Descifrando la Lectura: Etapas, Procesos y Métodos de Enseñanza

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Los Procesos de la Lectura

Cuando una persona lee un texto, sus ojos avanzan a pequeños saltos, llamados movimientos sacádicos, que se alternan con períodos de fijación en los que permanecen inmóviles. Cuando los ojos se detienen en un punto del texto, comienza la recogida de información. El tiempo que los ojos están detenidos depende del material de lectura. Cuanto más importante y difícil sea el estímulo, mayor es el período de fijación. Lo que no está muy claro es qué sucede una vez terminada la extracción de la información.

Proceso Perceptivo

En la memoria icónica, la información permanece durante un tiempo muy breve, apenas unas centésimas de segundo, pero conservando la mayor parte de los rasgos del estímulo. La memoria operativa tiene una duración mucho mayor que la memoria icónica (15-20 seg.), pero su capacidad está limitada a seis o siete estímulos visuales. Otra diferencia entre la memoria icónica y la operativa consiste en que, si en la primera la información se almacena como un conjunto de rasgos visuales, en la operativa la información se retiene como material lingüístico.

Proceso Léxico

Comienza una vez identificadas las letras que componen la palabra, y está centrado en reconocer la información que aporta esa palabra. Existe un conjunto de modelos explicativos de los procesos implicados en el reconocimiento del vocablo escrito, aunque uno de los más aceptados es el denominado de la doble ruta o modelo dual, representado por Colheart (1979) y defendido por gran parte de los investigadores cognitivos de la lectura (Jorm y Share, 1983; Cuetos, 1990; y Cuetos y Sánchez, 1998).

Según este modelo, existen dos procedimientos para llegar al significado de las palabras:

  • Uno a través de la llamada ruta léxica o ruta directa, conectando directamente la forma ortográfica de la palabra con su representación interna. Esta forma sería similar a la que ocurre cuando identificamos un dibujo o un número que hemos visto en numerosas ocasiones.
  • La otra, llamada ruta fonológica, permite llegar al significado de la palabra transformando cada grafema en su correspondiente sonido.

Un buen lector tiene que tener desarrolladas las dos rutas. La visual para leer palabras muy conocidas, la fonológica para hacerlo con las desconocidas o poco habituales. En ambas rutas nuestro comportamiento es muy distinto, puesto que por la visual reconocemos y por la fonológica desciframos.

Procesos Sintácticos

Una vez que hemos reconocido las palabras, necesitamos realizar procesos que impliquen la comprensión de mensajes. A estos los denominamos procesos sintácticos, y su existencia se justifica porque las palabras por sí mismas no aportan ninguna información, sino que es la relación que se establece entre ellas la que permite adquirir un nuevo conocimiento o comunicar un mensaje.

En consecuencia, una vez que han sido reconocidos los vocablos de una frase, el lector tiene que determinar cuáles son los papeles funcionales asignados a cada uno de los vocablos para que permita extraer su significado.

En definitiva, el analizador sintáctico descubre la relación entre los constituyentes de la oración, pero no analiza su significado.

Por ejemplo, las frases «El león persigue al elefante» y «Quien persigue al elefante es el león» son semánticamente idénticas, pero sintácticamente diferentes.

Proceso Semántico

El último proceso de la lectura es el semántico, que permite extraer el significado del texto e integrarlo en los conocimientos del lector. Para poder realizar esta integración de manera significativa, es necesario establecer un vínculo entre la nueva información aportada por el texto y los conocimientos previos que ya posee el lector.

En algunos casos la información nueva no está explícita, y el lector tiene que hacer inferencias que le van a permitir una comprensión completa. En ocasiones, estas inferencias son tan importantes que no sólo se utilizan para ligar las oraciones, sino que forman parte de la estructura elaborada por el lector, y se almacenan en su memoria con el resto de los conocimientos que posee (Bransford, 1979). Es lógico suponer que, cuanto mayores sean los conocimientos previos del lector, más facilidad tendrá para comprender los textos.

La Enseñanza de la Lectura en Personas con Discapacidad Intelectual

Métodos de Lectura

Tradicionalmente, los métodos analíticos parten de unidades lingüísticas con significado. Son métodos deductivos, toman su punto de partida en la frase o en la palabra para reconocer poco a poco sus distintos componentes.

Los métodos sintéticos (con base fonética o silábica) son aquellos que, partiendo de los elementos más simples (sílabas y grafemas), tienen como objetivo que el niño domine las estructuras más complejas (palabras, frases y textos). Se da una mayor importancia a los procesos de decodificación del significante.

