Descartes: Método, Duda y Certeza en la Filosofía Moderna

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1. El Método Cartesiano

1.1. La Unidad del Método

La fecha de publicación del Discurso del Método, 1637, se considera el punto de partida del pensamiento moderno, ya que la crisis del aristotelismo-tomismo medieval situó en primer plano la necesidad de nuevas certezas. El primer paso consiste en dar con un método que nos permita caminar (método, en griego, significa «camino») para llegar a un conocimiento cierto. Frente a la diversidad de métodos propia de la época medieval, Descartes insistió en la unidad del método partiendo de la base de que la razón es única. Su objetivo es la búsqueda de la verdad a través del uso de la razón, para escapar al escepticismo.

Esto queda simbolizado en la universalidad de la ciencia, imagen de un árbol cuyas raíces son la metafísica, su tronco, la física o filosofía natural, y las ramas, las ciencias prácticas (medicina, mecánica, moral). Todas las ciencias se fundan en la física y ésta en la metafísica. Pero la primera tarea de la filosofía es la búsqueda del método.

1.2. Las Cuatro Reglas

Para evitar contradicciones en las opiniones, Descartes plantea reconstruir la estructura del saber en forma de un proceso deductivo riguroso en el que no queden lagunas. Pretende obtener un conocimiento independiente de la experiencia y para eso busca su propia manera de aplicar el método deductivo, ya que no le satisface el uso que hacen los lógicos y matemáticos, por considerarlos demasiado complejos y poco prácticos. Para Descartes, el conocimiento tiene dos momentos que están presentes en su método:

  • La intuición, «luz natural» que permite que la razón capte inmediatamente ideas simples sin que haya posibilidad de dudar de ellas.
  • La deducción, modo de conocimiento por el cual la razón descubre conexiones entre ideas simples, lo que nos va a permitir llegar a verdades nuevas.

Se inspiró en el único modelo de conocimiento que encontraba riguroso y que estaba avanzando en su época: las matemáticas.

1ª regla: la evidencia. Resulta imprescindible que las ideas sometidas a estudio sean claras y distintas, se presenten a una mente atenta tal como son, sin confusión ni mezcla con ninguna otra idea. Sólo así podremos aceptarlas como principios evidentes.

2ª regla: análisis de problemas complejos en sus partes simples.

3ª regla: síntesis. Deducción ordenada de las consecuencias, de lo más simple a lo más complejo.

4ª regla: revisiones. Llamada a la prudencia, revisiones minuciosas para garantizar la validez del procedimiento.

2. De la Duda a la Certeza

2.1. El Camino de la Duda

Una vez que el autor ha dado con el método, se pone en camino para aplicarlo: sólo aceptaremos lo que es evidente ante mi razón. Esta es una medida de prudencia que nos va a obligar a descartar muchas cosas, pero nos asegura dar pasos firmes y seguros. La duda cartesiana es metódica, exigencia del método; teorética, no es práctica como la de los escépticos, sino solamente en cuestiones teóricas; progresiva, ya que hay diferentes niveles de duda cada vez mayores; artificial, por considerar falso lo que simplemente es dudoso; hiperbólica, por su exageración; y total, ya que su intención es dudar de todo.

Los niveles de duda cartesiana son: en primer lugar, que los sentidos en ocasiones me engañan, por lo que debemos dudar de todo lo que proceda de ellos; en segundo lugar, nos equivocamos en ocasiones al razonar, por lo que vamos a rechazar todo lo que pueda ser fruto de un paralogismo; y, por último, en el Discurso, en muchas ocasiones no somos capaces de distinguir la vigilia del sueño. Posteriormente, en su obra Meditaciones metafísicas, añade un cuarto nivel de duda: la hipótesis de un genio maligno, que nos haga creer que hay realidades que no son tales.

2.2. La Primera Verdad

Si dudamos de todo, ¿hay alguna verdad que escape a estos niveles de duda? Descartes llega a su primera certeza: Cogito, ergo sum. «Pienso, luego soy/existo», único dato que conoce con seguridad y sobre el que construye todo el edificio del conocimiento.

Descompone el problema (2ª regla) hasta hallar una verdad que la razón no puede dudar (1ª regla). A partir de esta, ordenadamente, deductivamente, de lo simple a lo complicado, encadenando evidencias (3ª regla) reconstruye el mundo. Descartes duda de su realidad solo como método, no como actitud vital. La duda cartesiana es metódica y no escéptica, no es un límite de las capacidades humanas, sino una herramienta para llegar a la verdad.

El significado del cogito: la aplicación del método cartesiano nos ha llevado a una certeza fuera de toda duda: la existencia del yo como algo que piensa. Hay que analizar bien esta idea para evitar conclusiones precipitadas. Un error es confundir la existencia del cogito con la de lo contenido en mi pensamiento. Sólo hay una cosa cierta: la existencia de mi yo pensante.

