Los Doce Descubrimientos: Un Camino Hacia la Vida Creativa y Feliz
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Los Doce Descubrimientos
Es cierto, en el último párrafo hemos dado un salto de gigante: pasamos del descubrimiento de los ámbitos -nivel dos- a la felicidad del hombre. ¿No dejamos algo entre medias? En efecto. Pero este epígrafe, de humildes presupuestos para el pensamiento riguroso, apenas nos permite ahondar más en el camino. Sólo podemos anticipar que la senda hacia el pensar riguroso que nos oriente hacia una vida creativa y feliz comienza por descubrir y atender con justicia a estos dos niveles de realidad. No obstante, para las mentes más inquietas, esbozaremos todo el proceso, de doce descubrimientos, que revela Alfonso López Quintás en obras como Descubrir la grandeza de la vida y El secreto de una vida lograda.
El Proceso de los Doce Descubrimientos
El primer descubrimiento es el de la distinción entre objetos y ámbitos. El hallazgo de los ámbitos -inabarcables, inasibles- nos invita a dar un paso más: entrar en juego con ellos. Al dejarnos rodear por los ámbitos, asumiéndolos y recreándolos -al introducirnos de lleno en una lectura; al interpretar una pieza musical; al bailar-, vivimos una experiencia reversible y envolvente. Este juego creador, interactivo, de las experiencias reversibles nos lleva al tercer descubrimiento: el encuentro. El encuentro es un entreveramiento de ámbitos, una colaboración creativa entre ámbitos que funda una nueva realidad. El encuentro entre la semilla y la tierra fecunda funda el árbol. El encuentro entre personas de similares inquietudes funda una comunidad de amigos, etc.
Para que se dé un verdadero encuentro, son necesarias varias condiciones o exigencias, como la fidelidad, la generosidad, la entrega, el espíritu de colaboración, etc. Los valores y las virtudes -cuarto descubrimiento- no son una imposición escrita y cerrada que anulan la libertad del hombre -nivel uno-, son, más bien, una propuesta dinámica -nivel dos- que otorga fuerza y capacidad al hombre para fundar modos valiosos de encuentro. ¿Es posible una amistad sin generosidad? ¿Es posible el “amor verdadero” que juran los protagonistas de La princesa prometida -que jura cualquier matrimonio- sin fidelidad, entrega, veracidad, paciencia, cordialidad, etc.?
El fruto más valioso del encuentro es el quinto descubrimiento: encontrar el ideal de la vida. La experiencia del encuentro le revela al hombre que él es un ser de encuentro. Cuando un hombre experimenta un verdadero encuentro, se descubre pleno, alegre, en paz, como si todo el universo conspirara para su felicidad. Es entonces cuando el hombre cobra conciencia de que su plenitud está orientada a conseguir formas cada vez más altas de unidad, de vinculación creadora con las realidades más valiosas.
El sexto descubrimiento nos revela que la verdadera libertad no es la simple libertad de maniobra, siempre limitada por una serie de condicionantes internos y externos, sino la libertad interior, aquella que nos pone en tensión y nos orienta hacia nuestra realización personal. Así, podemos explicar dos modelos típicos de estudiante. Supongamos que los dos desean y quieren ejercer la profesión para la que les habilitará su carrera. El primero es capaz de estudiar y asistir a clase regularmente, hasta aprender ágilmente los conocimientos y habilidades para desarrollar una profesión. El segundo hace muchas cosas durante sus años de carrera, salvo estudiar, ir a clase o desarrollar prácticas y, cuando termina sus estudios, no encuentra dónde desarrollarse profesionalmente, porque no tiene los conocimientos ni habilidades suficientes. ¿Cuál de los dos es más libre? ¿El que se ha conducido siempre conforme a su ideal y proyecto de vida, o el que anduvo errático y haciendo muchas cosas, pero nada conforme a su ideal o proyecto determinado?
Descubrir este sentido profundo de libertad, que implica sacrificios y esfuerzos que no parecen tener recompensa a corto plazo, nos ayuda a revelar el séptimo descubrimiento, cómo colmar de sentido nuestra vida. La vida tiene sentido cuando nuestro quehacer diario está orientado hacia una meta o ideal que merece la pena y los esfuerzos que hacemos para lograrlo. Ahora bien, estos esfuerzos pueden ser llevaderos e incluso gratificantes si aprendemos a leer dentro de ellos y a extraer lo valioso que atesoran.