que explican los gestos de los personajes. Los personajes hablan y lo que dicen nos ayuda a conocerles, a saber cómo son, qué les preocupa y cuáles son sus intenciones u objetivos. La única información que no proviene de lo que dicen los propios personajes es la que aparece en las acotaciones.
En un guion cinematográfico o en un texto teatral denominamos acotaciones a todas las indicaciones que nos sirven para saber dónde están los personajes, qué gestos hacen y cómo se mueven por el escenario descrito. Estas acotaciones siempre se escriben entre paréntesis.
La relación entre el personaje y su manera de hablar
Un diálogo es más convincente cuando se ajusta al carácter de los personajes que lo enuncian. ¿Qué te parecería si, por ejemplo, escucháramos a un cantante de rock que dijera esto en medio de un concierto?:
Los pies poseen muchas glándulas sudoríparas y la acumulación de sudor crea un espacio adecuado para el desarrollo de las bacterias, cuyo metabolismo desprende una serie de gases que son los responsables del mal olor.
Sus palabras, en el contexto de un concierto de rock carecen de lógica, son inverosímiles. Es necesario que lo que dice el personaje sea adecuado a su formación, su estado de ánimo y la situación que vive.
La verosimilitud
Ahora imagina que ese cantante también es profesor de biología, está dando clases en la universidad y ahora responde a una pregunta de un alumno:
Los pies poseen muchas glándulas sudoríparas y la acumulación de sudor crea un espacio adecuado para el desarrollo de bacterias, cuyo metabolismo desprende una serie de gases que son los responsables del mal olor.
Ahora el diálogo ha ganado en verosimilitud. Si te das cuenta, el personaje sigue siendo el mismo, simplemente lo hemos puesto dentro de un contexto apropiado, es decir, ejerciendo una actividad que se ajusta perfectamente a sus palabras, y en el lugar y con la vestimenta adecuada.
La adecuación al contexto: los registros
Cada uno de nosotros, al igual que los buenos personajes de la literatura, manejamos distintos registros cuando hablamos.
Utilizamos un registro formal cuando escribimos, en el trabajo o con personas a las que no conocemos. Su uso requiere un mayor grado de reflexión y de conciencia sobre el lenguaje.
Usamos un registro coloquial cuando hablamos con nuestros amigos o amigas o con personas con quienes tenemos mucha familiaridad. Se caracteriza por la espontaneidad y la inmediatez.
Para que la comunicación sea efectiva debemos estar siempre atentos a la hora de utilizar el registro adecuado. Lo contrario podría confundir o molestar a nuestro interlocutor.
Denominamos interlocutor a cada una de las personas que intervienen en un diálogo.
Características del registro formal y coloquial
El registro formal:
- Elaboración de frases bien estructuradas y precisas.
- Preocupación por la corrección gramatical.
- Uso de un vocabulario rico y variado.
El registro coloquial:
- Empleo de frases mal estructuradas construidas mientras se habla, tal y como acuden las ideas al pensamiento. En ocasiones se cometen incluso agramaticalidades («yo me parece que el pelo corto le queda mejor»).
- Abundancia de exclamaciones («¡anda que no!»), comparaciones («se quedó como un pasmarote») y exageraciones («te lo he dicho mil veces»).
- Vocabulario escaso y repetitivo con abundancia de muletillas («cosa», «vaina»), modismos («más largo que un día sin pan»), interjecciones y onomatopeyas («¡zas! ¡pam!»), y jerga («rollo», «pavo»).
Los complementos del verbo
Complemento directo y complemento indirecto
Como sabemos, una oración se compone de sujeto y predicado. El núcleo del predicado es siempre una forma verbal conjugada. Este sintagma verbal que cumple la función de núcleo del predicado puede ser complementado por otros sintagmas que completan o modifican su significado:
El escritor le dedicó las memorias a su esposa.
En esta oración tenemos tres sintagmas nominales, un sintagma preposicional y un sintagma verbal. Cada uno de los sintagmas debe cumplir obligatoriamente una función dentro de la frase.
«Dedicó» es un verbo conjugado que funciona como núcleo del predicado. El resto de palabras que forman parte del predicado se agrupan en sintagmas que cumplen alguna función respecto al sintagma verbal que hace de núcleo.
Estudiaremos algunas de las funciones que pueden realizar los sintagmas cuando complementan un verbo. Nos centraremos en dos tipos de complemento: el complemento directo (CD) y el complemento indirecto (CI).
