Desarrollo de la Fe: Etapas Vitales y el Encuentro Profundo con Dios
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La Experiencia de Fe a Través de las Etapas de la Vida
Este segmento explora cómo la experiencia de fe se manifiesta y evoluciona en las distintas fases del desarrollo humano, desde la infancia hasta la ancianidad, integrando perspectivas psicológicas y teológicas.
1. La Experiencia de Fe en la Infancia
Para Freud, el origen del sentimiento religioso es el sentimiento de impotencia que experimenta el niño y el deseo del padre que este suscita. Piaget, por su parte, expresa que el niño atribuye a sus progenitores características divinas; al quedar estas expuestas, la concepción se traslada a un Dios espiritual y paterno. Así, se forma un Dios a imagen y semejanza del hombre. En esta etapa, se manifiestan características positivas que favorecen este inicio: la genuinidad, la espontaneidad, la inventiva y la capacidad de admiración de Dios, cualidades que, lamentablemente, el adulto a veces pierde.
2. La Experiencia de Fe en la Adolescencia
Las reacciones religiosas del adolescente son sumamente diversas: desde un abandono completo de la religión hasta una adhesión excesiva a ella. Un sentimiento de culpa excesivamente insistente a propósito de la vida sexual puede preludiar el abandono de toda práctica religiosa, considerada como un peso insoportable. Una religiosidad demasiado exigente y formalista por parte de los padres puede preparar una rebelión contra su autoridad y, simultáneamente, contra la práctica religiosa. Pero también existe la posibilidad de que, aun abandonando las manifestaciones infantiles, la religiosidad conserve toda su eficacia y constituya uno de los firmes puntales del desarrollo personal.
3. La Experiencia de Fe en la Adultez
El adulto es maduro si es capaz de mantenerse en la búsqueda constante de una religiosidad auténtica. La adultez es un proceso en constante ejercicio para afrontar la realidad tal cual es y encontrar en ella la constante presencia de lo sagrado. La religiosidad es un proceso continuo de aceptación y búsqueda de Dios.
4. La Experiencia de Fe en la Ancianidad
La religiosidad en esta etapa de la vida estará marcada por tres virtudes: confianza, gratitud y testimonio. La gratitud por haber llegado hasta ese punto de la vida, y el testimonio por la sabiduría adquirida a lo largo de los años. El anciano, ante la comunidad, es testigo de una fe vivida que permanece fiel.
Dimensiones Fundamentales del Encuentro con Dios
Este apartado profundiza en las características esenciales de la experiencia del encuentro con lo divino, destacando la iniciativa de Dios y sus efectos transformadores en el ser humano.
1. La Presencia Originaria de Dios
Nunca está ausente. Él siempre está en el hombre, ya reside en su interior (como decía San Agustín), y esa experiencia cristiana es originada por Dios. Él busca revelarse; la respuesta del hombre es la fe.
2. Dios Toma la Iniciativa
No es una conquista del hombre ni de su esfuerzo, sino que es Él quien nos mueve y dirige nuestra mirada hacia sí mismo. «Tú no me buscarías si yo no te hubiese encontrado» (Pascal, *Pensamientos*). «Nadie viene a mí si mi Padre no lo atrae» (Juan 6:44).
3. Tocados en el Centro de la Persona
Dios pasa a ser el centro, el valor primordial por el cual todos los demás quedan redefinidos. Determina un estilo de vida integral, no es algo esporádico. Es el centro de la vida del individuo.
4. Corazón Nuevo para un Hombre Nuevo
Alcanza todas las dimensiones del individuo, haciendo nacer en él nuevos criterios, sensibilidades, etc. Así, surge un hombre nuevo. No es un paso superficial de espectador, sino que se internaliza profundamente.
- a) Mayor comprensión del mensaje cristiano. El Espíritu Santo y las Sagradas Escrituras son guías para desvelar misterios.
- b) Confianza absoluta, es decir, entrega total a Dios.
- c) Fidelidad connatural: aceptación libre de la voluntad de Dios, permitiendo que Él realice su proyecto en nuestras vidas.
- d) Amor: recibimos su amor y lo amamos a Él.
- e) Alegría: un corazón hecho para Dios descansa en Él como en su hogar.
5. A Dios lo Vemos Siempre de “Espaldas” y en Penumbras
Siempre hay algo de misterio que nos desborda y que no podemos abarcar completamente.
6. Experiencia de Pecadores
Bajo la luz tamizada de la experiencia creyente, todo se percibe de distinta manera, incluyendo nuestras fragilidades, infidelidades y pecados. Existe un contraste entre la realidad humana y la divina. El corazón intensamente iluminado por Dios percibe en su propio comportamiento opacidades y resistencias que le causan sufrimiento, de ahí la necesidad de perdón y salvación.
7. Mar Adentro
El encuentro con Dios es un camino más que una meta; es una meta inacabable, una eterna esperanza, un deseo ilimitado, insatisfecho y siempre sediento. Por esta razón, «la presencia de Dios es una esperanza, no una realidad plenamente alcanzada. Es una búsqueda continua de la presencia en el seno de la comunión con Él».