3. El Análisis de la Conciencia

3.1. Clasificación de los Contenidos de la Mente

Descartes reflexiona sobre su pensamiento y distingue tres tipos de ideas:

  • Ideas adventicias, que provienen de la experiencia del mundo exterior (sentidos).
  • Ideas facticias, construidas a partir de la imaginación y las ideas adventicias.
  • Ideas innatas, que surgen del funcionamiento de la razón.

El innatismo: las ideas adventicias y facticias podrían aparecer como no aparecer en nuestra mente y se muestran como erróneas. Las ideas innatas forman parte del funcionamiento de la razón y algunas resultan evidentes. Para Descartes, sólo las ideas innatas pueden servir como punto de partida fiable de la construcción del conocimiento.

3.2. La Idea de Sustancia: La Metafísica Cartesiana

Entre las ideas innatas se encuentra la de sustancia, que existe por sí misma. Los empiristas concluyen que no tenemos ningún conocimiento de la sustancia, y que no es una idea que forme parte de nuestros razonamientos si queremos que tengan algún valor. Descartes afirma que la realidad está formada por tres tipos de sustancias:

  • Sustancia pensante, res cogitans. Descartes, una vez demostrada la primera verdad, cree haber demostrado la existencia del alma. Soy pensamiento y tengo pensamientos. En esto consiste mi sustancia. No puedo saber si estos pensamientos se corresponden con alguna cosa fuera de mí. No sé si además de pensamiento, también tengo cuerpo.
  • Sustancia extensa, mundo, objetos exteriores. Existe una realidad material, que no es como nos muestran los sentidos. El hecho de que tengamos la idea de sustancia extensa no demuestra que los cuerpos existan fuera de nosotros. Necesitamos encontrar un nexo seguro entre el pensamiento y la realidad exterior.
  • Para Descartes, el nexo para pasar de la conciencia al exterior, del pensamiento a la realidad material, es Dios, sustancia infinita. Descartes utiliza tres argumentos para demostrar la existencia de Dios: dos argumentos basados en la causalidad y el argumento ontológico. Si Dios es perfecto, debe existir. La idea de perfección debe existir, si no, no sería perfecta. Descartes parte de la idea de que la causa nunca es menor que el efecto.

4. El Dualismo Antropológico

El hombre está compuesto de cuerpo y alma. El cuerpo está sometido a las leyes naturales por su materia (res extensa), su atributo principal es la extensión, y la figura y el movimiento son dos modos reales de ser. El alma (res cogitans) tiene como atributo principal el pensamiento.

El alma explica el pensamiento, pero no es principio de vida. Descartes sostiene que el alma está unida a todo el cuerpo a través de la glándula pineal, localizada en el cerebro. A través de esta, el alma comunica al cuerpo sus pensamientos y recibe impresiones. Los racionalistas posteriores siguen admitiendo el dualismo y resolverán este problema de diferentes maneras. Otros negarán la existencia de dos sustancias diferentes y, con ello, el problema.

5. Descartes y Ortega y Gasset

Si hay un filósofo contemporáneo con el que podemos comparar a Descartes, ese es José Ortega y Gasset, ya que critica el racionalismo desde sus dos grandes aportaciones filosóficas: el raciovitalismo y el perspectivismo.

El principio de la filosofía cartesiana, cogito ergo sum (Pienso, luego existo), es un reflejo del individualismo propio de esta época moderna. Según Ortega, el racionalismo de Descartes cae en un solipsismo, ya que cree que a la verdad se llega solo, desde una razón calculadora alejada de todo lo que tenga que ver con lo afectivo. A esta falta de consideración hacia la vida es a lo que Ortega denomina caer en el culturalismo (razón al margen de la vida), y esto significa que tiene un enfoque parcial de la realidad, ya que la realidad radical para Ortega es la vida. Sin embargo, la frase que sintetiza el pensamiento de Ortega y Gasset es "yo soy yo y mis circunstancias", que refleja la necesidad de unir razón y vida (raciovitalismo).

La Razón cartesiana es única y universal (igual para todos los seres humanos), sin que se tenga en cuenta las circunstancias de cada uno, por lo que Descartes habla de un yo puro, que es irreal y que no existe. Por eso, el filósofo madrileño califica al racionalismo como una filosofía ingenua (creo que lo que él ve es lo que tenemos que ver todos los demás), simplista y utópica (en el sentido de que no existe, no es real).

La única verdad a la que debemos llegar todos según el racionalismo es imposible de conseguir, porque conocer las cosas desde ningún lugar concreto es imposible, así lo defiende Ortega en su perspectivismo.

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