Cultura y Subculturas: Una Perspectiva Sociológica

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CAP 5. ¿En qué se diferencia una cultura de una subcultura?

La alta cultura ha sido considerada durante siglos como “la cultura”, es decir, como la única existente, aquella que logra imponerse a las demás. Lo cultural ha sido generalmente asociado a algo refinado, a buen estilo, al gusto de élites. El resto de las cosas son vulgares o de inferior categoría. La cultura popular era, y aun es para muchos, inferior porque venía de abajo. Esta perspectiva se denomina etnocentrista o clasista, por referencia a la clase social que marca los criterios del gusto.

Ahora bien, la cuestión se complica cuando además de considerar los bienes tenemos en cuenta los usos y costumbres, las prácticas culturales como forma de vida. Si abrimos así comprobamos cómo de nuevo podemos distinguir entre culturas bien vistas y culturas o subculturas mal vistas. ¿En función de qué criterio se considera una cultura o subcultura desviada, delincuente o criminal? En función de su desobediencia, de la cantidad y calidad de las normas que rompen sus miembros.

¿Por qué es importante hoy en día la cultura?

La cultura es la única vía para lograr la igualdad de oportunidades en el plano educativo. Solo así se podrán eliminar los prejuicios etnocentristas que llevan a la discriminación de las clases populares y de los grupos sociales que sufren la exclusión social.

El fracaso escolar como detonante

Uno de los trabajos pioneros sobre las bandas hacía recaer buena parte de la responsabilidad en el fracaso de sus integrantes dentro de los centros escolares. Trabajos posteriores mostraron cómo no todos los que abandonan la escuela la odiaban o se mostraban resentidos con ella. Para un niño y un adolescente la escuela es el ámbito de su vida social más importante. Las experiencias escolares marcan definiendo así su identidad. Ahora bien, la escuela es el centro de trabajo más estresante que existe, dadas sus características, ya que se reparten más refuerzos negativos que positivos. La cultura escolar es una cultura de clase media donde se tiende a valorar más las altas culturas populares. Se supone que la escuela debería compensar esas diferencias de hábitos culturales, pero no solo no lo hacen sino que incrementan las diferencias con las que entraron, al empujar hacia el fracaso escolar a los que sufren el choque cultural.

Pero ¿se quedarían de brazos cruzados los “malos alumnos”? No, detectarán las directrices de la cultura y del sistema escolar y los invertirán. La resistencia de las pandillas en las escuelas estaba organizada, es decir, que no era anárquica, espontánea y efímera. Verla como un conjunto de reacciones infantiles es un sesgo típico del etnocentrismo. Negar su existencia es quitar importancia al daño que causa el sistema escolar. Para algunos autores, las culturas alternativas se basan en una reacción defensiva. Pero la discusión es difícil e inútil, calibrar el porcentaje de causas que motivaron la creación de una cultura es debido a la originalidad y otro es debido a la reacción. Ninguna cultura puede basarse únicamente en el resentimiento, este puede impulsar su creación, pero al final cederá con el tiempo. Este caso es muy improbable, ninguna cultura se crea de la nada, los miembros de las subculturas desviadas tienen raíces.

El peligro de ver más de lo que hay

El miedo a lo nuevo late detrás de la posición etnocéntrica del poderoso, impulsado por el conservadurismo como actitud vital ideológica, sin embargo, también puede darse la situación contraria, en la cual se ve más de lo que hay, es más un deseo del observador que un hecho aparente (propio de los investigadores y de los académicos).

La vida (social) como juego (duro)

El objetivo en la vida es universal, lograr el mayor éxito posible el cual se compone de dinero y prestigio. Ahora bien, así como en los juegos de entretenimiento se usan trampas, también en el juego social el fin del éxito puede acabar justificando los medios. El juego social podría desatar 4 posibles resultados:

  1. S. burguesa: reagrupa teóricamente a todos los ciudadanos en posiciones sociales de destino asociadas a distintos tipos de ocupaciones. En ellas sus ocupantes compiten por los mejores puestos y destacar. Quienes consiguen en nuestra sociedad la fama y dinero, desde un punto de vista legal, representan el tipo ideal social más deseado.
  2. S. criminal: intentan lograr el éxito a través de caminos ilegales. Paradójicamente la fama otorga ese tipo de “segundos premios” también puede llegar a ser bien valorada por el resto de la sociedad.
  3. S. conflictiva: consideramos ahora las posibilidades de alcanzar el éxito, lo que han nacido en un medio desorganizado socialmente. Allí la desorganización social es tal que ni siquiera existe una mínima estructura criminal. Los que nacieron aquí tienen pocas oportunidades, ni siquiera pueden acceder al segundo premio por la vía de las mafias, lo que les queda es el control del territorio. El barrio, el éxito que aquí se puede alcanzar es llegar a ser uno de los cabecillas de la banda. Se valorará la capacidad de tomar riesgos y de soportar dolor.
  4. S. retraída: tendría bloqueadas las salidas primera, segunda y tercera, en tal caso, podría ocurrir que su única opción fuera la del consumo de sustancias psicotrópicas. Se entiende que la subcultura de la droga se denomina retraída porque el consumo de drogas conduce al retraimiento. Algunos chicos, de todas formas, pueden optar por comprarse una bici y repartir víveres para la tienda de la esquina, de esta forma renuncian al éxito, se acomodan.

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