Cuidado Familiar y Género: Estrategias de Apoyo al Cuidador
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El Apoyo a los Cuidadores y la Familia
La inmensa mayoría de los cuidados que precisan las personas en situación de dependencia son prestados por su familia y, fundamentalmente, por las mujeres. No basta con un justo reconocimiento de su labor; es fundamental incorporar a la familia en el plan de cuidados y desarrollar programas específicos dirigidos a ella, como ya se ha iniciado en algunos contextos.
Áreas de Intervención con Familias
Las áreas de intervención con familias son:
- Cognitivas: Modificar ideas, creencias y atribuciones sobre el cuidado o la enfermedad; e informar, formar y capacitar en habilidades de comunicación y resolución de problemas.
- Psicoafectivas: Entrenar en el manejo y reducción de estrés; interpretación y expresión de emociones; y entrenamiento para el manejo de problemas.
Objetivos de los Programas Familiares
Los objetivos que deben perseguirse en los programas dirigidos a las familias son los siguientes:
- Objetivo general: Reducir o modular la carga del cuidador/a detectada en la evaluación mediante el ofrecimiento de los apoyos adecuados, evitando así la claudicación.
- Objetivos específicos:
- Ofrecer información, orientación y asesoramiento relevante sobre cada caso individualizado.
- Proporcionar conocimientos y habilidades para afrontar el cuidado en las mejores condiciones posibles.
- Dotar de estrategias para el autocuidado, en especial para reducir el estrés (técnicas de relajación).
- Proporcionar estrategias para compartir el cuidado con otros miembros de la familia.
Cuidado y Género
La atención informal plantea dos cuestiones clave relacionadas con la equidad: la distribución desigual de los costes del cuidado entre hombres y mujeres, y el reparto de la responsabilidad de cuidar entre familia y estado. Las cargas diferenciales del cuidado entre hombres y mujeres plantean una desigualdad de género. La desigual capacidad real de elegir sobre el cuidado y de acceder a los recursos de ayuda, según el nivel económico y educativo, plantea una desigualdad de clase social.
El perfil típico de las personas que asumen el papel de cuidadora principal es el de una mujer, responsable de las tareas domésticas, familiar directo y que convive con la persona a la que cuida. Género, convivencia y parentesco son las variables más importantes para predecir qué persona del núcleo familiar asumirá el rol de cuidadora principal. Son las mujeres de menor nivel educativo, sin empleo y de niveles socioeconómicos bajos las que configuran el gran colectivo de cuidadoras informales en nuestro medio.