Descubriendo la Civilización Íbera: Urbanismo, Liderazgo y Rituales Funerarios

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La civilización íbera presenta un modelo de ciudad distinto del clásico. A diferencia de las urbes grecorromanas, carecían de plazas, edificios públicos o pórticos representativos del poder político. Sin embargo, contaban con aljibes para el suministro de agua, aunque no disponían de acueductos ni sistemas de desagüe complejos.

Estructura de Poder y Sociedad Íbera

La organización social se basaba en jefaturas o principados, surgidos de distintos linajes. Estos líderes institucionalizaban su autoridad mediante el consenso de sus seguidores y se atribuían una serie de valores sagrados y militares. De esta forma, concentraban el poder, aunque con el tiempo se observa una paulatina separación de sus funciones.

La existencia de estas jefaturas y sus linajes está constatada a través de la escultura íbera. Aunque elaborada por los propios íberos, muestra claras influencias mediterráneas que fueron reelaboradas para expresar sus propios mensajes. Inicialmente, las tumbas eran custodiadas por animales míticos o seres híbridos, como grifos o esfinges. No obstante, a partir del siglo VI a. C., se observa una elaboración de programas iconográficos mucho más complejos. Estos programas se enmarcan en un contexto de diferenciación social, donde emergían grupos que acumulaban poder y prestigio.

Vivienda Íbera

El estudio de las viviendas íberas nos ofrece una visión profunda de la organización social, los modelos familiares, las relaciones de género, las formas de vida y la producción doméstica, humanizando así la cultura íbera. No se aprecia una jerarquización marcada entre las viviendas, lo que sugiere una cierta igualdad entre sus habitantes, especialmente entre las figuras centrales o cabezas de familia, que eran prácticamente idénticas en sus espacios.

Esto se debe a que las viviendas no eran concebidas como espacios de representación social, como los entendemos hoy en día, sino como edificios sencillos. Eran estructuras rectangulares y pequeñas, con entre una y tres habitaciones, y a menudo adosadas. Se techaban con barro y hojas, a diferencia de las tejas, y disponían de lo básico para las funciones domésticas.

Necrópolis Íberas: Espacios de Memoria y Ritual

Las necrópolis, además de ser edificios funerarios y religiosos, funcionaban como espacios sociales fundamentales. Vinculaban a la comunidad con su pasado a través de un uso prolongado en el tiempo, la reutilización de elementos anteriores y la restauración de aquellas estructuras que se deterioraban. Sus alusiones visuales a la necrópolis y al poblado reforzaban esta conexión. Este fenómeno se extiende también a los monumentos situados en los caminos, que implicaban prácticas rituales colectivas y contribuían a ordenar el espacio.

En cuanto a la actitud ante la muerte, se observa una cierta igualdad, aunque con ejes de diferenciación claros, como el grupo familiar, el social, el étnico, el género y la edad. Es importante destacar que las tumbas no pueden vincularse en ningún caso con la propiedad individual, ya que a menudo esta era colectiva.

En general, se encuentran elementos personales en fosas que contienen una urna.

Un aspecto relevante del mundo funerario es la abundante presencia del componente femenino en las tumbas. Estas representaciones informan sobre su participación en la vida pública y su indumentaria. A las mujeres se las representa como diosas y, aunque inicialmente se pensaba que eran sacerdotisas, actualmente se considera más probable que representen a mujeres reales. Se les asignaban, como elementos identitarios, las pesas de telar, los zarcillos, entre otros.

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