La estructura argumental de los verbos
Los verbos tienen una estructura argumental que predice qué complementos van a necesitar para completar su significado en un contexto determinado. Lo entenderás mejor con un ejemplo. Escogeremos uno de tus verbos preferidos.
La estructura argumental del verbo comer es la siguiente:
(Alguien) comer (algo)
Aunque no se exprese de manera explícita en una oración, la estructura argumental subyace siempre de manera implícita. Esto significa que, aunque podamos escuchar una oración como esta:
¡Come!
alguien debe realizar la acción de comer y debe comer algo, pero a veces se omite por ser una información irrelevante o que se sobreentiende por el contexto:
¡Tú, come esto!
El complemento directo (CD)
Fíjate en la siguiente oración:
Edmundo come pollo asado.
En esta oración el verbo comer exige un sujeto que realiza la acción de comer y un complemento del verbo que nos indica qué es lo que come el sujeto. En este caso el sintagma nominal «pollo asado». Si sustituimos «pollo asado» por cualquier otro sintagma nominal seguirá cumpliendo la misma función:
- Edmundo come un bocadillo de atún.
- Edmundo come ensalada.
- Edmundo come legumbres.
- Edmundo come plátanos.
Pues bien, esta función es la de complemento directo. El complemento directo se aplica siempre a verbos predicativos y puede ser sustituido por los pronombres (lo, le, la, los, las).
Todos los verbos son predicativos a excepción de los verbos ser, estar y parecer, que son copulativos.
¿Qué sintagmas desempeñan la función de CD?
La función de complemento directo (CD) la desempeña casi siempre un sintagma nominal:
- Edmundo escucha la canción.
- El Abate admira el paisaje.
- Los carceleros traen agua.
Sin embargo, cuando el complemento directo (CD) se refiere a una persona debemos utilizar la preposición a delante del sintagma nominal, por lo que en estos casos es un sintagma preposicional el que cumple esta función:
- Edmundo escucha a Prístina Aguileña.
- El Abate admira a Lío Pessi.
- Los carceleros traen al nuevo preso.
En cambio, si transformamos el sintagma nominal y usamos un pronombre átono (lo, le, la, los, las) la preposición a desaparece.
La voz pasiva para reconocer el complemento directo
La pronominalización debería ser suficiente para localizar el complemento directo. Pero si tienes dudas también puedes emplear otro método que te servirá, además, para estar seguro de que no te has equivocado con el sujeto.
Al hacer una transformación en voz pasiva, el complemento directo pasa a ser el sujeto paciente de la oración pasiva, es decir, concuerda con el verbo en género y número:
Oración activa:
Edmundo escribió un diálogo pésimo.
Oración pasiva:
Un diálogo pésimo fue escrito por Edmundo.
Al transformar una oración en pasiva el sujeto de la oración activa pasa a ser el complemento agente de la oración pasiva y va siempre introducido por la preposición «por».
El complemento indirecto (CI)
Antes hemos explicado que el verbo comer tiene esta estructura argumental:
(Alguien) come (algo)
Edmundo come una pierna.
Sin embargo, muchas veces es posible completar esta estructura con un complemento que puede indicar, como en este caso, posesión. Se trata del complemento indirecto:
Edmundo come una pierna (la pierna es del abate).
Edmundo le come una pierna al abate.
Definición y tipos de CI
En general, el sintagma que realiza la función de CI es la parte del predicado que se refiere a la persona, animal u objeto que se ve beneficiado o perjudicado por la acción que expresa el verbo. El CI va precedido siempre por la preposición a.
Existen diferentes tipos de CI, según la relación semántica que mantenga con el resto de elementos de la oración:
- Poseedor de la cosa expresada en el CD: Edmundo le come una pierna al abate.
- Experimentador de la acción expresada por el verbo: Las películas de vampiros le gustan a Itziar.
- Destinatario de la cosa expresada por el verbo y el CD: El asesino le envió su confesión a la policía.
Los pronombres para sustituir CD y CI
A veces podemos confundir el complemento directo y el complemento indirecto debido a que en algunos casos ambos pueden ir precedidos de la preposición a:
Edmundo contempla a Mercedes.
Edmundo escribe una carta a Mercedes.
Para salir de dudas sólo necesitamos sustituir todo el sintagma preposicional por un pronombre, y así sabremos si se trata de un complemento directo o de un complemento indirecto.
