Descartes: Método, Duda y la Primera Verdad Filosófica

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Cuarta Parte: La Búsqueda de la Verdad

Pero puesto que deseaba entregarme solamente a la búsqueda de la verdad, opinaba que e...

Este método que Descartes ha elaborado en la segunda parte del Discurso del Método, lo aplica a la filosofía en esta cuarta parte. Busca una primera verdad evidente, de la que no haya la más mínima duda, aquella que la razón capte de forma intuitiva, con claridad y distinción. Para ello, para hallar la verdad indudable, nuestro autor expone todo a la duda. Es la llamada “duda metódica”, que no es una duda escéptica, sino un complemento del método, una forma de llegar a verdades que sean indudables.

Se van a poner en duda, por este orden, el testimonio de los sentidos, el uso de la razón y la distinción del sueño y la vigilia. Los sentidos no son fiables, la razón se equivoca a veces y también de vez en cuando no distinguimos bien cuando estamos despiertos de cuando estamos dormidos. En la segunda de las dudas, la de la razón, Descartes desarrolla su hipótesis del genio maligno. Aunque poco probable, podría ser que nuestra mente hubiera sido creada por un genio maligno que nos lleve siempre al error, incluso cuando creemos con seguridad estar en lo cierto.

El Cogito: La Primera Certeza

Esta duda es, pues, bastante radical y parece no permitir alcanzar seguridad alguna. Pero es ahí donde vamos a hallar la primera verdad. Quien duda, piensa y, por lo tanto, existe. Incluso soñando o aunque la razón estuviera siempre dirigida al error, es imposible dudar de nuestra existencia. Cogito ergo sum: he ahí la primera verdad, modelo de las demás verdades (sólo hay que aceptar lo que sea tan verdadero como esto) y base para demostrar la existencia de otras realidades. En la mente (res cogitans) se encuentran las ideas que serán la base para dichas demostraciones: la existencia de Dios y el mundo.

Texto 7: El Método Matemático y sus Consecuencias

Y dándome cuenta de que esta verdad: pienso, luego soy, era tan firme y tan segura que...

La matemática es una ciencia en la que la razón alcanza certeza. Esto es debido a que posee un método gracias al cual la razón actúa de la forma adecuada, es decir, recurriendo a las dos operaciones que la caracterizan: intuición y deducción; en especial, la intuición racional, gracias a la cual se alcanza a captar ideas de forma clara y distinta. Inspirado en este método y convencido de que hay una única razón que podemos aplicar de la misma forma a todo y así alcanzar la misma seguridad.

Descartes elabora así un método que tiene cuatro reglas y que fundamentalmente exige admitir sólo evidencias, es decir, verdades indudables. Al aplicar dicho método, por lo tanto, hay que poner en duda todo, para ver si algo se salva de dicha duda. Es una duda metódica, que se utiliza para buscar la certeza desde la cual construir la filosofía como ciencia.

Del Cogito a la Existencia de Dios y el Mundo

El resultado de aplicar este método es el que podemos apreciar en el texto: podemos dudar de todo menos de que estamos pensando. Tras poner en duda los sentidos, el propio uso de la razón y la distinción entre sueño y realidad, se llega a la evidencia de que el que piensa existe (cogito ergo sum). Podemos dudar del propio cuerpo, pero no del pensamiento. Según Descartes, es una verdad intuitivamente cierta que somos una sustancia pensante, admitiendo que todo lo que existe por sí mismo debe ser sustancia y que lo único que percibo en mí mismo es el pensar. Esta verdad es, además de la primera demostración de la existencia de una realidad (del alma o sustancia pensante) el modelo de verdad o certeza. Sólo lo que sea intuido por la razón con la seguridad que me intuyo a mí mismo como pensamiento, será aceptado como verdadero.

Tras demostrar el alma, indagando en las ideas que hay en dicha res cogitans, descubre que Dios es también un ser existente, pensante e infinito. Y la garantía de las demás verdades, que quedan aseguradas por la existencia de un Dios perfecto y bueno. Entre ellas la existencia del mundo y mi cuerpo en él. Esta realidad, la del cuerpo, al ser demostrada de forma diferente al alma y ser tan distinta a ella, plantea una cuestión que Descartes tratará de solucionar y que legará a la posteridad: la de la relación entre el alma inextensa y el cuerpo material extenso.

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