Desintegración de Yugoslavia: Nacionalismos, Conflictos y el Ascenso de Milosevic
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El nacionalismo era la nota dominante entre las tres comunidades que integraban Bosnia-Herzegovina: los musulmanes, los serbobosnios y croatobosnios. Pero el desarrollo de cualquiera de estos nacionalismos entraba en pugna con los otros dos y, al mismo tiempo, con los de su entorno, lo que generaba miedo. En las elecciones ganaron los musulmanes, seguidos de serbios y croatas. Fue elegido presidente de la República el musulmán Alia Izetbegovic y presidente del Parlamento, el serbio Moncilo Krajasnik, dando a un croata el cargo de primer ministro.
El proceso político de democratización comenzó en Eslovenia antes que en el resto de repúblicas yugoslavas. Su caso era más fácil, al tratarse de una república con gran cohesión étnica y homogeneidad religiosa y cultural.
En 1989 el propio Parlamento desafiaba al Estado yugoslavo al aprobar leyes que se ponían por encima de las federales de la Constitución de 1974. Tras las elecciones, Milos Kucàn sería el Presidente y Lojze Meterle el primer ministro al haber ganado la coalición DEMOS -Oposición democrática de Eslovenia.
Montenegro tuvo siempre gran dependencia de Serbia. Optaba por esa razón por la continuidad de la vieja Yugoslavia, de manera que el comunismo siguiera vigente. La consulta electoral de 1990 dio a los comunistas 83 de los 125 escaños del Parlamento eligiéndose como presidente de la República con 77% de los votos a Momir Bulatovic. En ningún momento se planteó la separación de Serbia con la que, en 1992, formó la República Federal de Yugoslavia.
En Macedonia el fervor nacionalista podía mantenerse si se lograba salir del alcance de Milosevic. Hubo violentos choques entre el nacionalismo serbio y macedonio en agosto de 1990. En las elecciones de finales de ese año, ganaron los nacionalistas con 37 escaños de 120, seguidos de los comunistas con 31, el Partido Albanés 25 y la Alianza de Fuerzas para la Reforma, 19. Nacionalistas y comunistas se unieron y un comunista, Kilo Gligorov, sería el Presidente de la República. Pero esta alianza sólo duraría hasta octubre de 1991.
El líder serbio Milosevic es el protagonista más relevante en la etapa de conflictos en estos territorios balcánicos, es el político con más carisma desde la desaparición de Tito. Representa el renacimiento de la nación serbia y es el prototipo de nacionalista radical dispuesto a todo para lograr su objetivo. La «Gran Serbia» será su grito de guerra político. Viene a representar la reacción conservadora y la causa contrarrevolucionaria armada que rechazará todo tipo de soluciones para mantener el país unido.
Los serbios de Croacia, que residían mayoritariamente en la Krajina, intentan separarse de la república croata y seguir formando parte de lo que quedaba de Yugoslavia, uniéndose a Serbia y Montenegro.
Las instituciones comunes de lo que quedaba de la República Federal Socialista de Yugoslavia no funcionaban ya en 1991. El 92% de los croatas votaban a favor de la independencia el 19 de mayo de 1991. El Ejército dejó de ser yugoslavo para convertirse en el ejército de Serbia. Pero grupos de croatas y eslovenos desertarían pronto para alinearse con sus compatriotas. La falta absoluta de acuerdo, ni siquiera de diálogo, entre serbios, eslovenos, croatas y el resto llevaba inevitablemente a la desintegración de la Yugoslavia de Tito.
Cada uno pedía autodeterminación pero se la negaba al vecino: Serbia se la negaba a Croacia o Kosovo y Croacia hacia lo mismo con los serbios de la Krajina. Además, todos esgrimían sus derechos históricos para defender su independencia. La fijación de las fronteras era otro gran problema pues habían sido decididas por Tito y no eran fronteras internacionales.