Derecho Patrimonial Canónico: Principios, Historia y Financiación
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Principios Generales del Derecho Patrimonial Canónico
Dentro del Código de Derecho Canónico, el libro V se encarga de este concepto. Hay una parte específica de este libro que trata sobre el derecho patrimonial canónico. Podemos recordar el canon 1254, que explica que la Iglesia es autónoma e independiente de cualquier órgano estatal y, por eso, puede administrar sus propios bienes. Estos bienes eclesiásticos están sujetos a la diócesis eclesiástica y se rigen únicamente por el libro de Derecho Canónico como fuente primaria. Una de sus finalidades es que la Iglesia tiene que poseer bienes porque necesita de instrumentos temporales para sustentar económicamente a los ministros del clero y realizar obras de caridad con los más pobres. El canon 1255 dice que los sujetos canónicos responsables de la administración son:
- El Romano Pontífice, como titular de la potestad legislativa, tiene el poder de administrar todos los bienes de la Iglesia Católica.
- El Obispo, que administra los bienes de su propia iglesia particular y es el responsable de la vigilancia de los bienes de la iglesia.
El Derecho Patrimonial Canónico en la Época de Persecuciones (Siglos I-III)
La Iglesia, desde el primer siglo de su historia, manifestó su dimensión jurídica, que se entiende como una entidad jurídica. Cada comunidad eclesiástica, que no tenía estructura administrativa, tenía su propia asamblea que tomaba sus decisiones más importantes, siempre a escondidas de la autoridad romana. En esos siglos, había un régimen comunitario de estos bienes y solían poner en común sus propios bienes para ayudar a los ministros que prestaban sus servicios en la comunidad, a los más necesitados o, también, para ayudar a otras comunidades cristianas víctimas de persecuciones, a las que las comunidades autónomas cercanas ayudaban.
Fuentes de Financiación de los Organismos y Entidades Eclesiásticas
La fuente de financiación más importante eran las donaciones que los fieles realizaban a favor de la Iglesia. Un ejemplo es el Óbolo de San Pedro, que los fieles pueden realizar a favor del Romano Pontífice para llevar a cabo una determinada actividad. Sin embargo, en los siglos medievales había uno determinado que era el diezmo.
El diezmo consistía en que cada fiel realizaba una donación que se convertía en una tasa patrimonial, un impuesto que estaba previsto en algunos casos medievales. Todos los fieles estaban obligados a pagar un impuesto para la Iglesia y los sacerdotes se encargaban de esta recaudación.
El Derecho Patrimonial Canónico en la Época Moderna (Siglos XVI-XXI)
Una de las diferencias importantes es que casi desaparece el sistema de imposición fiscal porque ya se había convertido en un instrumento muy impopular. Pero el fenómeno más considerable es que el Estado intentó controlar más los bienes, lo que se conoce como el “fenómeno de la mano muerta”. Este fue un fenómeno común a toda Europa, en el que el Estado quería controlar los bienes de la Iglesia y, en algunos países, se confiscaron los bienes de la Iglesia. Podemos observar que hoy pertenecen al Estado bienes que antes pertenecían a la Iglesia. Es un fenómeno común a toda la época moderna, en la cual la Iglesia fue objeto de persecuciones por parte de varios Estados.
Fuentes de Financiación de los Organismos y Entidades Eclesiásticas
La fuente de financiación más importante eran las donaciones que los fieles realizaban a favor de la Iglesia. Un ejemplo es el Óbolo de San Pedro, que los fieles pueden realizar a favor del Romano Pontífice para llevar a cabo una determinada actividad. Sin embargo, en los siglos medievales había uno determinado que era el diezmo.
El diezmo consistía en que cada fiel realizaba una donación que se convertía en una tasa patrimonial, un impuesto que estaba previsto en algunos casos medievales. Todos los fieles estaban obligados a pagar un impuesto para la Iglesia y los sacerdotes se encargaban de esta recaudación.
El Derecho Patrimonial Canónico en la Época Moderna (Siglos XVI-XXI)
Una de las diferencias importantes es que casi desaparece el sistema de imposición fiscal porque ya se había convertido en un instrumento muy impopular. Pero el fenómeno más considerable es que el Estado intentó controlar más los bienes, lo que se conoce como el “fenómeno de la mano muerta”. Este fue un fenómeno común a toda Europa, en el que el Estado quería controlar los bienes de la Iglesia y, en algunos países, se confiscaron los bienes de la Iglesia. Podemos observar que hoy pertenecen al Estado bienes que antes pertenecían a la Iglesia. Es un fenómeno común a toda la época moderna, en la cual la Iglesia fue objeto de persecuciones por parte de varios Estados.