Crónicas Imperiales Romanas: De Augusto a Nerva y la Conspiración contra César
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El Imperio Romano bajo los Julio-Claudios y la Transición
7.10. El Legado de Augusto y el Inicio del Principado
Galacia, también bajo este emperador, fue convertida en provincia. Habiendo sido antes un reino, M. Lulio fue el primero en gobernarla en calidad de pretor. Augusto trató a los bárbaros con tal benevolencia que los reyes amigos del pueblo romano fundaron en su honor ciudades que denominaron Cesáreas, como la de Mauritania, fundada por el rey Juba, y la de Palestina, que hoy es una ciudad muy famosa. Por su parte, numerosos reyes acudieron desde sus reinos para rendirle obediencia y, vestidos a la romana, es decir, togados, corrieron junto a su carro o su caballo. Al morir, fue deificado. Dejó un estado muy próspero a su sucesor Tiberio, quien había sido su hijastro, luego su yerno, y finalmente su hijo por adopción póstuma. Este pasaje concluye con el gobierno de Tiberio, hijastro y sucesor de Octavio Augusto.
7.11. El Reinado de Tiberio: Crueldad y Estupidez
Tiberio gobernó el imperio con una estupidez inmensa, una crueldad severa, una avaricia criminal y una lujuria vergonzosa. Nunca combatió en persona, sino que llevó a cabo las guerras a través de sus embajadores. A algunos reyes, convocados a su presencia mediante palabras lisonjeras, nunca les permitió regresar. Entre ellos se encontraba Arquelao de Capadocia, cuyo reino transformó en provincia y ordenó que la ciudad más grande fuera llamada con su nombre, la actual Cesarea, aunque antes se conocía como Mazaca. Este, en el vigésimo tercer año de su imperio y a los setenta y ocho años de edad, murió en Campania para gran alegría de todos.
7.12. Calígula: Un Tirano Funesto
Le sucedió Cayo César, de sobrenombre Calígula, hijo de Druso, hijastro de Augusto y nieto del propio Tiberio. Fue un gobernante sumamente criminal y funesto, que incluso superó los hechos indecorosos de Tiberio. Llevó a cabo la guerra contra los germanos y, tras entrar en Suevia, no realizó ninguna acción diligente. Cometió incesto con sus hermanas; de una de ellas, incluso reconoció una hija. Al mostrarse inhumano con todos, con gran avaricia, lujuria y crueldad, fue asesinado en el Palacio a los veintinueve años de edad, tras tres años, diez meses y ocho días de su imperio.
8.1. La Restauración de la República y los Buenos Príncipes
En el año 850 de la fundación de la ciudad, siendo cónsules Vetes y Valente, la república regresó a un estado muy próspero, iniciándose una era de gran felicidad bajo buenos príncipes. Tras el funesto tirano Domiciano, le sucedió Nerva, un hombre moderado en su vida privada y resuelto, de nobleza media. Veló por el gobierno con divina previsión al adoptar a Trajano. Murió en Roma después de un año, cuatro meses y ocho días de su mandato, a los setenta y dos años de edad, y fue incluido entre los Divinos.
Episodios Clave de la Historia Romana
La Tragedia de los Fabios
Siendo cónsules Cayo Fabio y Lucio Virginio, trescientos hombres nobles de la familia Fabia emprendieron por sí solos una guerra contra los veyentes, prometiendo al Senado y al pueblo que toda la contienda sería terminada por ellos. Así pues, habiéndose marchado, todos los nobles, cada uno de los cuales estaba destinado a ser jefe de grandes ejércitos, cayeron en combate. Solamente sobrevivió de una familia tan numerosa uno, quien por su corta edad no había podido ser llevado al combate.
El Asesinato de Julio César
Luego, César, después de terminar con todas las guerras civiles por todo el mundo, regresó a Roma y comenzó a obrar de un modo bastante insolente. Por tanto, como otorgaba según su voluntad los honores que antes concedía el pueblo, y no se levantaba cuando los senadores acudían a él, y tenía actuaciones propias de un rey y casi de un tirano, fue objeto de un complot por parte de sesenta o más senadores y caballeros romanos. Entre los conjurados, los cabecillas fueron dos Brutos, pertenecientes a la familia de aquel Bruto que se convirtió en el primer cónsul de Roma y que había expulsado a los reyes, así como Cayo Casio y Servilio Casca. Por tanto, César, habiendo llegado a la Curia un día en que se reunía el Senado, recibió más de veintitrés heridas.