Aquí tienes una tabla con los pronombres que sirven para sustituir complemento directo y complemento indirecto:
número | persona | CD | CI |
---|---|---|---|
singular | 1ª persona | Me | Me |
2ª persona | Te | Te | |
3ª persona | Lo/La/ [Le*] | Le/Se | |
plural | 1ª persona | Nos | Nos |
2ª persona | Os | Os | |
3ª persona | Los/Las | Les/Se |
*«Le» algunos hablantes utilizan le para sustituir el complemento directo cuando éste se refiere a un ser humano o a un elemento humanizado de género masculino.
La clave está en la tercera persona
La manera de distinguir el CD del CI es sustituirlos por pronombres de tercera persona, ya que el resto son idénticos. Pero, ¿por qué en la columna del CI se admiten dos opciones?
número | persona | CD | CI |
---|---|---|---|
singular | 3ª persona | Lo/La/[Le*] | Le/Se |
plural | 3º persona | Los/Las | Les/Se |
Precisamente eso nos puede ayudar a localizar con más seguridad el complemento indirecto. Si en una misma oración tenemos un CD y un CI se produce un extraño fenómeno al sustituirlos: la doble pronominalización.
La doble pronominalización
- Un dinosaurio ilustrado le birló los libros a María.
Un dinosaurio se los birló. - La actitud de la prensa le quitó las ganas de entrenar a Luis.
La actitud de la prensa se las quitó. - El héroe le atravesó el corazón al hombre lobo con una bala de plata.
El héroe se lo atravesó con una bala de plata.
Como ves, si sustituimos tanto el complemento directo como el complemento indirecto se produce algún fenómeno extraño que nos permite identificarlos con mayor facilidad:
- El pronombre de complemento indirecto siempre aparece antes que el pronombre de complemento directo: Te di el lápiz. Te lo di.
- Los pronombres de complemento indirecto de tercera persona (le, les) se transforman en se cuando aparecen junto al complemento directo: Le devolví el dinero. Se lo devolví. Les negué la verdad. Se la negué.
La pasividad del CI en la oración pasiva
Otra manera de saber que estamos ante un complemento indirecto es que no sufre ningún tipo de alteración al transformar en pasiva una frase:
- El director le dio un papel a Lope Cruz.
El papel le fue dado por el director a Lope Cruz. - La cantautora le brindó dos canciones más a su público.
Dos canciones más le fueron brindadas por la cantautora a su público.
El final de la Edad Media: «La Celestina»
Durante los siglos XIV y XV tuvieron lugar profundos cambios en el seno de la sociedad europea. Fue una época de transición en la que los valores y principios del sistema feudal entraron en crisis para dar paso a la Edad Moderna y el Renacimiento. En estos cambios influyeron las diversas epidemias de peste negra que asolaron Europa en la segunda mitad del siglo XIV. Dichas epidemias causaron la muerte de un tercio de la población europea (unos 25 millones de personas), por lo que la vida y la organización social se transformaron totalmente. La huella que dejó la peste negra puede apreciarse en las representaciones artísticas de la muerte y, sobre todo, en la gran popularidad que alcanzó la danza de la muerte.
La burguesía y la modernización de las ciudades
Este periodo histórico se caracteriza por el desarrollo de las ciudades y el comercio, así como el auge de una nueva clase social: la burguesía. Los burgueses competían con la nobleza y, a la larga, contribuyeron a fortalecer el poder de los reyes apoyando la creación de estados, que harían desaparecer el sistema feudal. En lugar de compartir el poder con los señores feudales, el rey contaba con el apoyo de la burguesía, y así tenía un mayor control sobre las tierras, pueblos y ciudades.
La cultura dejó de ser un privilegio exclusivo de monjes y clérigos, gracias a la creación de las universidades. En aquel ambiente de cambios, la preocupación por la vida eterna empezó a compartir importancia con la fascinación por la vida y el disfrute del presente.
«La Celestina»: el problema de la autoría
A finales del siglo XV, en plena etapa de transición hacia el Renacimiento, apareció una de las obras más extraordinarias de la literatura española y universal: La Celestina o Tragicomedia de Calisto y Melibea. Se publicó de manera anónima, pero el texto iba encabezado por una Introducción («Del Autor a un su amigo») en la que el autor se excusaba por publicar una obra que podía resultar ofensiva o servir de mal ejemplo.
El anónimo autor señalaba que había encontrado la obra inacabada mientras estudiaba derecho en la Universidad de Salamanca. La leyó y le gustó tanto que decidió concluir la obra él mismo. Considerando que su primer autor era docto y que la obra estaba llena de sentencias, la continuación de la obra podría servir para advertir a los jóvenes de los peligros que se podían derivar de dejarse llevar por el amor y fiarse de los criados y de gente de baja condición.
