Descartes: Duda Metódica, Cogito y Dualismo Cartesiano
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La Duda Metódica y sus Motivos
El criterio de la duda se aplica a todas las creencias, sobre todo a las que parecen más sólidas y evidentes. Si es posible dudar de ellas, deben, de momento, dejarse de lado, puesto que no pueden valer como fundamento sólido de la metafísica. Los motivos de duda son, en primer lugar, que es posible dudar de la información dada por los sentidos (actitud lógica en un racionalista); si los sentidos nos engañan a veces, se podría suponer que nos engañan siempre. En segundo lugar (y esto es más notable en un racionalista), también es posible dudar de nuestros razonamientos, puesto que a veces nos equivocamos en razonamientos muy sencillos, pero, sin embargo, los tomamos como verdaderos. Y, en tercer lugar, es posible dudar incluso de la realidad del mundo que nos rodea. ¿Cómo distinguir la realidad de las ilusiones del sueño? ¿Qué es más real, el mundo consciente, despierto, o el mundo de los sueños?
El Descubrimiento del "Pienso, luego existo"
Descartes llega a la formulación del “Pienso, luego existo” como primer principio de su filosofía al descubrir que, desde el interior mismo del acto de dudar, surge un resto indudable (que percibe como idea innata), algo que resiste toda duda: estoy dudando. Lo único que no puede eliminar la duda es la duda misma, el acto de dudar. Al dudar “pongo” el dudar, no lo elimino. Descartes concluye “Pienso, luego existo”; este será el primer principio absolutamente evidente (claro y distinto) de la filosofía.
El Cogito y la Afirmación de la Subjetividad
Con el descubrimiento del “Cogito, ergo sum”, Descartes ha conseguido afirmar la existencia del sujeto que duda, que piensa. Ha afirmado la dimensión de la subjetividad, que es interna, dentro de la mente. Problema: A partir de la realidad sujeto-pensamiento, ¿cómo garantizar la existencia real del mundo objetivo o físico? Tendrá que recurrir a Dios como garantía.
La Sustancia según Descartes
“Cuando concebimos la sustancia, concebimos solamente una cosa que existe de tal manera que no tiene necesidad sino de sí misma para existir”. Es decir, aquello que existe sin necesidad de otra cosa. Su principal propiedad: La existencia completa; no necesita de nada más que de ella misma para existir.
Consecuencias de la Definición de Sustancia
De esta definición se sigue que solamente Dios es sustancia, puesto que las criaturas necesitan de Dios para existir. De ahí que Descartes diga que el concepto de “sustancia” no se aplique del mismo modo a Dios y a las criaturas y que, por tanto, establezca dos clases de sustancias.
Las Dos Clases de Sustancias
Primera: la sustancia infinita (res infinita) (Dios), a quien conviene absolutamente esta definición. Segunda: las sustancias finitas (almas y cuerpos) (res cogitans y res extensa, respectivamente), que no necesitan de nada más para existir salvo de Dios. El alma no necesita del cuerpo para existir; de aquí surge inmediatamente el dualismo cartesiano.
Atributos de las Sustancias Finitas
A la mente o res cogitans le pertenece el atributo del pensamiento, y al cuerpo o res extensa le corresponde la extensión.
El Descubrimiento de Dios
El que yo pueda dudar y suspender el asentimiento (decir que sí) respecto a lo que a primera vista parece evidente demuestra que soy libre, pero también demuestra que soy imperfecto: “hay mayor perfección en conocer que en dudar”. Descartes encuentra entonces en su alma una idea singular: la idea de perfección. ¿De dónde procede tal idea? ¿Cuál es su origen? No puede estar en mí, en cada uno de nosotros, ya que ni yo ni las cosas del mundo somos perfectos; tiene que ser una idea innata, puesta en mi mente por un ser que realmente sea perfecto: Dios. Por tanto, Dios existe. La idea de perfección ha de tener su origen en una causa igual, es decir, que sea perfecta, y esa causa es Dios.
El Papel de Dios en el Sistema Cartesiano
Dios ocupa la clave de bóveda del sistema cartesiano. Dios, infinitamente bueno y bondadoso, no puede engañarme al hacerme creer la verdad de las ideas innatas; luego, estas son verdaderas. Dios se convierte en garante de la verdad del criterio de evidencia (será verdadero todo aquello que perciba tan claro y distinto como el “pienso, luego existo”). Si las ideas claras y distintas son siempre verdaderas es porque Dios (bueno y veraz) no ha podido dotar al hombre de una facultad de conocimiento que le induzca (le lleve) al error. Dios también garantiza el contenido veraz de las ideas acerca del mundo físico y, por tanto, de la existencia del mundo externo, físico, objetivo.
La Concepción Dualista del Ser Humano
El ser humano está compuesto por el alma y el cuerpo. La relación entre ambos es difícil de explicar, si la hay. Si el alma y el cuerpo son sustancias, no se necesitan mutuamente para existir. Descartes interpreta el cuerpo como una máquina (con su correspondiente determinismo mecanicista) y desea, sobre todo, salvaguardar del determinismo la libertad del alma. Por eso, no se ve cómo el puro pensamiento libre y la pura extensión del cuerpo, sin libertad, podrían estar unidos y en interrelación. Esta cuestión, no resuelta suficientemente por Descartes, recibe el nombre de “problema de la comunicación de las sustancias”.
El Mecanicismo Cartesiano
El mundo es concebido según el modelo de la máquina. Todo se reduce a materia y movimiento. Pero la materia no es sino extensión, lo cual conduce a consecuencias importantes, como que no existen átomos, ni vacío, ni cualidades secundarias, ni fuerzas invisibles. Esta última cuestión es fundamental. Descartes elimina todas las fuerzas. Niega la fuerza de gravedad. De este modo, todo movimiento se explica por contacto en el interior de un espacio “lleno”, y el origen del movimiento queda sin explicar, salvo que se recurra a Dios, que es lo que hace Descartes. La máquina del mundo se mueve por causa de Dios, que ha creado la materia con movimiento y reposo, y conserva esta misma cantidad de materia-movimiento-reposo siempre. Tal conservación se deduce de la inmutabilidad divina: Dios no cambia y tampoco modifica su obra, sino que la conserva siempre igual.
Los Animales como Máquinas
Descartes concibe a los animales como máquinas muy complejas. Rechaza la necesidad de un alma vegetativa o sensitiva para explicar la vida: los animales son máquinas. Consecuencia: El hombre, que es ante todo el alma espiritual e inmortal, queda netamente separado del mundo animal. La relación del alma humana con su propio cuerpo-máquina queda sin explicar suficientemente (salvo la conexión que se realiza a través de la glándula pineal situada en el cerebro).