Descubriendo el Sueño: Un Recorrido por sus Fases y Funciones Esenciales

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El Sueño: Una Necesidad Biológica Fundamental

El sueño es una parte integral de la vida cotidiana, una necesidad biológica que permite restablecer las funciones físicas y psicológicas esenciales para un óptimo rendimiento.

Históricamente, el sueño pasó de ser considerado un fenómeno pasivo en el que aparentemente no ocurría nada, a considerarse, a partir de la aparición de técnicas de medición de la actividad eléctrica cerebral (como el electroencefalograma), un estado de conciencia dinámico. Durante el sueño, podemos llegar a tener una actividad cerebral tan activa como en la vigilia, y ocurren grandes modificaciones en el funcionamiento del organismo, como cambios en la presión arterial, la frecuencia cardíaca y respiratoria, la temperatura corporal y la secreción hormonal, entre otros.

Cada noche, mientras dormimos, pasamos por diferentes fases o estadios de sueño que se suceden con un patrón repetido a lo largo de cuatro a seis ciclos. Todos estos estadios se incluyen en dos grandes fases de sueño, con grandes diferencias en cuanto a actividad muscular, cerebral y movimientos oculares:

Fase de Sueño de Ondas Lentas (No REM)

Esta fase se compone de cuatro estadios, en los que se va profundizando progresivamente en el sueño:

  • Estadio I: Transición entre la vigilia y el sueño, caracterizado por ondas cerebrales de baja amplitud y alta frecuencia.
  • Estadio II: El sueño se vuelve más profundo, con la aparición de complejos K y husos de sueño en el electroencefalograma (EEG).
  • Estadios III y IV (Sueño Profundo): Caracterizados por la presencia de ondas delta, que son ondas lentas y de gran amplitud.

La actividad cerebral, registrada mediante electroencefalograma (EEG), muestra ondas cerebrales de alta frecuencia y baja amplitud (similares a la vigilia) que se van transformando progresivamente en ondas de menor frecuencia y mayor amplitud. El tono muscular desciende, dejando el cuerpo cada vez más relajado e inmóvil. Asimismo, el ritmo respiratorio y cardíaco disminuye, y los lentos movimientos oculares del inicio del sueño desaparecen por completo.

La progresión de la fase I a la IV dura aproximadamente 90 minutos y comporta una profundización del sueño que implica un mayor aislamiento sensorial del entorno y, por tanto, mayores dificultades para despertar, alcanzando el grado máximo en la fase IV.

Los cambios orgánicos que se producen en esta fase del sueño han llevado a los científicos a señalar su relación con la recuperación física del organismo (regeneración y recuperación de energía). Se ha concluido que la privación del sueño profundo puede desencadenar problemas médicos importantes, como problemas de crecimiento o déficits hormonales, entre otros.

Fase de Sueño REM (Movimientos Oculares Rápidos)

Esta fase aparece por primera vez aproximadamente a los 90 minutos de quedarnos dormidos. La actividad cerebral es rápida y de baja amplitud, pareciéndose más a la observada durante la vigilia. Sin embargo, una diferencia crucial es que, en este caso, la actividad no es provocada por estímulos externos percibidos a través de los sentidos, sino por los ensueños o sueños que tienen lugar en esta fase.

Una característica distintiva de esta fase es la atonía muscular (pérdida del tono muscular), que nos protege de lesionarnos al impedir que movamos nuestro cuerpo en respuesta a los sueños. Además, como su nombre indica, esta fase se caracteriza por la aparición de movimientos oculares rápidos.

A lo largo de la noche, el sueño REM se alterna con las distintas fases del sueño no REM, aunque la mayor parte del sueño REM se produce al final de la noche. Por este motivo, cuanto más tarde nos levantamos, más probabilidades tenemos de recordar los sueños, puesto que tendemos a recordarlos si nos despertamos durante esta fase.

Los cambios que se producen en esta fase han llevado a los científicos a señalar la relación que el sueño REM puede tener con la consolidación y el recuerdo de lo que aprendemos durante el día. El hecho de que la cantidad de sueño REM cambie a lo largo del ciclo vital —de modo que los bebés y niños tengan más sueño de este tipo que los adultos, y estos a su vez más que los ancianos— parece confirmar esta hipótesis, ya que participaría en funciones cruciales de reorganización neuronal y aprendizaje.

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