David Hume: Crítica de la Causalidad y sus Consecuencias Metafísicas

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Crítica de Hume al Principio de Causalidad

El conocimiento de la realidad natural se reduce a la experiencia sensible, y lo que esta afirma es contingente y particular. Esta experiencia jamás se referirá al futuro, ya que no podemos tener impresiones sensoriales de un hecho que todavía no ha ocurrido, aunque en la vida cotidiana demos por sentado que ciertos hechos ocurrirán en el futuro. Hume se pregunta si podemos tener la certeza de que esta afirmación sobre los hechos futuros sea necesariamente cierta.

La Experiencia como Límite del Conocimiento

Para él, el criterio de verdad consistía en comprobar si una idea se corresponde con una impresión o hecho empírico. Ahora bien, no podemos tener experiencia de un hecho que aún no ha ocurrido. Por ejemplo: vemos el agua junto al fuego y, en contigüidad espaciotemporal, observamos que el agua hierve, pero no percibimos impresión sensible alguna de que exista un nexo causal necesario entre el primer hecho y el segundo.

La Noción de Causalidad como Hábito

Lo que realmente ocurre, según Hume, es que hemos observado en el pasado, hasta hoy, una conjunción constante o contigüidad espaciotemporal constante entre un hecho y otro. Pero la afirmación de que existe una conexión necesaria entre estos dos fenómenos no es una certeza empírica, ni tampoco podemos asegurar que en el futuro ambos seguirán ocurriendo conjuntamente.

La relación causal surge, entonces, como una creencia basada en el hábito, generado por la repetición de experiencias pasadas (costumbre), y en la tendencia a suponer que la naturaleza mantiene una uniformidad constante y que el futuro se parecerá al pasado. Pero esta creencia en la uniformidad de la naturaleza no es una certeza, sino una probabilidad, aunque sea muy alta.

Implicaciones Metafísicas de la Crítica Humeana

Esta crítica de Hume al principio de causalidad conduce a una severa revisión de la metafísica tradicional (cuyos antecedentes críticos podrían rastrearse hasta Ockham). Si Hume afirma que solo podemos tener conocimiento cierto de aquello que percibimos (impresiones), resulta que los tres grandes pilares de la metafísica racionalista se derrumban:

A) El Mundo como Sustancia

La idea de un Mundo compuesto de sustancias independientes de nosotros, que poseerían algún tipo de esencia permanente bajo las apariencias cambiantes y que serían la causa de nuestras percepciones sensibles, nos es incognoscible. No tenemos impresión alguna de dicha sustancia subyacente, solo de sus cualidades sensibles.

B) El Yo como Sustancia Pensante

La idea del Yo como una sustancia permanente, un alma distinta del cuerpo que unifica todas nuestras ideas y sentimientos, también es desconocida. Solo percibimos un flujo constante de percepciones particulares (impresiones e ideas), pero no una entidad simple y continua que las posea.

C) Dios como Causa Suprema

La existencia de Dios, entendido como ser supremo y causa primera del mundo y de la realidad según la filosofía tradicional, resulta indemostrable. Hume argumenta que no tenemos impresión sensible alguna de Él. Además, dado que la relación causal necesaria ha sido cuestionada, no podemos remontarnos legítimamente de los efectos (el mundo) a una supuesta Causa primera trascendente.

Conclusión: Escepticismo Moderado y Ciencia

En consecuencia, el ser humano debe conformarse con un conocimiento probable de la realidad, basado en la experiencia y el hábito. Nuestra inteligencia no puede alcanzar la esencia última de las cosas. Sin embargo, el estudio de las apariencias y las regularidades observadas en la naturaleza es el campo legítimo y útil de la ciencia.

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