Desamortizaciones y Guerras Carlistas en la España del Siglo XIX
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Desamortizaciones en la España del Siglo XIX
Durante el siglo XIX, en España, se realizaron cinco importantes **desamortizaciones**. El proceso desamortizador consiste en anular la amortización (que no permitía ni comprar ni vender) a las tierras que contaban con ella.
Primera Desamortización: Godoy (Reinado de Carlos IV)
La primera desamortización fue obra de **Godoy** (bajo el reinado de **Carlos IV**). Tras la **Paz de Basilea** (1795), España fue aliada de Francia, por lo que participó en la guerra con Gran Bretaña, donde fue derrotada y perdió casi toda la flota española. Hubo problemas en la Hacienda y una de las medidas que tomó Godoy para solucionar esta situación fue la **desamortización de las tierras eclesiásticas**. Esta medida fue desaprobada por la Iglesia, por los nobles y por **Fernando VII**. Esto, más el descontento popular, llevó a motines.
Segunda Desamortización: José I (1808-1814)
La segunda desamortización sucede en el reinado de **José I** (1808-1814). Se produce en el contexto de abolición del **Antiguo Régimen** que se intentó llevar a cabo. Para ello, se quiso hacer una reforma agraria expropiando bienes, vendiendo o repartiendo terrenos no trabajados y bienes comunales, y limitando los mayorazgos. Estas medidas desamortizadoras fueron difíciles de aplicar por tener en contra a los absolutistas (no aceptaban la **Constitución de 1812**) y por la situación de guerra en la que se encontraban.
Tercera Desamortización: Trienio Liberal (1820-1823)
En tercer lugar, encontramos otra desamortización durante el **Trienio Liberal** (1820-1823). En este periodo se buscaba continuar con la abolición del **Antiguo Régimen**, iniciada anteriormente por las **Cortes de Cádiz**. Llevaron a cabo una reforma eclesiástica que consistía en la eliminación de conventos y clausura de los frailes, y una desamortización de tierras del clero al Estado, vendidas a particulares en subasta pública. Así, se limitó el poder eclesiástico, se consiguió recursos para la Hacienda y se potenció la producción agraria.
Cuarta Desamortización: Mendizábal (1836-1837)
La cuarta desamortización fue a los bienes del clero regular (1836) y secular (1837) durante el gobierno de **Mendizábal**. Consistió en suprimir las órdenes religiosas (excepto las dedicadas a enseñanza o sanidad) y las propiedades del clero pasaron a ser bienes nacionales y a venderse en subasta pública. Tenía como objetivo obtener recursos para el ejército liberal, disminuir el déficit de Hacienda y mejorar las finanzas reales. Como consecuencia de esta desamortización y de más medidas tomadas, el poder volvió a los moderados en las elecciones de 1837.
Quinta Desamortización: Madoz (Bienio Progresista, 1854-1856)
La quinta y última desamortización importante durante el siglo XIX tuvo lugar en el **Bienio Progresista** (1854-1856). **Pascual Madoz**, ministro de Hacienda, realizó una **Ley de Desamortización civil y eclesiástica** (1855). Dicha ley afectó a bienes de la Iglesia, Estado y Ayuntamientos, y buscaba recursos para Hacienda, así como desarrollar la agricultura de mercado en beneficio de la burguesía agraria y afectando a los campesinos. El descontento social llevó a levantamientos campesinos.
Las Guerras Carlistas en el Siglo XIX
Las **guerras carlistas** fueron un conflicto duradero durante el siglo XIX por el trono español. Tras la muerte de **Fernando VII**, la heredera al trono fue su hija, **Isabel II**, lo que descontentó a una parte de la población y aparecieron dos bandos: los que apoyaban el reinado de Isabel II (**isabelinos**) y los que no estaban de acuerdo en anular la **Ley Sálica** mediante la **Pragmática Sanción** y defendían que el rey debía ser **Carlos María Isidro**, hermano de Fernando VII. También fue un conflicto de ideas políticas: los **carlistas**, bajo el lema “Dios, Patria y Rey”, defendían el poder eclesiástico, eran tradicionales, defendían los fueros, mientras que los isabelinos eran más liberales y buscaban reformas y modernización.
