Demostración de la Existencia de Dios según Santo Tomás: Las Cinco Vías
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Las Cinco Vías de Santo Tomás para Demostrar la Existencia de Dios
La existencia de Dios es el primer tema con que se inicia la teología natural. Según Santo Tomás, al conocimiento de la existencia de Dios se llega por la fe y también por la razón. En el siglo XI, San Anselmo presenta su famoso argumento ontológico para demostrar la existencia de Dios, que no se basa en la experiencia. Santo Tomás presenta unas pruebas distintas, que parten de la experiencia de las cosas reales y se remontan hasta Dios como su causa. Son las cinco vías, argumentos racionales para demostrar la existencia de Dios. Todas las vías guardan una estructura semejante, su punto de partida es un hecho de la realidad que se puede constatar mediante la experiencia. Santo Tomás sigue a Aristóteles en la recuperación del valor de la observación empírica como fuente de conocimiento válido, frente al desprecio platónico hacia los sentidos. En una segunda premisa se presenta el principio metafísico de causalidad de diversas formas. En las tres primeras vías hay una tercera premisa que observa la imposibilidad de proceder al infinito en unas causas determinadas. Finalmente, en la conclusión se afirma la existencia de Dios desde un punto de vista independiente en cada vía.
Primera Vía: El Movimiento
La primera vía es la del movimiento, que parte de la existencia de movimiento en este mundo material. Se entiende como movimiento una transformación, cambio, devenir en general. Todo lo que se mueve es movido por otro motor; si este motor se mueve, necesitará a su vez otro, y así hasta el infinito. Pero esto es imposible, porque no habría ningún motor si no hubiera un primero. Por tanto, hay un Primer Motor, que es Dios.
Segunda Vía: La Causa Eficiente
La segunda vía es de la causa eficiente, que asegura que todos los seres existen gracias a una causa que los ha producido. Nada puede ser causa de sí mismo, porque para serlo, tendría que haber existido antes de sí mismo. Esto es imposible porque no podemos remontarnos al infinito hacia atrás en la serie de causas eficientes, por lo que debe haber una primera causa, Dios.
Tercera Vía: Lo Posible y lo Necesario
La tercera vía es la de lo posible y lo necesario, que parte de que algunos seres son contingentes y no necesarios. Sin embargo, es imposible que las cosas contingentes existan siempre, por lo que hubo un tiempo en el que nada existió. Esto sería imposible porque entonces ahora no existiría nada y, por lo tanto, se llega a la conclusión de que debe haber un ser necesario, para que los seres contingentes lleguen a existir, y ese es Dios.
Cuarta Vía: Los Grados de Perfección
La cuarta vía es la de los grados de perfección, por la cual hay diversos grados de todas las perfecciones que se aproximan más o menos a la perfección absoluta. La causa última de la perfección debe ser perfecta en sí misma. Por tanto, hay realmente un ser absolutamente perfecto que existe en sí y por sí y es causa del ser y la existencia de todo lo real, Dios.
Quinta Vía: La Finalidad del Mundo
La quinta vía es la de la finalidad del mundo, que parte de que los seres operan o cooperan por un fin. Hay, por tanto, una inteligencia ordenadora del mundo que impulsa a la naturaleza hacia su fin, y ese ser es Dios.
Conclusión
Todas las vías se basan en que la realidad no contiene en sí razón suficiente de su propia existencia. Lo sensible no nos plantea únicamente el problema del movimiento (1ª vía), pues las cosas no solo se mueven, sino que antes de moverse tienen realidad (2ª vía) y, en la medida en que son reales, necesitan un fundamento explicativo de su existencia contingente (3ª vía). Además, en la realidad se observan grados jerárquicos de perfección (4ª vía), que evidencian el orden de las cosas que tienden a un fin (5ª vía). Es necesario, pues, que exista, como causa primera, un ser en quien la esencia y la existencia sean una sola y misma cosa. A este ser es al que los cristianos llaman Dios, ser supremo, creador y fin último de todas las cosas.