Desarrollo y Momentos Clave de la Guerra Civil Española (1936-1939)
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La Defensa de Madrid
El 18 de octubre de 1936, las fuerzas sublevadas, bajo el mando del General Varela, alcanzaron las inmediaciones de Madrid. En noviembre de 1936, comenzó la Batalla de Madrid. El 4 de noviembre, ocuparon Alcorcón, Leganés, Getafe y Cuatro Vientos, haciendo inminente la caída de la capital. Ante la superioridad militar de los rebeldes, partidos y sindicatos obreros movilizaron al pueblo madrileño para la defensa de la ciudad. La moral de la población se elevó con la llegada de refuerzos: las Brigadas Internacionales, compuestas por voluntarios organizados principalmente por los comunistas; tanques y aviones soviéticos, y la columna del anarquista Buenaventura Durruti. La ciudad fue sometida a bombardeos aéreos por aviones Junker alemanes, y se libraron intensos combates en la Casa de Campo, la Ciudad Universitaria y el Puente de los Franceses. Las tropas republicanas lograron resistir, y finalmente, Franco ordenó el cese del asalto frontal a la ciudad.
Las Batallas del Jarama y Guadalajara. La Toma de Málaga
Tras el fallido intento de asalto frontal a Madrid, Franco intentó rodear la capital. Esto derivó en las batallas del Jarama y Guadalajara. Mientras tanto, las tropas franquistas tomaron Málaga, donde se produjo una severa represión. El revés sufrido en Madrid llevó a Franco a modificar su estrategia: en lugar de buscar un final rápido del conflicto, optó por atacar las zonas más vulnerables de la República.
La Campaña del Norte
En 1937, las tropas sublevadas conquistaron la zona norte republicana, que había quedado aislada. El País Vasco, Cantabria y Asturias fueron cayendo progresivamente en manos de Franco. Durante esta campaña se produjo el infame bombardeo de Guernica por parte de la Legión Cóndor, que arrasó esta ciudad sin valor militar. Con el objetivo de distraer a las fuerzas franquistas del norte, los republicanos lanzaron la ofensiva de Belchite en Aragón, que resultó en un fracaso total. Finalmente, las tropas franquistas se apoderaron de todo el norte del país. La conquista del norte tuvo graves repercusiones para la República, que no solo perdió las minas de carbón y hierro de la zona, sino que, además, permitió a los franquistas concentrar todas sus tropas en el sur.
De Teruel a la Batalla del Ebro
En diciembre de 1937, se produjo una ofensiva republicana en Teruel. Tras asegurar el control de Teruel, Franco lanzó un ataque general en Aragón. El éxito fue inmediato, y el 15 de abril de 1938 las tropas sublevadas alcanzaron Vinaroz, en el Mediterráneo, dejando la zona republicana dividida en dos. La última gran ofensiva republicana dio lugar a la Batalla del Ebro en julio de 1938, la más cruenta de la guerra, que agotó definitivamente la moral y las reservas de la República.
El Final de la Guerra
Más de 500.000 personas huyeron a Francia, donde fueron hacinadas en campos de concentración. El gobierno de Negrín, con el apoyo de los comunistas y una facción de los socialistas, abogaba por la resistencia a ultranza. En contraposición, el coronel Casado, que defendía la negociación de la rendición con Franco, dio un golpe contra el gobierno de Negrín. A pesar de las propuestas de negociación de Casado, Franco exigió la rendición incondicional. El 28 de marzo, las tropas franquistas entraron en Madrid, y el 1 de abril de 1939 concluía la sangrienta guerra.
Evolución Política en Ambos Bandos Durante la Guerra Civil
La Zona Republicana
El fracaso del golpe militar desencadenó en la zona republicana una auténtica revolución social. Los comités de los partidos y sindicatos obreros asumieron el control de los elementos esenciales de la economía. En el ámbito rural, se produjo una ocupación masiva de fincas. En septiembre de 1936, se formó un gobierno de unidad, presidido por el socialista Largo Caballero, con ministros del PSOE, PCE, Izquierda Republicana y nacionalistas vascos y catalanes. En noviembre, se incorporaron cuatro dirigentes anarquistas, entre ellos Federica Montseny. El principal reto del nuevo gobierno era recuperar el control de la situación y establecer una estructura de poder centralizada que permitiera dirigir eficazmente el esfuerzo bélico. En octubre, se aprobó el Estatuto vasco, y José Antonio Aguirre se convirtió en el primer lehendakari.
En la zona republicana se enfrentaron dos modelos:
- La CNT-FAI y el POUM, que impulsaron la colectivización inmediata de tierras y fábricas.
- El PSOE y el PCE, que intentaron restaurar el orden y centralizar la toma de decisiones en el gobierno, respetando la pequeña y mediana propiedad.
Los enfrentamientos entre estalinistas y trotskistas se replicaron en suelo español. A partir de marzo de 1938, cuando las tropas de Franco alcanzaron el Mediterráneo y dividieron en dos la zona republicana, surgieron dos posturas enfrentadas. La postura oficial, representada por Negrín y apoyada por el PCE y parte del PSOE, abogaba por la resistencia a ultranza. Los acontecimientos internacionales, como el Pacto de Múnich en septiembre de 1938, la retirada de las Brigadas Internacionales y la disminución de la ayuda soviética, junto con los acontecimientos internos, como la caída de Cataluña, reforzaron la idea de que la guerra estaba perdida. Así, en marzo de 1939, el golpe del coronel Casado desalojó del poder a Negrín.
La Zona Sublevada
La muerte del general Sanjurjo el 20 de julio de 1936, mientras volaba desde Portugal hacia España, dejó a la insurrección sin un líder definido.