Primera Guerra Carlista (1833-1839)
La **primera guerra carlista** tuvo lugar en 1833, cuando murió Fernando VII y los carlistas iniciaron una insurrección armada. Este bando estaba formado por el clero, la nobleza agraria y campesinos. No estaban de acuerdo con la centralización política ni con el liberalismo. Por otro lado, la reina regente **María Cristina** se vio obligada a poner fin al absolutismo y al **Antiguo Régimen** para conseguir el apoyo de la alta nobleza, funcionarios y un sector eclesiástico, más liberales, que formaran el bando isabelino.
**Carlos María Isidro** se instaló en Navarra y formó un ejército bajo el mando de **Zumalacárregui**. El foco carlista se extendió a Cataluña, Aragón y Maestrazgo. Sin embargo, los carlistas se dividieron en transaccionistas (buscaban un acuerdo con los liberales) y los intransigentes (que buscaban continuar con la guerra). Esta división provocó la debilidad de los carlistas, y se acabó el conflicto firmando el **Convenio de Vergara** (1839), entre el general **Maroto** y el liberal **Espartero**, donde se propuso mantener los fueros en País Vasco y Navarra, y posibilitó la integración de los carlistas en el ejército. Dicho convenio no fue aceptado por los intransigentes, que se exiliaron o formaron resistencia, y el balance de la guerra fue muy negativo (cruel, con represalias y venganzas).
Segunda Guerra Carlista (1846-1849): Guerra de los Matiners
La segunda tuvo lugar durante la crisis del moderantismo y se conoce como la **Guerra de los Matiners** (1846-1849). Se desarrolló, a diferencia de la primera, en Cataluña. Su estallido tuvo el pretexto del fallido enlace entre **Isabel II** y el pretendiente carlista (**Carlos VI**), unión que probablemente hubiera contribuido a resolver el pleito dinástico entre ambos bandos borbónicos.
La victoria de los cristinos se debió, sobre todo, a su superioridad material, pese a las penurias económicas, al poco apoyo popular a la causa carlista al sur del Ebro y al nulo respaldo material y diplomático exterior que tuvo Don Carlos. Su derrota y su exilio significaron el definitivo fin del absolutismo. La guerra produjo un descalabro humano y económico enorme, que contribuyó a retrasar aún más el desarrollo del país. Las principales consecuencias de este conflicto fueron:
- La inclinación de la monarquía hacia el liberalismo.
- El protagonismo político de los militares, que se convertirán en una pieza clave para la defensa del régimen liberal.
- El recurso abusivo a la práctica del pronunciamiento se convirtió en la fórmula habitual de instaurar cambios de gobierno o de reorientar la política durante todo el reinado.
- Los enormes gastos de guerra situaron a la nueva monarquía liberal ante serios apuros fiscales.
Tercera Guerra Carlista (1872-1876)
La **tercera guerra carlista** (1872-1876) se inició una vez destronada Isabel II, ya en el **Sexenio Revolucionario**. Beneficiados por el clima de libertad que introdujo la revolución de la “Gloriosa”, el carlismo había revivido como fuerza política. Pero la llegada de **Amadeo de Saboya** provocó la insurrección armada de una parte de los carlistas, mientras que otra facción constituyó una pequeña fuerza política opuesta a la nueva monarquía y con posiciones enormemente conservadoras. El pretendiente era **Carlos VII**, y el conflicto acabará con la definitiva derrota del carlismo, ya durante los primeros años del reinado de **Alfonso XII**. Los generales **Martínez Campos** y **Fernando Primo de Rivera** derrotaron a los carlistas en Cataluña, Navarra y País Vasco. A partir de este momento, los carlistas se dividen y abandonan las armas definitivamente. Unos acaban reconociendo a Alfonso XII y se integran en el sistema. Otros, que siguen a **Nocedal**, mantuvieron su ideología tradicional y antiliberal, y acabaron creando un partido, el **partido carlista**, que, con cambios ideológicos importantes, ha llegado hasta nuestros días. Otros se integraron en partidos nacionalistas del País Vasco y Cataluña.