El Desalojo de St Kilda: Historia de una Comunidad Aislada

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El Desalojo de St Kilda

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A 110 millas frente a la costa occidental de Escocia, se encuentra un pequeño grupo de islas volcánicas. Son llamadas, entre otros nombres locales, Hirta y Boreray, pero en conjunto se conocen como St Kilda. Los acantilados se elevan a más de 400 metros sobre el nivel del mar, hogar de millones de aves marinas. Hasta 1930, albergaban una pequeña comunidad de personas de habla escocesa, cuya existencia se remontaba a más de 2000 años.

Vida Precaria en el Atlántico

La vida en St Kilda era precaria. Ubicada en el Océano Atlántico, mucho más allá de la barrera protectora de las Hébridas Exteriores, la isla soportaba una temperatura media en enero de -10 a -20°C. Los isleños estaban frecuentemente aislados durante meses debido al clima adverso, y vivían como siempre lo habían hecho, subsistiendo con unas pocas ovejas y aves silvestres.

Economía de Trueque y los Cazadores de Aves

No utilizaban dinero, sino un sistema de trueque para compartir sus sustentos. Aquellos que se dedicaban a la caza de aves eran conocidos como “Cazadores de Aves”. Unían cuerdas a las cimas de los acantilados, lo que les permitía descender para recoger los huevos y atrapar a los pájaros. Comían la carne, usaban las alas para hacer escobas, las pieles para fabricar zapatos y los picos como clavos para asegurar los techos de sus chozas.

El Parlamento de St Kilda

Una fotografía del parlamento de St Kilda muestra a 13 hombres, todos con patillas desordenadas y barbas sin cortar, e idénticamente vestidos con una camisa blanqueada arrugada, un chaleco de lana oscuro, un pantalón oscuro y arrugado, y boinas de lana con un pompón. La única diferencia radica en su estatura y en que aproximadamente la mitad usa botas, mientras que la otra mitad está descalza.

Están parados a cada lado de la calle, con una bandera arrugada y pasto creciendo entre las baldosas. Seis de ellos están apoyados contra la pared de una choza no más alta que el más alto de los hombres, y siete contra una pared de piedra seca.

La Llegada de Influencias Externas

St Kilda fue ignorada por la gente del continente británico hasta finales del siglo XIX, cuando la comunidad comenzó a atraer a una mezcla de reformadores sociales y turistas. Estos últimos llegaron para observar a los últimos ejemplos de una vida de subsistencia e introdujeron dinero en la isla por primera vez. Esto desestabilizó la delicada economía que les había permitido sobrevivir durante veinte siglos. Los profesores y sacerdotes trajeron noticias, educación, mejoras sociales y nuevas creencias.

Las noticias de las ciudades, el trabajo y una mejor forma de vida persuadieron a muchos de los jóvenes a abandonar la isla, lo que dificultó aún más la vida para aquellos que se quedaron.

El Invierno de 1929 y la Decisión Final

Alrededor de 1929, solo quedaban 36 granjeros. Ese invierno fue particularmente severo, y con una población reducida y una economía arruinada, se enfrentaron a la posibilidad de morir de hambre. Algunas de las familias que quedaban decidieron partir, y una enfermera del continente escocés llamada Williamina Barclay los persuadió de solicitar al gobierno su reubicación.

El Fin de una Era

El 28 de agosto de 1930, tres barcos evacuaron a las tres docenas de isleños de las islas y los llevaron al continente. Con ellos, llevaron 500 ovejas y 10 vacas, así como algunas de sus pertenencias. Arrojaron al mar objetos con piedras atadas alrededor del cuello, y así, la comunidad de 2000 años llegó a su fin.

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