El Desafío de Jerjes y la Valentía Griega ante la Invasión Persa
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El Legado de la Victoria y la Amenaza Persa
La Rápida Victoria y su Impacto
26) Y tan rápidamente combatieron que ellos mismos anunciaron a los otros la llegada aquí de los bárbaros y la victoria de nuestros antepasados. Así pues, ninguno de los otros temió el peligro inminente, sino que, al oírlo, se alegraron por su libertad. De modo que no es menos admirable que, así como los hechos antiguos fueron notables en su momento, también lo sean los recientes, y que el valor de estos hombres sea ahora admirado por todos.
La Invasión de Jerjes: Preparativos y Soberbia
La Magnitud del Ejército Persa
27) Tras estos acontecimientos, el rey Jerjes de Asia, quien despreciaba a Grecia, desesperanzado, destrozado por lo sucedido, disgustado por la derrota, irritado con los culpables, desconocedor de los verdaderos males e ignorante del valor de los hombres valientes, al décimo año, tras prepararse, partió con 1200 naves. Llevó consigo una cantidad tan innumerable del ejército de infantería que incluso sería una ardua tarea enumerar los pueblos que lo acompañaban.
La Ambición Desmedida de Jerjes
28) La mayor prueba de su magnitud es que, aunque le era posible transportar su ejército de infantería en mil naves por el estrecho del Helesponto desde Asia hacia Europa, no quiso hacerlo, creyendo que la demora sería excesiva.
Desafío a la Naturaleza y a los Dioses
29) Sin embargo, desdeñando no solo las leyes de la naturaleza, sino también los designios divinos y las opiniones humanas, hizo un camino por el mar y, por otra parte, obligó a la navegación por tierra, uniendo el Helesponto y excavando el monte Atos. Nadie se le opuso, pues unos se sometían a la fuerza y otros se entregaban voluntariamente. Unos no eran capaces de defenderse y otros habían sido corrompidos por las riquezas; tanto el interés como el temor persuadían a estos últimos.
La Resistencia Griega: Artemisio y Termópilas
Movilización Griega
30) Pero los atenienses, al encontrarse Grecia en tal situación, embarcaron y corrieron en auxilio hacia Artemisio. Mientras tanto, los lacedemonios y algunos de sus aliados salieron al encuentro en las Termópilas, creyendo que, debido a la estrechez del lugar, podrían proteger la entrada.
Desenlace de los Combates
31) Al librarse el combate simultáneamente, los atenienses vencieron en la batalla naval. En cambio, los lacedemonios —quienes no eran inferiores en valor, sino que, habiendo sido engañados en cuanto al número, creían que las fuerzas de avanzada y aquellas contra las que iban a combatir habían sido aniquiladas— perecieron; no fueron vencidos por los contrarios, sino que murieron en el mismo puesto donde precisamente se les había ordenado luchar.
El Dilema Ateniense tras la Derrota en las Termópilas
32) Así, habiendo fracasado unos y habiéndose apoderado otros de la entrada, estos últimos avanzaban contra esta ciudad. Por su parte, nuestros antepasados, conociendo la desgracia acaecida a los lacedemonios y perplejos por los acontecimientos, comprendían que si se enfrentaban a los bárbaros por tierra, estos, avanzando por mar con mil naves, tomarían la ciudad desierta. Y si, por el contrario, embarcaban en sus naves, serían vencidos por la infantería enemiga. Comprendían también que no sería posible hacer ambas cosas: rechazarlos y, al mismo tiempo, dejar una guardia suficiente.