La Cultura Cívica: Fundamentos, Evolución y su Vínculo con el Capital Social
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Cultura Cívica
La cultura cívica no es la cultura política. Las normas que rigen la conducta del ciudadano democrático enfatizan los aspectos de participación de la cultura política. Se espera que el ciudadano democrático sea parte activa de la política y se sienta implicado en ella. Además, se supone que, al interactuar con la política, actúa racionalmente, guiándose por la razón y no por las emociones. También se entiende que está informado y que tomará sus decisiones según un cuidadoso cálculo de los intereses y principios que desea ver favorecidos. Podemos calificar esta cultura, con su insistencia en la participación racional dentro de las estructuras de la política de input, como el modelo activo-racional de la cultura política. La cultura cívica comparte muchos elementos con este modelo, pero lo trasciende, incorporando algo más.
Orígenes y Definición según Almond y Verba
Según Almond y Verba, la cultura cívica sería la respuesta a la ambivalencia presente en las dificultades de la aplicación de la cultura política de los países democráticos occidentales en las naciones jóvenes. Estas naciones se caracterizan por la atracción hacia las ideas democráticas, la tecnología y la burocracia autoritaria, pero sin dejar de lado el tradicionalismo cultural. La cultura cívica es, pues, una mezcla de la modernización con la tradición. Según Herring, la cultura cívica surgió como una forma de cambio cultural, económico y humano en Inglaterra.
La Cultura Cívica como Participación Leal
En primer lugar, la cultura cívica es una cultura de participación leal. Los individuos no solo están orientados hacia los asuntos de input, sino que se orientan positivamente hacia las estructuras y procesos de input. En otras palabras, la cultura cívica es una cultura política de participación en la que la cultura y la estructura políticas son congruentes. Donde se combinan las orientaciones políticas de participación con las de súbdito y las parroquiales, sin que unas reemplacen a las otras. Los individuos se convierten en participantes del proceso político, pero sin abandonar sus orientaciones de súbdito y parroquiales. Además, no solo mantienen las tres orientaciones al mismo tiempo, sino que las parroquiales y de súbdito son congruentes con las de participación. Las orientaciones políticas no participantes, más tradicionales, tienden a limitar y a aminorar la entrega del individuo a los asuntos políticos. En cierto sentido, las orientaciones parroquiales y de súbdito modulan las orientaciones políticas de participación.
La Contribución de Putnam: Comunidad Cívica y Capital Social
La comunidad cívica de Putnam es una valiosa continuación del trabajo iniciado por Almond y Verba, y le sirve para explicar las diferencias en el rendimiento institucional de las regiones italianas. Su investigación descubre la clave para consolidar las instituciones. Este espíritu cívico, que se desarrolla al participar en las organizaciones, es el factor más significativo y relega a posiciones secundarias las condiciones socioeconómicas de la sociedad. El capital social supuso una singular innovación en torno al debate democrático. La existencia del capital social, entendido este como los valores y las creencias encapsuladas como fenómeno subjetivo, es lo que, según Putnam, favorece la eficiencia de la sociedad y facilita la cooperación a través de la confianza interpersonal.
Impacto del Capital Social en las Instituciones
El capital social ayuda, en definitiva, a aumentar la eficacia y el rendimiento de las instituciones. La confianza en las instituciones y en los líderes políticos se convierte en el componente principal del capital social, que genera relaciones sociales estables, fundamentales para el comportamiento colectivo y para una cooperación productiva.