Aún se desconoce el nombre del autor del primer acto, aunque algunos sugieren que podrían ser Juan de Mena (el autor de Laberinto de fortuna) o Rodrigo de Cota.
Fernando de Rojas: el posible autor de «La Celestina»
Además de la introducción, aparecía un poema acróstico que precede al prólogo. Un acróstico es una composición poética en la que al leer la letra inicial de cada verso en sentido vertical se descubre una palabra o frase.
Por esto sabemos que quien escribió, al menos, parte de La Celestina fue el bachiller Fernando de Rojas. Nacido en la Puebla de Montalbán (Toledo) hacia el año 1470, perteneció a una familia acomodada de judíos conversos. Estudió leyes en la Universidad de Salamanca y se sabe que fue alcalde de Talavera de la Reina, lugar donde se casó, vivió y murió en 1541. Por el inventario de sus bienes se sabe que poseía una excelente biblioteca que aclara algunas de las referencias a libros clásicos que aparecen en La Celestina. Sin embargo, apenas se encontró un ejemplar de esta tragicomedia en su biblioteca. Por alguna razón desconocida, Fernando de Rojas vivió el resto de su vida sin prestar ninguna atención al gran éxito que tuvo La Celestina. Incluso, después de la publicación de esta obra, no volvió a escribir nada más.
Argumento de «La Celestina»
La acción transcurre en una ciudad imprecisa que algunos han identificado con Toledo, Salamanca o Sevilla. Calisto es un joven noble y apuesto que se enamora perdidamente de Melibea, una hermosa doncella e hija única de una familia ilustre. Calisto es rechazado por Melibea y queda totalmente abatido. Por consejo de su criado Sempronio, Calisto le pide ayuda a Celestina, una vieja alcahueta que se sirve de conjuros y su habilidad retórica para vencer la resistencia de Melibea. Celestina consigue que la joven se enamore de Calisto.
Cuando Calisto va a encontrarse con Melibea en secreto, sus dos criados discuten con Celestina exigiéndole que comparta la recompensa que su amo les había prometido si le ayudaban a alcanzar el amor de Melibea: una cadena de oro. Ante la negativa de Celestina, Sempronio y Pármeno la matan por lo que son condenados a muerte y ejecutados.
Areúsa y Elicia, protegidas de la difunta Celestina, planean vengarse de la pareja por la pérdida de su ama y de sus amantes (los criados Pármeno y Sempronio).
Al final todo se resuelve de un modo trágico para los dos jóvenes amantes.
Una parodia del amor cortés
En La Celestina se parodia los principios del amor cortés que cultivaron trovadores y poetas a lo largo de la Edad Media.
Al principio de la obra cada personaje se ajusta al comportamiento y el lenguaje propios de la poesía trovadoresca, pero Calisto no tiene la paciencia de esperar y sufrir por el amor de Melibea y ella accede, por mediación de Celestina, a los deseos de su pretendiente. Ambos rompen de este modo la relación prototípica del amor cortés, según la cual la mujer es señora y el hombre es su siervo. Lo que ocurre entre ellos era conocido como «el amor loco», es decir, un amor tan grande y apasionado que en aquella época los médicos lo consideraban como una enfermedad, producto de una inflamación cerebral.
El problema del género: ¿teatro o novela?
La Celestina está escrita en forma de diálogo, como si fuera una obra de teatro. Guarda algunas semejanzas con la comedia humanística que se desarrolló en Italia desde finales del siglo XIV, e igualmente guarda cierta relación con la comedia latina. Sin embargo, no termina de encajar totalmente con estos tipos de comedia. Hasta el siglo XVIII nadie dudaba de que La Celestina fuese un texto teatral, a pesar de que nunca había sido representada en un teatro. El hecho de que La Celestina sea un texto dialogado pero no pensado para ser llevado a escena hace que se sitúe entre el teatro y la novela dialogada.
La obra está compuesta por veintiún actos, de manera que su forma y su longitud no permiten que sea fácilmente representada. Por ello se piensa que fue escrita para lecturas dramatizadas, una práctica común entre los estudiantes de la época: una o varias personas leían el texto en voz alta y cambiaban el tono en función del personaje que interviniera.
«La Celestina»: ¿comedia o tragedia?
