La crítica de Nietzsche a la moral tradicional

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Para hablar del problema de la realidad en Nietzsche primero es necesario decir que su filosofía constituye uno de los humanismos ateos decimonónicos surgidos tras la ilustración. Su pensamiento pertenece a una corriente irracional y vitalista, pues como afirma en su obra El nacimiento de la tragedia griega en el espíritu de la música, desde Sócrates y Platón, los valores dionisiacos, que exaltan la vida, el poder y la embriaguez, han quedado relegados por los valores apolíneos que van en contra de la vida, la momifican y la adormecen y han sido defendidos por hombres decadentes, resentidos con la vida, y asustados de su propio poder y condición humana. Defenderá por ello, que la ética tradicional se encuentra en profunda decadencia y sus estudios en filología clásica le llevaran a situar el origen de esta en la cultura griega, lo que le llevará además, a realizar una crítica radical y destructiva a toda la realidad, y en especial a la ética tradicional y al positivismo (que amenaza con convertirse en el nuevo Dios).

La moral tradicional: antinatural y decadente

La moral tradicional, como critica en su obra La genealogía de la moral, es antinatural, va en contra de la vida, pues establece normas e imperativos que se oponen a los instintos primordiales de la vida. La base de este error tiene su origen en Platón, ya que el mundo de las ideas sirve al “más allá” religioso y conforma la metafísica cristiana. Así a lo largo de toda la historia de la filosofía práctica se ha puesto el fundamento de la ética en la otra vida, en un mundo sobrenatural, en el mundo inteligible (Platón) o en el reino de los cielos (S. Agustín) que trae consigo la evasión respecto del hombre concreto, viviente, que reniega de su realidad terrenal.

En toda esta crítica, también destruye al positivismo, pues la ciencia está plagada de creencias y convicciones y los científicos más que basarse en la experiencia, se han convertido en religiosos encubiertos. La verdadera ciencia para Nietzsche es aquella que se fundamenta en los instintos, en observar la vida tal y como es.

Asimismo, diferentes filosofías prácticas desarrolladas a lo largo de la historia, como el intelectualismo moral, o la ética de los imperativos categóricos kantianos, serán criticados por nuestro autor, pues pretenden teorizar la acción del hombre, son retroactivos y van en contra de la vida.

Asimismo, al haber afirmado que existe un orden moral del mundo que dirige a los hombres, estamos asumiendo que alguien desde fuera nos controla y determina nuestra historia. Esta concepción moral de la realidad, ha llevado a prevalecer los valores de los débiles como la compasión o el sacrificio, en los que los instintos de decadencia se sitúan por encima de los de superación. Afirma Nietzsche así, que la moral mata la vida, pues la base de la vida está en contra de la moral tradicional, pero sin embargo, la vida es lo único real, la moral es ficción, falsedad, calumnia… (como dijo Nietzsche: “mi principio: no se dan principios morales”).

Dos tipos de moral: esclavos y señores

Partiendo de todo esto el autor de Más allá del bien y el mal va a distinguir dos tipos de moral:

  • La moral de esclavos, que defiende valores como el dolor, la humildad, la resignación, … los cuales el hombre no crea, sino que los encuentra en sí mismo, lo que le lleva a la subversión de valores y a la evasión de la vida.
  • La moral de los señores, propia del superhombre, de espíritus elevados, es aquella que ama la vida, el poder, la grandeza y el placer (Dionisio).

Al examinar la historia occidental, Nietzsche se da cuenta que ha habido un creciente ascenso de los valores débiles frente a los fuertes, que culminan con los movimientos sociales de liberación iniciados con la Revolución Francesa y que se extienden durante el siglo XIX.

La muerte de Dios y el nacimiento del superhombre

Para poner fin a esta decadencia es necesario asumir la muerte de Dios, con la que no solo se niega la religión, sino todos los valores que cimentaban la moral tradicional decadente, la moral del deber. A partir de este momento, el hombre queda sumido en una profunda carencia de valores y creencias, en el nihilismo, pero que no es algo malo, pues supone el gran mediodía de la humanidad, el punto de partida de la nueva sociedad dionisiaca y vitalista. Nietzsche además habla del nacimiento del superhombre frente al hombre decadente, caracterizado por su sentido de la superación, poseedor de gran voluntad de poder y seguidor de la moral de los señores reflejada en su obra Aurora. Este superhombre no busca un orden moral al que someterse, sino que abraza la vida, se enfrenta a ella y la domina, dejando patente el antagonismo entre Apolo (racionalidad) y Dioniso (vitalidad), pues este nuevo hombre no se dedica a hacer filosofía sino a vivir.

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