La Crítica de Karl Marx a la Religión: Alienación y Liberación Humana

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Karl Marx considera que la experiencia religiosa no es una experiencia de algo realmente existente. Su punto de vista es claramente ateo: no existe Dios ni una dimensión humana hacia lo trascendente. Es importante señalar que, en su filosofía, no encontramos argumentos que busquen demostrar la verdad del ateísmo frente a la verdad del creyente; para Marx, el ateísmo es más bien un principio fundamental. Marx no se detiene a demostrar la inexistencia de Dios. Si buscamos en su obra una crítica profunda a la religión, la encontramos en su concepción de la religión como alienación.

Las Tres Dimensiones de la Alienación Religiosa según Marx

La religión, según Marx, debe ser estudiada objetivamente, es decir, desde el mismo punto de vista con el que se analiza cualquier otra manifestación humana, buscando su relación con las condiciones económicas y sociales de la sociedad que la ha gestado. Marx critica la religión por considerarla una forma de alienación en tres sentidos principales:

  1. La Religión como Experiencia Irreal y Creación Humana

    En primer lugar, la religión es alienación porque es una experiencia de algo irreal. Siguiendo las ideas de Feuerbach, Marx sostiene que no es Dios quien crea al hombre, sino el hombre quien crea a Dios. Según el esquema general de toda alienación, el sujeto realiza una actividad que le hace perder su propia identidad, ya sea por la actividad misma o por el objeto creado; en la alienación, el sujeto se anula a sí mismo. Y, según Marx, esto es precisamente lo que ocurre en la religión: al suponer la existencia de Dios como algo infinito, la religión opone a esta infinitud el mundo finito (incluido el propio ser humano), desvalorizando así el destino y la capacidad del hombre. Por ello, Marx afirma que todo lo religioso es una invención humana.

  2. La Religión como Desvío de la Felicidad Terrenal

    En segundo lugar, la religión es alienación porque desvía al ser humano del único ámbito donde le es realmente posible alcanzar la salvación y la felicidad: el mundo humano. Al consolar al hombre del sufrimiento que experimenta en este mundo, prometiéndole que en el "otro mundo" le corresponderá la justicia y la felicidad plena, la religión le resta capacidad, energía y determinación para cambiar las situaciones sociales, políticas y económicas que son las verdaderas causas de su sufrimiento. En este sentido, Marx célebremente afirma que la religión es el "opio del pueblo", ya que, en definitiva, adormece el espíritu revolucionario del ser humano.

  3. La Religión como Instrumento de Dominación de Clase

    Finalmente, la crítica de Marx a la religión se extiende al hecho de que la religión suele tomar partido, no por las clases desfavorecidas, sino por la clase dominante. De esta manera, contribuye a perpetuar el poder establecido y a legitimar el estado de cosas existente, manteniendo las estructuras de opresión.

La Superación de la Religión y la Sociedad Comunista

Por todas estas razones, Marx consideró que era necesaria la superación de la religión y, fundamentalmente, del sistema de clases sociales. Aquí radica una diferencia clave con Feuerbach: mientras que para este último la supresión de la religión era posible con su mera superación intelectual, Marx creyó que era indispensable, además y de forma primordial, la modificación de las condiciones económicas existentes, especialmente la abolición de la propiedad privada. Por lo tanto, en la sociedad comunista, no existirá la religión porque no existirá la alienación, y, como se ha mencionado, la religión aparece precisamente como una consecuencia de la alienación.

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