Descartes y la Transformación del Pensamiento Filosófico

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Descartes: Transformación del Pensamiento Filosófico

El Hombre como Centro de la Filosofía

Descartes: podemos decir que ya hacía algún tiempo que Dios había dejado de ser el centro de la preocupación filosófica, como ocurría en la Edad Media. El hombre se convierte en el objeto principal de la filosofía y, especialmente, en los temas relacionados con el conocimiento. La escolástica medieval, basada en el realismo aristotélico, entra en crisis principalmente por causa del Nominalismo de Ockham, que supone la ruptura entre fe y razón. Este es el terreno en el que Descartes es considerado el fundador y principal representante de la corriente racionalista. Esta corriente toma como referencia la ciencia moderna (Galileo, Bacon, Kepler) y como modelo el método matemático. Además, como el propio nombre indica, conceden a la razón, el conocimiento teórico, una importancia radical, aceptando el innatismo de los principios esenciales del conocimiento y despreciando el conocimiento sensorial como fuente fiable. Leibniz, Spinoza y, por supuesto, el propio Descartes son los principales representantes del Racionalismo. Históricamente, el Racionalismo encuentra su oposición en el Empirismo británico de Locke y Hume. Ellos, y especialmente Hume, representan la oposición radical a la filosofía cartesiana, fundando una corriente que rechaza la existencia de ideas innatas y pone en la información sensorial la fuente y el límite del conocimiento humano.

Teoría del Conocimiento

Para Descartes, lo fundamental es buscar un conocimiento cierto y seguro sin ningún tipo de duda. Por ello, su prioridad será buscar un método que nos ayude a razonar. Además, este método debe ser compatible con la forma de pensar de la razón humana, pues si no, sería inútil. Por ello, lo primero que hace es analizar la forma de actuar de la propia razón.

En la razón, que es la misma para todos los hombres, se distinguen dos modos de conocimiento seguros:

  • Intuición o luz natural: conocimiento de las ideas simples que surgen de la propia razón de forma clara y distinta, cuya verdad es evidente e indudable.
  • Deducción: conocimiento de una sucesión de intuiciones de las ideas simples y de las conexiones que la razón descubre entre ellas para llegar a verdades complejas, juicios o leyes.

Por ello, el método deberá cumplir cuatro reglas que permitan desarrollar estos modos y que nos lleven a un conocimiento seguro:

  1. Evidencia: aceptar como verdadero solo aquello que se muestra de forma clara y evidente.
  2. Análisis: dividir las ideas complejas hasta llegar a las ideas simples y evidentes para que puedan ser intuidas.
  3. Síntesis: buscar desde lo ya intuido construir las verdades complejas.
  4. Enumeración: revisar los pasos anteriores para estar seguros de su correcta aplicación.

Descartes aplicará este método para buscar una verdad indudable y llegar así a una metafísica cierta y segura. Para encontrar esta verdad evidente, aplicará la duda metódica: a través de un proceso de duda se buscará llegar hasta aquello que resulte evidente e indudable. En la primera duda, dudará del conocimiento que proviene de los sentidos, pues pueden engañarnos. En la segunda duda, dudará de la existencia de la realidad extramental, ya que resulta imposible distinguir la vigilia del sueño. Y por último, en la tercera duda, dudará del conocimiento que proviene de la razón, de las ideas de razón o de los razonamientos, pues se puede suponer la existencia de un genio maligno que nos lleva hacia el error cuando creemos estar en lo cierto. Sin embargo, afirma Descartes, no podemos dudar que dudamos; mientras pensamos, no podemos dudar que estamos pensando y, por lo tanto, que existimos. La primera intuición de una verdad indudable es pienso, luego existo (cogito ergo sum). Y si existo, lo hago como un yo pensante, un cogito, afirmando, pues, la existencia de la sustancia pensante (el cogito) como primera verdad indudable.

