Crónica de una Muerte Anunciada: El Hilo del Destino, Amor y Honor en la Obra de García Márquez
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El Reencuentro Inesperado: Ángela Vicario y Bayardo San Román
Una madrugada, al décimo año, la despertó la certidumbre de que él estaba desnudo en su cama. Ángela Vicario le escribió entonces una carta febril de 20 pliegos en la que soltó sin pudor las verdades amargas que llevaba podridas en el corazón desde su noche funesta. Pero no hubo respuesta y, a partir de entonces, ya no era consciente de lo que escribía a ciencia cierta, pero lo siguió haciendo por 17 años.
Un mediodía de agosto, mientras Ángela bordaba con sus amigas, Bayardo San Román, más gordo y envejecido, apareció con una maleta con ropa para quedarse y otra maleta igual con casi dos mil cartas que ella le había escrito, ordenadas por fechas, en paquetes cosidos con cintas de colores y todas sin abrir.
La Muerte Anunciada de Santiago Nasar: Un Laberinto de Desencuentros
Los Esfuerzos Fallidos de Cristo Bedoya
La impresión general era que Santiago Nasar murió sin entender su muerte. Después de prometerle a Margot que iría a desayunar, Cristo Bedoya se lo llevó del brazo por el muelle. Yamil Shaium, un árabe comerciante, fue el único que salió a esperar a Santiago para prevenirlo en cuanto escuchó el rumor.
Cristo Bedoya, después de despedirse de Santiago, se dirigió a Yamil y, apenas escuchó la información, salió corriendo de la tienda en busca de Santiago. Le pareció imposible que hubiera llegado a su casa en tan poco tiempo, pero de todos modos entró a preguntar por él, lo buscó en su habitación y tomó la pistola de Santiago para dársela en caso de necesitarla. Se encontró con Plácida Linero, pero no se atrevió a decirle acerca de la amenaza de los Vicario y sin más explicaciones se marchó a buscarlo.
En la plaza se encontró con el padre Amador, pero no le pareció que pudiera hacer por Santiago Nasar nada distinto de salvarle el alma. Iba otra vez hacia el puerto cuando escuchó que lo llamaban los gemelos desde la tienda de Clotilde Armenta, así que Cristo Bedoya les dijo que tuvieran cuidado porque Santiago estaba armado. En la puerta del Club Social, Bedoya se encontró con el coronel Lázaro Aponte y le contó lo que acababa de ocurrir en la tienda de Clotilde. Aponte prometió ocuparse del caso, pero primero entró al Club Social para confirmar una cita de dominó y cuando volvió a salir ya estaba consumado el crimen.
Cristo Bedoya cometió entonces su único error mortal: pensó que Santiago Nasar había resuelto a última hora desayunar en casa de Margot y fue a buscarlo allá. Al doblar la última esquina, reconoció de espaldas a la madre de Margot, pero ella, envuelta en lágrimas, le dijo que ya lo habían matado.
Los Últimos Instantes de Santiago Nasar
Mientras Cristo Bedoya lo buscaba, Santiago Nasar había entrado en la casa de Flora Miguel, su novia y futura esposa para la próxima víspera de Navidad. Flora Miguel despertó aquel lunes con los primeros bramidos del buque del obispo y poco después se enteró que los gemelos Vicario estaban esperando a Santiago para matarlo.
Santiago acababa de dejar a Cristo Bedoya en la tienda de Yamil Shaium y, cuando entró a ver a su novia, ella le aventó el cofre con las cartas de amor que le había escrito y le deseó que lo mataran. El padre de Flora Miguel le explicó a Santiago que los gemelos lo querían matar y que podía ocultarse allí o llevarse una escopeta para defenderse. Santiago salió rápidamente de allí y fue rumbo a su casa.
Al dirigirse a su casa, lo vieron los hermanos y Clotilde le gritó a Santiago que corriera para salvarse. Cinco minutos antes, en la cocina, Victoria Guzmán le había contado a Plácida Linero lo que todo el mundo sabía. En la sala, donde estaba trapeando Divina Flor, la hija de Victoria Guzmán, vio a Santiago Nasar entrar por la puerta de la plaza.
Plácida Linero vio entonces el papel con la advertencia en el suelo, pero no pensó en recogerlo. A través de la puerta vio a los Vicario que venían corriendo hacia la casa con los cuchillos desnudos. Desde el lugar en que ella se encontraba, podía verlos a ellos, pero no alcanzaba a ver a su hijo que corría desde el otro ángulo hacia la puerta, y como pensó que él ya estaba dentro y que los gemelos querían meterse para matarlo dentro de la casa, corrió hacia la puerta y la cerró de un golpe. Estaba pasando la tranca cuando oyó los gritos de su hijo y los puñetazos de terror en la puerta, pero creyó que él estaba arriba insultando a los hermanos Vicario desde el balcón de su dormitorio y subió a ayudarlo.