Descifrando el Mito de la Caverna: Una Mirada a la Filosofía de Platón

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El Mito de la Caverna de Platón: Interpretación y Significado

Capítulo I: La Caverna y las Sombras

El tema central de este texto es el mito de la caverna. Platón describe una caverna en la que los hombres se encuentran atados, forzados a observar únicamente una parte difusa de la realidad: sus sombras. Los habitantes de esta caverna, al no conocer otra cosa, creen que estas sombras constituyen la realidad verdadera.

Este capítulo concluye con la situación hipotética de un individuo que es obligado a abandonar la caverna para salir a la "luz" y conocer la realidad verdadera. Su desorientación sería enorme, ya que se le extrae violentamente de su mundo, de su realidad, y se le introduce abruptamente en otra realidad muy distinta, "la verdadera" según los demás. El individuo se encontraría desorientado, incapaz de discernir lo verdadero de lo erróneo, sin saber cuál de las dos realidades es la auténtica. Es posible que se aferre a sus antiguas creencias, dado que el paso de una realidad a otra requiere un tiempo de adaptación que no puede darse de forma tan brusca y repentina.

En este capítulo se nos presentan dos mundos: la caverna, que simboliza las sombras, esa parte difusa y borrosa de la realidad, la ignorancia; y la luz, donde se manifiesta la verdadera realidad, la sabiduría.

Capítulo II: La Liberación y el Retorno

En este capítulo, Platón explica qué sucede con el individuo que es forzado a abandonar su antiguo puesto y salir a la luz. Al principio, no soportaría la luz e incluso intentaría volver a la sombra, ya que sus ojos necesitarían adaptarse a la claridad tras haber estado en la oscuridad. Sin embargo, Platón también nos cuenta cómo, poco a poco, se va adaptando y, pasando por distintos niveles, cada vez es capaz de soportar mejor la luz hasta poder llegar a mirar directamente al sol.

Si, por algún motivo, este individuo tuviera que regresar a las tinieblas, necesitaría de nuevo un tiempo de transición para readaptarse a ellas. A este período le seguiría otro de confusión, pues se mezclarían en él las ideas de ambas partes (la luz y las sombras). Sus antiguos compañeros, que aún no conocen la verdadera realidad ni el error en el que se encuentran, pensarían que se ha vuelto loco o que su viaje a la Luz le ha dañado los ojos, considerando ese viaje una pérdida de tiempo. Por lo tanto, si intentase conducirlos hacia la luz, lo matarían.

Siguiendo con la analogía, un personaje al que de repente le es revelada la verdad, al principio se niega (consciente o inconscientemente) a aceptar que todas sus creencias anteriores eran falsedades y errores, intentando refugiarse en ellas. Pero luego, gradualmente, va reconociendo la verdadera realidad hasta llegar a conocerla en su totalidad y reconocer, con alegría, su anterior error, compadeciendo a sus antiguos compañeros por continuar en él.

En caso de que regresara entre sus compañeros, necesitaría de nuevo adaptarse a su antiguo pensamiento para poder convivir con ellos, ante quienes aparecerá como un tonto o un loco, ya que estos todavía se creen en posesión de la verdad. Si este individuo intentase hacerles ver su error, no lo comprenderían, pues eso supondría el derrumbe de las creencias de toda su sociedad y, por ello, lo matarían si pudieran.

Capítulo III: El Mundo Inteligible y la Idea del Bien

Este capítulo comienza comparando el mundo de las sombras con lo que percibimos con los sentidos, con la vista (que es solo una parte de la realidad), y comparando el ascenso a la Luz con el camino que hace el alma hacia el mundo inteligible. Al final del mundo cognoscible se encuentra la Idea del Bien, creadora de la Luz y de la veracidad de esta realidad, por lo que es necesario tenerla siempre presente para obrar con sabiduría y corrección.

Por esto, a quienes ya han descubierto el Bien les es difícil regresar a su anterior estado de convivencia con la ignorancia. Si regresan, se encuentran de nuevo en un mundo ensombrecido (la caverna), en el que no se desenvolverán con la misma soltura que antes poseían (como ya se comentó en el capítulo anterior).

Capítulo IV: Educación y Gobierno

En este capítulo se tratan dos temas diferenciados:

  • La educación: Se afirma que la educación no consiste en implantar algo, mediante la metáfora de devolver la vista a un ciego, sino en orientar a la persona hacia la sabiduría. Se critica que la ignorancia sea tratada como la ceguera, mientras que Platón la ve como el olvido. Esto significa que la sabiduría no es aprender cosas, sino recordar lo que el alma vio en su ascensión a "la Luz", pero que, al bajar de nuevo a las tinieblas (la caverna) y cegarse de nuevo, todavía no recuerda bien. La educación consiste en liberarse de las cosas terrenales que impiden al alma dejar su "ceguera" y alcanzar de nuevo la sabiduría.
  • El gobierno: Se plantea un problema, ya que los que no tienen la educación adecuada no pueden gobernar, pues no tendrán presente en sus fines la Idea del Bien, sino su propio lucro y ambiciones. Por otro lado, los que ya observaron la Idea del Bien y la tienen presente no quieren gobernar, pues no están dispuestos a ocuparse del manejo de "la Caverna" (en el capítulo anterior se explicó que los que habían alcanzado la sabiduría de la Luz no querían volver a bajar a las tinieblas, a la imperfección y el error).

Ante esta situación, se plantea que el Estado debe obligar a los hombres mejor dotados a ascender a la Luz para contemplar el Bien, pero no les debe permitir quedarse ahí.

El capítulo finaliza con la pregunta de si estos actos no serán injustos con ellos.

Capítulo V: La Obligación de los Sabios

Este capítulo comienza respondiendo a la pregunta que cerraba el capítulo anterior, manifestando una clara negativa: se puede obligar a los sabios a gobernar, puesto que si habían llegado a la Sabiduría es porque el Estado les ha proporcionado los medios adecuados para ello, con el fin de que, una vez adquirida esta, ellos se hagan cargo del Estado y se preocupen porque otros también puedan alcanzarla.

Esto no ocurre con los sabios que provienen de otros Estados, puesto que no han sido ayudados por este y no le deben nada.

De este modo, también se elimina toda posible conspiración por acceder al gobierno, ya que este no incluye riquezas materiales, sino riqueza en Sabiduría (eliminando así a los no adecuados, que solo lo ambicionan por las riquezas materiales que conlleva). Además, se elimina el descontento de los sabios estableciendo un gobierno por turnos.

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