Metafísica

Descartes partirá del cogito, la verdad indudable, para construir una metafísica cierta. El cogito piensa ideas que pueden dividirse hipotéticamente en tres tipos:

  • Adventicias: aquellas que parecen provenir del exterior.
  • Facticias: aquellas que construye la mente a partir de otras ideas.
  • Innatas: aquellas que la razón tiene en sí misma y no son ni adventicias ni facticias.

Entre las ideas innatas se encuentra la idea de Infinito, que Descartes identifica con la idea de Dios. Según Descartes, la idea de Infinito (Dios) que existe en nuestra mente no es adventicia, pues no puede proceder del exterior, ni facticia, pues no puede ser producida por la mente; así, pues, deberá ser innata. Descartes aplicará a continuación el principio de causalidad para demostrar la existencia de Dios. La idea de infinito (Dios) no puede haber tenido como causa a un ser finito, pues debe haber una proporción entre la causa (lo que origina la idea de infinito en el cogito) y el efecto (la misma idea de infinito). Por tanto, esa idea de infinito debe ser causada por un ser a su vez infinito y, como consecuencia, afirmará que Dios existe, pues es la causa necesaria de nuestra idea de Dios o de infinito.

Teología

Además de esta demostración, Descartes afirmará una variante del Argumento Ontológico, según la cual el propio concepto de Dios, al implicar su perfección, necesariamente conlleva su existencia, pues si no, sería imperfecto. Igualmente, defenderá que Dios debe existir por la necesidad de una primera causa para el cogito que sea, a su vez, incausada. El Dios afirmado por Descartes, la sustancia infinita, es infinito, omnisciente, perfecto y bueno. Así, Dios existe sin duda alguna y es la garantía, el fundamento, de que a mis ideas sobre el mundo exterior les corresponde una realidad extramental, pues Dios es bueno y no me engaña. Por tanto, ya no podremos dudar de la existencia de la realidad extramental. Para Descartes existen así tres sustancias: el cogito (la sustancia pensante), Dios (la sustancia infinita) y la realidad exterior (la sustancia extensa). Descartes definirá “sustancia” como todo aquello que existe independientemente de cualquier otro ser; por ello, solo Dios sería sustancia en sentido estricto, pues es el único que no necesita una causa ajena a sí mismo para existir porque es necesario.

Antropología

Descartes afirmará un dualismo según el cual alma (el cogito) y cuerpo (sustancia extensa) mantienen una lucha permanente, siendo dos sustancias diferentes. La relación entre estas dos sustancias se da a través de la glándula pineal, haciendo posible al alma gobernar el cuerpo a través de dicha conexión. El ser humano es propiamente la sustancia pensante (el cogito), independiente de la sustancia extensa (que en este caso es su cuerpo físico). El cuerpo, como toda la realidad física, actúa como una máquina (tal y como defiende el Mecanicismo) y no puede comportarse de forma libre. Sin embargo, el alma (el cogito), que es inmortal, actúa de forma libre y debe gobernar a esa misma máquina.

Ética

Con el desarrollo de la perfección del alma se consigue la felicidad. Descartes identifica el desarrollo de la perfección del alma con el desarrollo de la libertad. La libertad se consigue con el dominio y guía de los deseos y pasiones que surgen del cuerpo, pues entonces es cuando el sujeto no se encuentra dominado por la sustancia extensa, sino que gobierna en él su cogito, siendo, por tanto, auténticamente libre. La libertad es así concebida como la realización por la voluntad de lo que propone el entendimiento como bueno y verdadero. Descartes no tendrá un sistema ético terminado, sino que defenderá una moral provisional. Como resultado de la duda como método y mientras se construye una ética indudable y cierta, los seres humanos deberán actuar moralmente de forma moderada, de acuerdo a las costumbres y leyes de los distintos lugares. Así, con esta moderación, el error no será nunca absoluto mientras se busca, de ahí que sea una moral provisional, esa ética cierta que producirá la razón.

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