Tiempo Cronológico e Histórico en Ciencias Sociales
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Tiempo cronológico:
En los últimos años se ha criticado el hecho de que la dimensión temporal que se enseña en las ciencias sociales se reduce solo al tiempo cronológico, a la cronología.
Pero la cronología no equivale automáticamente al tiempo histórico porque a pesar de que mide el transcurrir de las existencias colectivas, de hecho, no dice ni explica nada sobre lo que mide. Ejemplo: 1936
Pero el tiempo cronológico es un soporte previo y necesario para cualquier construcción del tiempo histórico. Por tanto, ignorar la cronología y hacer historias en fechas ni periodizaciones y sin una construcción de estratos temporales sucesivos en los que situar los hechos, es condenar al alumno a confundirlo todo y a no comprender nada.
Por otro lado, en el colegio, se debe de enseñar al niño el tiempo civil de la propia cultura: desde la lectura del reloj a la utilización del calendario, antes o simultáneamente a la construcción de los diversos tiempos históricos del pasado porque, en definitiva, los conceptos de hora, día, semana, hasta llegar al del calendario son el resultado de necesidades históricas que aparecen en determinados momentos de las civilizaciones que nos han precedido.
Dicho de otro modo, el tiempo cronológico nace del tiempo histórico y a su vez ayuda a los historiadores a percibir los distintos tempos de la historia. (Todos nos lohemos inventado, la hora, el día, la semana incluso los meses “caprichos”).
Tiempo histórico:
Hasta principios del S.XX la idea de tiempo histórico era prácticamente sinónima a la del tiempo cronológico. La historia era la única concepción mundial de los hechos o acontecimientos que había que fijar con precisión a la vez de la cronología. La simple sucesión de hechos era la explicación de la historia que se veía entonces reducida a las decisiones, motivaciones y realizaciones de los grandes personajes que tenían el poder (reyes). El hecho ordenado y su fecha era el único tiempo de la historia.
Esta visión del tiempo lineal es lo que se le ha llamado visión positivista de la historia. Como consecuencia, el aprendizaje de la historia en el colegio estaba constituido, fundamentalmente, por el retrato de hechos políticos protagonizados por personajes importantes y encadenados a fechas precisas.
Este tipo de historia positivista fue criticada a principios del S.XX sobre todo en Francia a partir de la obra del historiador francés Ferdinand Braudel (1902-1985), publicada en 1949. Este es el primero en hablar de más de un aspecto temporal de la historia. Para Braudel la historia tradicional de fechas y hechos es lo que él ha llamado el tiempo corto, que es el tiempo del acontecimiento, que es el tiempo engañoso porque no explica nada de los movimientos históricos. Paralelamente al tiempo corto, Braudel dice que existe otro tiempo más largo, es decir, de larga duración, que es el tiempo que explica los movimientos sociales, las distintas formas del pensamiento del ser humano en una década, en un siglo... Puede tener varias tipologías: económicas, sociales, culturales, psicológicas... que constituirán durante un tiempo imposiciones, barreras o cambios, por ejemplo, en la mentalidad.
Por tanto, el tiempo histórico podría definirse actualmente, como la simultaneidad de duraciones, movimientos y cambios diversos que se dan en una colectividad humana a lo largo de un período determinado.