Desafíos y Oportunidades de la Industria Española en el Contexto Europeo y Global
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La industria española presenta diversos PROBLEMAS estructurales que afectan negativamente a su competitividad frente a la economía europea y global. Las empresas mantienen un tamaño y trazos contrastados. Las pequeñas y medianas empresas (PYMES) representan más del 90%. Las PYMES reaccionan con más agilidad y flexibilidad ante los cambios de la industria actual y presentan menos conflictividad laboral. Sin embargo, sus productos son más caros y menos competitivos al no permitir economías de escala. Además, invierten poco en investigación y modernización, y tienen dificultades para financiarse e internacionalizarse. Las grandes empresas son pocas y están a mucha distancia de la media de la UE. La inversión española en I+D+i (investigación, desarrollo e innovación) es menor que la de los países más avanzados. Además, presentan una gran concentración: sectorial, en las ramas más dinámicas; empresarial, en las grandes empresas; y territorial, en algunas comunidades. Para mejorar la situación, la política industrial pretende incrementar el gasto del sector privado. La innovación empresarial, de base tecnológica o no, es insuficiente, sobre todo entre las PYMES. La creación de tecnología es escasa y dependiente. España crea poca tecnología a causa del insuficiente inversión en investigación. Por lo tanto, se impulsa la tecnología mediante la creación de parques tecnológicos y la participación en proyectos tecnológicos europeos e internacionales.
Desde 1990, la industria española ha pasado por coyunturas de expansión y de crisis relacionadas con la situación económica internacional. Amplió la producción y la ocupación industrial en cifras absolutas. En cambio, en cifras relativas, se produce un descenso de la ocupación y del PIB industrial, ante el mayor incremento de la construcción y de los servicios, el crecimiento de la automatización, la deslocalización de algunas fábricas y la terciarización del empleo industrial. La incorporación de nuevos países a la UE afectó a la industria española por diversos motivos. Estos países gozan de una mayor proximidad al gran eje industrial. Entre 2008 y 2010, la crisis mundial provocó problemas de financiamiento empresarial, así como una fuerte caída de la demanda interna y de la construcción, muy demandante de productos industriales. Como consecuencia, se redujo la producción y aumentó el paro industrial. Desde 2014, el inicio de la recuperación económica mejoró todos los indicadores industriales debido al aumento de las exportaciones. La industria española experimentó cambios motivados por la incorporación al mercado europeo y mundial tras la entrada en la UE y por el impacto de la Tercera Revolución Industrial.
La incorporación al mercado europeo y universal supone ventajas y retos para la industria: las ventajas son la ampliación de mercados, la inexistencia de aranceles, un crecimiento de la inversión y mayor accesibilidad a las innovaciones. Los retos son incrementar la competitividad industrial para hacer frente a una doble competencia. La Tercera Revolución Industrial, iniciada en la década de 1950, y la Revolución 4.0, que comenzó su desarrollo hacia 2010, se basan en la innovación y en la aplicación del conocimiento. El resultado fue un cambio radical en la producción, en la estructura y en la localización industrial. El actual tejido industrial español se está incorporando a la globalización económica de manera que nuestras zonas industriales se configuraron como puntos de una red de producción a nivel mundial. En una economía globalizada, las empresas buscan la competitividad para aumentar su cuota de mercado.