Cultura Organizacional y Excelencia: Impacto en el Comportamiento Individual

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Tercer Territorio: Cultura y Excelencia, Propiedades de la Organización

El propósito esencial de los enfoques del 3er territorio de la TO es el análisis más sistemático de los procesos que establecen las vinculaciones entre el comportamiento de los individuos y las estructuras de la organización, para clarificar su impacto operativo en términos de eficiencia y control.

A finales de los 60 se realizan estudios centrados en el concepto de cultura organizacional. Ahora el comportamiento será abordado desde la perspectiva de los valores y las creencias que propician la unidad y la integración en torno a la organización.

Las investigaciones asumieron que los miembros de la organización comparten una única cultura, recordándonos la vieja formulación parsoniana. Esta visión enfatiza la consistencia, el orden y el consenso, negando la existencia de grupos que pudieran representar otras culturas, o la presencia de conflictos y ambigüedades.

De esta forma, la cultura es una propiedad de la organización considerada como unidad monolítica. Es la cultura de la organización. Los ejecutivos deberán propiciar un sentimiento de responsabilidad comunitaria, facilitando la integración de los miembros de la organización en torno a valores colectivos que generen lealtad y compromiso, y que otorguen un sentido de pertenencia.

En este escenario, la productividad es asumida como una consecuencia natural de la cohesión social alcanzada en la organización, tal como lo establecería el enfoque de las relaciones humanas al destacar la importancia de la lógica de los sentimientos. Por su parte, el cambio es entendido como un desequilibrio momentáneo que propiciará la constitución de un nuevo orden cultural ampliamente compartido.

Una variante de esta visión integracionista de la cultura es la literatura de la **excelencia**, enfoque que ha establecido las premisas básicas para gobernar el comportamiento de los individuos en la organización e inventar sus identidades. Esta **excelencia** se estructura a partir de una idea fundamental: las organizaciones deben construir un escenario que propicie a los individuos un sentido figurado de ellos mismos como sujetos de **excelencia**, haciéndolos responsables directos del destino de la organización; la introyección de esta imagen, que se funda en la exaltación de la perfección narcisista y la capacidad emprendedora, permitirá a las organizaciones aprovechar todas las energías del individuo, quien trabajará con el único objetivo de ser el mejor.

Este enfoque muestra la importancia del lenguaje y los símbolos para moldear el comportamiento individual y grupal. Se constituye como una estrategia discursiva. Su fuerza se deriva de la capacidad operativa que obtiene al proyectar un sistema de representaciones que carece de un referente específico. La aplicación de los estándares de desempeño, los procedimientos de evaluación y los sistemas de recompensa se ve así facilitada.

Al exaltar el valor del individuo como personificación del ideal de la organización, como empleado de **excelencia**, facilitaron los procesos de reestructuración de las organizaciones.

Aquí se encuentra la articulación de estos enfoques con las técnicas “popularizadas” bajo los términos de **reingeniería** o **downsizing**. El compromiso introyectado por los sujetos de la organización aunado a la aceptación tácita de los indicadores de la **excelencia**, facilitan cualquier proceso de ajuste y cambio, haciendo descansar la responsabilidad de los fracasos en la “pereza cultural” de los individuos. Este ha sido el camino elegido para enfrentar la competencia global: el de la **excelencia** de los sujetos y **reingeniería** en las organizaciones.

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