Los pasos que suelen darse en la enseñanza son los siguientes:

  • Estudio analítico de las vocales y de las consonantes, asociándolas a una representación gráfica de un objeto familiar.
  • Combinación de letras para formar sílabas.
  • Identificación de palabras que han sido formadas a través de la unión de sílabas.
  • Lectura de frases de fácil comprensión.

Las Etapas en el Desarrollo de la Lectura

Uno de los modelos que explican las diversas etapas por las que pasan los alumnos en el aprendizaje de la lectura ha sido el de Utha Frith (1984, 1985 y 1989), quien sostiene que, para llegar a convertirse en lectores hábiles, los niños pasan por tres etapas:

Etapa Logográfica

Se manifiesta por el hecho de que niños de tres o cuatro años (incluso menores) pueden ser capaces de reconocer globalmente un pequeño grupo de palabras familiares. Estas palabras se reconocen valiéndose de sus rasgos físicos (longitud, contorno, color, etc.). Así, pueden hacerlo con su propio nombre o con algunos vocablos como Coca-Cola, Carrefour, Disney. Tendrá éxito mientras el número de palabras no sea muy amplio y existan diferencias sustanciales entre ellas. Sin embargo, palabras como «paso» y «pato», no podrán diferenciarlas.

Etapa Alfabética

La etapa logográfica deja paso a la alfabética, que se caracteriza por una enseñanza intencional del código y, por tanto, se desarrollan estrategias de codificación y decodificación fonológicas. En esta etapa, el niño aprende el código alfabético y desarrolla a su máximo nivel el conocimiento fonológico, que comenzó de manera incipiente en la etapa anterior, en la que podía segmentar oralmente las palabras en sílabas y en fonemas.

En esta etapa la tarea es más compleja, puesto que se plantea al alumno el reto de comprobar que las sílabas y las palabras están formadas por unidades más simples. Es ahora cuando la toma de conciencia de los fonemas le va a ser útil para poder asignar una grafía a un fonema que ha podido aislar oralmente.

Una vez que consigue diferenciar los fonemas que constituyen las palabras, el siguiente paso en esta etapa es el de representar el fonema con una grafía (en el caso de la escritura) o de hacer corresponder un signo gráfico con su sonido (en el caso de la lectura). Una ejecución típica en estos primeros momentos lectores es la que sucede cuando se pide a un alumno que lea la palabra «pato». El niño comienza lentamente decodificando, y dice: «/p-a-t-o/», pero al momento cae en la cuenta y dice: «¡ah! /pato/». En esta etapa se desarrolla la ruta fonológica, y, poco a poco, se van dominando los procesos decodificadores, que perdurarán a lo largo de toda su vida.

Una condición fundamental para obtener éxito en la etapa alfabética es la de que el alumno haya adquirido el principio alfabético. Su adquisición resulta crucial en el proceso del aprendizaje lector, e implica que el alumno sea consciente de que los distintos sonidos del lenguaje oral se representan mediante grafías arbitrarias.

En esta etapa alfabética, y a partir de la práctica lectora, se pueden automatizar los procesos de decodificación para conseguir los mejores niveles de comprensión y de rapidez de los que sea capaz el alumno.

Etapa Ortográfica

A partir de la cual el alumno va adquiriendo un léxico interno por el hecho de leer una y otra vez los mismos vocablos. En un principio, el niño aplica la estrategia ortográfica a un escaso número de ellos. Sin embargo, aumenta la representación léxica de las palabras conforme va practicando en su lectura. Según Frith (1989), las habilidades ortográficas experimentan un gran avance a partir de los siete u ocho años, puesto que el niño va afianzando los procesos automáticos de decodificación y va aumentando su léxico visual, al hacer que exista un repertorio cada vez más amplio de vocablos.

El léxico visual está constituido por un conjunto de palabras muy conocidas, de suerte que van dejando una huella impresa en su memoria, a la que recurre cuando se le muestran una y otra vez.

La etapa ortográfica no requiere enseñanza específica sino práctica lectora, teniendo como finalidad la exactitud en la decodificación y en la comprensión de los textos.

La etapa logográfica no puede permanecer durante toda la vida escolar. Es necesario acceder de forma intencional a la etapa alfabética, a partir de la cual se enseña de forma explícita la relación entre la grafía y el sonido.

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