La Celestina se publicó por primera vez bajo el título de Comedia de Calisto y Melibea. Es comprensible que su autor la considerara en principio una comedia, ya que la obra presenta características propias de este género clásico. Estas son las principales características de la comedia y la tragedia:
Comedia
- Lenguaje popular y cercano al que se habla en la vida cotidiana.
- Personajes con características cercanas a la realidad, con sus virtudes, defectos y debilidades. Abundancia de personajes de baja condición: mentirosos, pícaros, avaros y charlatanes.
- Sucesos cotidianos que sólo afectan a la vida de los propios personajes que los protagonizan.
- Visión amable de la vida. Los conflictos ponen en aprietos a los personajes, pero todo se suele resolver en un final feliz.
Tragedia
- Lenguaje culto, poético, y retórico.
- Personajes de condición elevada: héroes, reyes o dioses llenos de virtud y dotados de un profundo sentido ético.
- Sucesos extraordinarios y relevantes que no sólo afectan a la vida de los protagonistas sino que pueden repercutir en toda una comunidad.
- Visión trascendente de la vida. Los protagonistas deben enfrentarse a su destino y cumplir obligaciones impuestas de las que deben responsabilizarse, cosa que en ocasiones implica un sacrificio.
«La Celestina»: una tragicomedia
En La Celestina se mezclan elementos cómicos y trágicos, y por este motivo el autor que la concluyó decidió utilizar el término tragicomedia para referirse a su obra.
- Mezcla de personajes nobles (Calisto, Melibea, Pleberio) y de baja condición (Celestina, Sempronio, Pármeno, Areúsa y Elicia).
- Mezcla de lenguaje culto y retórico (cuando hablan los personajes que pertenecen a la nobleza) con lenguaje popular e incluso vulgar (cuando hablan los criados y las prostitutas). Cada personaje adapta su manera de hablar en función de su interlocutor. Un claro ejemplo de esto lo tenemos en la Celestina, que habla de un modo vulgar y procaz cuando se dirige a sus protegidas y que, en cambio, domina a la perfección el arte de la retórica y emplea un lenguaje muy elaborado cuando habla con personajes nobles.
- Por lo que respecta a la acción todos los personajes se mueven por su propio interés, y todo lo hacen para conseguir algún tipo de provecho personal o para satisfacer sus vicios.
- El conjunto de la obra transmite una visión pesimista del mundo pero que no es compartida por los personajes, que no asumen su responsabilidad y se comportan como lo harían los personajes de comedia. Por este motivo no se puede hablar de visión trágica del mundo. La Celestina presenta a personajes cómicos en un mundo trágico.
Los personajes
Celestina
Es una anciana hábil, llena de vida y de aspecto muy desaliñado, maestra de la manipulación psicológica y una perfecta alcahueta (mediadora para satisfacer los placeres y caprichos de los hombres que solicitan sus servicios). Celestina es uno de los pocos personajes (junto a Pármeno) del que se conoce algún aspecto de su pasado. Fue prostituta y el tiempo y la necesidad la llevaron a aprender el arte de la hechicería, que práctica para fomentar enlaces amorosos. Experta en el arte del disimulo, oculta su verdadero oficio siempre con otras actividades. Frente al ideal y sueño de los enamorados, ella representa al mundo real. La codicia es su gran defecto, y lo que al final causará su muerte. Su figura está inspirada en otras alcahuetas que ya habían aparecido en las comedias romanas y en obras de la Edad Media, como la Trotaconventos del Libro de Buen Amor del Arcipreste de Hita.
Calisto
Es un joven noble muy acomodado, que a pesar de su ingenio no tiene la firmeza de Melibea. Representa la decadencia de la nobleza que ha perdido su función guerrera y que ahora sólo se dedica a disfrutar de los placeres, gracias a rentas y a grandes herencias. Calisto es muy voluble e influenciable, a la par que egoísta e inseguro. Compra con dinero y adulaciones a Celestina y a sus criados, y cuando estos últimos mueren poco o nada le importa. Se enamora de Melibea de un modo tan exagerado que su pasión terminará por convertirlo en un personaje trágico. Sólo le importa su satisfacción, y por eso morirá víctima de sus deseos.
