Democracia Participativa vs. Pluralista: Un Análisis Comparativo

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El principio básico de la relectura moderna del modelo democrático participativo es que resulta insuficiente hacer girar la definición de democracia alrededor de la idea de protección de los intereses individuales y que tal idea debe ser contrapesada con la exigencia de participación ciudadana. Tal participación sirve para garantizar el autogobierno colectivo y lograr crear una ciudadanía informada y comprometida con el bien público. La deliberación colectiva en los asuntos públicos genera autogobierno y civismo. Las formas de participación directa completan los instrumentos representativos y las instituciones protectivas. Desde este punto de vista, ciertos rasgos se subrayan:

  1. Deliberación conjunta en la esfera pública.
  2. Autodesarrollo individual a través de la participación.
  3. Sufragio universal y uso ciudadano de las instituciones mediadoras de participación.
  4. Participación ciudadana en una sociedad civil densa y poblada de instituciones mediadoras.
  5. Democracia considerada como una forma de vida, no sólo como un conjunto de instituciones.

El problema al que este modelo se enfrenta es el de descubrir los medios a través de los cuales el pueblo puede hacerse presente en los principales centros de decisión política y cómo producir una ciudadanía comprometida con los valores democráticos y con los hábitos necesarios a la democracia entendida como autogobierno. Si la democracia es, como afirman J. Dewey o Habermas, una forma de vida, no puede ser expresada en instituciones o reglas, sino que debe encarnarse en prácticas capaces de desarrollar ciertos valores, el bien público y una ciudadanía capaz de buen juicio político. Para conseguir generar ese sentido público de comunidad es necesario promover la atenuación o eliminación de ciertas desigualdades sociales o económicas. También hay que preocuparse por dotar a los ciudadanos de la capacidad y posibilidades para hacerlo.

Este modelo sugiere como fórmula de superación de la misma aumentar la participación ciudadana en la gestión y organización de los recursos. Se supone que el incremento de la participación ciudadana mejoraría la gestión, disminuiría el burocratismo. El objetivo sería acercar a los ciudadanos los organismos de toma de decisiones a todos los niveles, lo que contribuiría a aumentar tanto el control sobre los representantes como el autogobierno directo. Hay quien opina que este retrato de la democracia es equivocado e irrealista, ya que exige a los individuos un compromiso con el bien público difícil de realizar efectivamente, o desconsidera aspectos institucionales donde tienen lugar las más importantes decisiones políticas, o bien porque plantea una alternativa a lo existente, etc.

Modelo Pluralista-Competitivo

Este modelo de democracia se desarrolla como reacción a las críticas que los teóricos elitistas realizaron al ideal democrático participativo. En efecto, con gran impacto en el primer tercio de este siglo, las ideas de autogobierno o la de control de los representantes por parte de los representados son absurdas. La dirección de la política en cualquier régimen está en manos de minorías y élites selectas. Lo que los autores que ponen en marcha el modelo señalan es que la crítica exagera la estabilidad y fortaleza de la élite gobernante y desconsidera los diversos modos a través de los cuales ocupa y mantiene su posición. La democracia se caracterizaría por las distintas formas de selección de las mismas y por cómo afectan a la movilidad de las élites como a su pluralismo.

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