Desamortizaciones, Campo e Industrialización en la España Decimonónica

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Desamortizaciones en España: Impacto y Consecuencias

El nuevo Estado liberal exigía reformas políticas y económicas que suprimieron las instituciones y sistemas económicos del Antiguo Régimen (mayorazgo, gremios, servidumbre), reconociendo los derechos de propiedad y libertad, el librecambismo y la introducción al mercado capitalista.

Las desamortizaciones (expropiación, nacionalización y venta por el Estado a particulares de tierras en propiedad del clero y municipios) buscaron los siguientes objetivos:

  • Aumentar las rentas del Estado: Las ventas generaron ingresos y disminuyeron la deuda pública.
  • Asegurar el apoyo al régimen liberal: Los nuevos propietarios apoyarían este sistema, ya que la vuelta del absolutismo implicaría la devolución de los terrenos adquiridos.
  • Modernizar la agricultura: Los nuevos propietarios invertirían y mecanizarían el campo, aumentando su productividad. Con el aumento de cosechas, se esperaba elevar los beneficios (para su posterior reinversión) y abaratar los precios. La mecanización del campo liberaría población para trabajar en la industria.

Principales Desamortizaciones

Desamortización de Mendizábal (1836): Afectó a los bienes del clero regular. Se vendieron los conventos que no tenían un número mínimo de monjes y cuyas tierras no podían ser aprovechadas. Estos bienes se subastaban y eran pagados en metálico o con títulos de deuda pública. Los ingresos obtenidos sirvieron para reforzar al ejército isabelino en el contexto de la Primera Guerra Carlista. Espartero completó la desamortización en 1841, que afectó a los bienes del clero secular, deteriorando la relación con la Iglesia.

Desamortización de Madoz (1855): Concluyó la desamortización del clero. Se pusieron a la venta dos tipos de tierras de los ayuntamientos: los bienes comunales (públicos) y los bienes propios (que se alquilaban). Los ingresos, mucho mayores que los obtenidos con Mendizábal, se reinvirtieron en el ferrocarril.

Consecuencias de las Desamortizaciones

Las consecuencias no fueron las esperadas:

  1. Económicas: Apenas se disminuyó la deuda pública. Los pagos con títulos de deuda se vieron muy devaluados.
  2. Agrarias: Hubo poca reinversión, y la productividad creció poco.
  3. Sociales: Los precios de las tierras eran demasiado altos, por lo que fueron adquiridos por las grandes fortunas, y las clases medias no se ampliaron. Aumentó también el número de jornaleros debido a la necesidad de mano de obra.
  4. Políticas: Los problemas causados provocaron el rechazo del campesinado al liberalismo y la hostilidad del Gobierno con la Iglesia (hasta el Concordato de 1851).

La España Rural del Siglo XIX: Características y Desafíos

El campo español se caracterizó por:

  1. Predominancia económica: Las actividades agrarias constituyeron el principal sector productivo (65% de la población ocupada).
  2. Productividad limitada: La escasez de inversiones provocó que los productos españoles no fueran ni suficientes ni competitivos, por lo que se tuvieron que importar.
  3. Escasez de propietarios: El elevado precio de las tierras impidió a los pequeños y medianos campesinos convertirse en propietarios, siendo forzados a trabajar como arrendatarios (lo que no favorecía las inversiones) o jornaleros.
  4. Éxodo rural: El desempleo, los bajos salarios y las escasas expectativas laborales favorecieron la emigración hacia las capitales de provincia, regiones urbanas de la costa y regiones industriales.

Industrialización, Comercio y Comunicaciones en la España Decimonónica

Industrialización en España

La industrialización de España fue tardía, incompleta y limitada a escasas regiones debido a las siguientes razones:

  • Deficiente red de comunicaciones.
  • Inestabilidad política (pronunciamientos militares y guerras).
  • Proteccionismo industrial, que conllevaba la escasa competitividad en el mercado internacional de los productos españoles por su mayor precio y baja calidad.
  • Ausencia de materias primas clave: hubo que importar algodón y carbón.
  • Pérdida de las colonias: supuso la pérdida de materias primas baratas y un amplio mercado.
  • Mercado interior débil debido al insuficiente crecimiento de la población y a su escasa capacidad adquisitiva.
  • Escasez de capital: ni el Estado (endeudado) ni los particulares (que prefirieron adquirir tierras o la especulación bursátil) invirtieron en el sector industrial.
  • Dependencia del exterior (técnica, tecnológica, financiera y energética).

La industrialización provocó grandes desequilibrios territoriales, ya que se concentró mayoritariamente en áreas costeras. Los sectores industriales más importantes fueron:

  1. Industria textil: Concentrada en Cataluña (Barcelona).
  2. Siderurgia: Principalmente en Asturias y Vizcaya.
  3. Minería: Destacó el carbón en Asturias, el hierro en Vizcaya y el cobre en Riotinto (Huelva). La Ley de Minas (1868) liberalizó el sector, pasando muchas explotaciones a manos extranjeras.
  4. Otros sectores: Aceitero (Andalucía), vinícola (Castilla, Andalucía) y naval (Vizcaya).

Comercio Exterior Español

Aunque el comercio exterior creció durante el siglo XIX, no lo hizo al mismo ritmo que en el resto de Europa. Se exportaban materias primas y se importaban manufacturas. Se aplicó una política proteccionista debido a la mayor calidad y menor precio de materias primas y productos extranjeros, estableciendo impuestos y aranceles. Esta medida benefició a la industria textil catalana, el cereal castellano, el carbón asturiano y la siderurgia vasca. Los comerciantes y consumidores, perjudicados por el encarecimiento y la bajada de calidad, defendían el librecambismo.

Desarrollo de las Comunicaciones

Un mercado nacional fuerte requería una mejora del sistema de comunicaciones. La red de carreteras pasó de 9.000 km (1840) a 40.000 km (1900), se ampliaron puertos (Barcelona y Bilbao) y se impulsó la creación de empresas navieras vascas. La medida más importante fue la implantación del ferrocarril. Se implantó tarde debido a la accidentada orografía española y la insuficiencia de recursos. Las primeras líneas fueron Barcelona-Mataró (1848), Madrid-Aranjuez (1851) y Gijón-Langreo (1852). El sector recibió un gran impulso con la Ley General de Ferrocarriles (1855), que buscaba planificar la red ferroviaria y atraer inversores. Para ello, se permitió a compañías extranjeras construir el ferrocarril, convirtiéndolo en una inversión público-privada. La red pasó de 200 a 13.000 km, aunque la industrialización esperada no se produjo debido a que la importación del material limitó la creación de una industria nacional.

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