Melibea
Es una joven doncella perteneciente a la nobleza, muy humana que en principio rechaza el ofrecimiento de Calisto, quien la retrata más como un ideal que como una mujer de carne y hueso. Sin embargo, Melibea no es una joven inocente controlada por sus padres, más bien, es directa, práctica, enérgica y profundamente individualista en sus decisiones (algo muy moderno en la literatura española de la época). Una vez que se ha convencido de su amor y de su pasión por Calisto (víctima o no del hechizo), ya nada la detiene: pacta con Celestina, engaña a sus padres y se entrega a Calisto. Pero la muerte de su amado la dejará en una delicada posición moral que, unida al dolor, la conducirá al suicidio. Sus padres, Alisa y Pleberio, son la representación de un matrimonio burgués de la época. La madre, más preocupada por su posición social, no sabe nada sobre su hija. Y el padre, ingenuo y bonachón, está demasiado ocupado para descubrir la verdad antes del final de la obra, cuando el dolor le haga declamar un triste discurso.
Criados y prostitutas
Pármeno, criado de Calisto, es el personaje que más cambia a lo largo de la obra y además, es el más trágico puesto que es corrompido por todos los demás. Al principio es un criado fiel y honesto que luego se convierte en cínico y desleal, sólo preocupado por el dinero y el placer sexual.
Sempronio es el otro criado de Calisto, ha perdido el respeto por cualquier amo y es ambicioso, un poco torpe, resentido y cobarde. Sempronio es quien degüella a Celestina cuando ésta no quiere compartir la cadena de oro que ha recibido en pago. También encontramos a Elicia y Areúsa, dos jóvenes prostitutas protegidas de Celestina y utilizadas por ésta para alcanzar sus fines. Al final, motivadas por el desamparo, la rabia y la envidia, urdirán la venganza que lleva a la muerte a Calisto y a Melibea.
Realismo y modernidad de los personajes
En la época en que se publicó La Celestina, los criados que aparecían en una obra de teatro no eran más un simple relleno, personajes estereotipados que ejercían de graciosos o de meros comparsas de sus amos. En cambio, Pármeno, Sempronio, Areúsa y Elicia son personajes con una personalidad muy definida. Representan la incorporación al teatro de una realidad social ignorada hasta ese momento por los autores: el mundo de los criados y las prostitutas, propio de los bajos fondos de las ciudades.
Además, el tratamiento que se les da a los personajes femeninos en La Celestina también es distinto del que reciben en cualquier obra de aquellos tiempos. Desde la compleja astucia de Celestina hasta la sorprendente energía de Melibea, todas las mujeres en esta obra poseen un carácter y un comportamiento que las hace únicas y que marca su evolución en el desarrollo de la historia. Sus cualidades individuales las aleja de los arquetipos femeninos típicos de la época.
Criados que actúan y amos que parecen marionetas
Como ya hemos dicho, en la Edad Media existía una sociedad muy estratificada y una gran separación entre las distintas clases sociales. Sin embargo, en esta obra los personajes de alta cuna y los de los estratos sociales más bajos conviven y se comunican constantemente.
En La Celestina los criados deciden y exigen, y son una parte importantísima de la trama, ya que son los que hacen avanzar la acción. Mientras Calisto y Melibea se entregan a su amor ideal y alejado de la realidad, los criados viven su propio drama movidos por el interés y la avaricia. Son dos maneras de entender el mundo las que se enfrentan en la obra: el ideal, y típicamente literario, de los jóvenes enamorados, y el realista y cruel de Celestina y los criados, que manipulan a los jóvenes como títeres.
Las fuentes de «La Celestina»
Las fuentes literarias de La Celestina no son populares, sino cultas. Reflejan el amor de Fernando de Rojas por la lectura. La obra está llena de referencias clásicas que hacen que todos los personajes, ya sean de baja o de alta condición, expresen ideas muy profundas y ofrezcan una visión muy compleja de la naturaleza humana. Por una parte, encontramos las fuentes clásicas: Aristóteles, Séneca, Plauto; Terencio y el Ars Amandi de Ovidio, donde ya aparecía el personaje de la alcahueta. Luego, tenemos las fuentes italianas: el humanista toscano Francesco Petrarca tiene una influencia muy determinante, pues es el autor más citado por Fernando de Rojas (99 veces) ya que poseía un Index de este autor en latín (el equivalente a unas «Obras completas»). También tomó elementos para el argumento de La Celestina de distintas comedias humanísticas en latín y de la obra de Giovanni Boccaccio. Por último, tenemos las fuentes castellanas. El Corbacho de Alfonso Martínez de Toledo, arcipreste de Talavera; el Libro de Buen amor, de Juan Ruiz, arcipreste de Hita; así como obras de Juan del Encina, Juan de Mena y Jorge Manrique.