Crítica de Hume a la Metafísica: El Escepticismo Empírico y el Límite del Conocimiento
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La crítica de los conceptos metafísicos
Hume realiza una crítica de los conceptos más importantes de la metafísica tradicional, con el objetivo de mostrar que no nos aportan ningún conocimiento seguro. El empirismo escéptico de Hume se opone a la metafísica, como saber que pretende conocer la realidad más allá de lo que nos muestra la experiencia, y es contrario al dogmatismo racionalista (que surgió con Descartes), para el que algunas verdades (como la existencia del yo) resultaban indudables. De modo que Hume utilizará su “principio de copia” como criterio de demarcación entre el conocimiento verdadero y la engañosa metafísica, porque, según él, cualquier proposición sobre el mundo que se base en lo que nos muestran los sentidos nos aportará conocimiento; pero, por el contrario, en caso de que una proposición se refiera a algo de lo que no nos muestran los sentidos, habrá que rechazarla como una idea falsa de la metafísica. Hume critica los conceptos más importantes de la metafísica:
a) Crítica al concepto de causalidad:
Nuestro conocimiento del mundo está limitado a nuestras impresiones del presente y a nuestras ideas o recuerdos de impresiones del pasado. Pero no podemos conocer el futuro porque no tenemos ninguna impresión de lo que sucederá en el futuro, es imposible conocer hechos que aún no se han producido. Hacemos predicciones sobre el futuro y basamos nuestros razonamientos sobre los hechos futuros en la relación de causa y efecto.
Ahora bien, el problema de la causalidad, para Hume, se encuentra en que entendemos la relación causal como si hubiese una “conexión necesaria” entre el efecto y la causa. Creemos que es indudable que si se produce el fenómeno al que llamamos “causa” se producirá “necesariamente” otro fenómeno al que llamamos “su efecto”. Sin embargo, esta experiencia no significa, según Hume, que exista una “conexión necesaria” entre esos fenómenos, porque no tenemos ninguna impresión de una especie de “fuerza” que haga inseparables a ambos fenómenos y analizando las cualidades del fenómeno al que llamamos “causa” jamás podríamos descubrir cuál podría ser su “efecto”. De manera que, podría producirse una causa y que no se produjese el efecto esperado, a pesar de que hayamos visto siempre en el pasado una “conjunción constante” de los dos fenómenos: que un fenómeno siempre era seguido por otro. Y, por tanto, no conocemos el futuro ni podemos predecirlo con seguridad sino que tan sólo creemos cómo será si la naturaleza sigue funcionando como hasta ahora.
Así que podemos concluir, según Hume, que nada justifica nuestra creencia de que en el futuro, siempre y necesariamente, la misma causa producirá los mismos efectos, excepto la costumbre, lo que nos hace creer que tales fenómenos se producirán en el futuro como se han producido siempre en el pasado, pero no existe ninguna “conexión necesaria” o “causalidad” entre el fenómeno al que llamamos “causa” y el fenómeno al que llamamos “efecto”.
b) Crítica al concepto de sustancia:
Los racionalistas como Descartes, e incluso un empirista como Locke, diferenciaban las cualidades primarias de los objetos de sus cualidades secundarias y creían que las primarias eran las que formaban parte de la sustancia:
- Suponían que las cualidades secundarias no pertenecían realmente a los objetos, sino que eran “subjetivas” porque dependían de los sentidos del sujeto que las percibía. Y, por tanto, no nos permitían conocer las propiedades reales de los objetos.
- Pero también pensaban que debían existir unas cualidades primarias de los objetos que servían de soporte de las secundarias, porque permanecían a pesar de los cambios experimentados por las cosas, y a esto lo llamaban “sustancia”. De modo que las cualidades primarias eran la esencia de los objetos.
Hume añade, que si lo único que podemos conocer de los objetos son sus cualidades secundarias, llamamos “objetos” a la suma de unas cualidades que percibimos a través de los sentidos, al hablar de la “sustancia”, como aquello que se encuentra debajo de dichas cualidades, pero que no podemos percibir de ningún modo, estamos utilizando la palabra “sustancia” sin sentido porque hablamos de algo que no sabemos si existe. O, dicho de otra manera, la idea de sustancia no es copia de ninguna impresión, porque tan sólo percibimos cualidades y, por tanto, es producto de nuestra imaginación. No podemos demostrar que existe la realidad física independientemente de nuestras impresiones sino que tan sólo podemos imaginarlo o creerlo. Pues, ¿quién puede hablar de la realidad sin referirse a lo que ha percibido por sus sentidos?
c) Crítica al concepto del yo:
Tanto los racionalistas (Descartes) como los empiristas (Locke) habían considerado indudable la existencia de un yo o sustancia pensante. Pero Hume cree que no existe el yo, porque no tenemos ninguna experiencia de nada que se mantenga invariable en nosotros mismos a lo largo de toda nuestra vida, sino que nuestras impresiones (sensaciones y sentimientos) y nuestras ideas (recuerdos, deseos) no dejan de cambiar con el paso del tiempo y, por eso, cuando crecemos o envejecemos decimos que “ya no somos los mismos”. De modo que el yo no es más que la suma de nuestras percepciones presentes. Aunque creemos que existe nuestro yo, a pesar del cambio de todas nuestras percepciones, nuestra imaginación crea una conexión entre nuestras percepciones pasadas y presentes. Pero, al igual que ocurría con la sustancia, no hay ningún soporte que se mantenga invariable por debajo de nuestras percepciones.
d) Crítica al concepto de Dios:
Hume considera inválidas todas las demostraciones de la existencia de Dios como “causa primera” del mundo porque de Dios no tenemos ninguna impresión. Así que la idea de Dios parece ser producto de nuestra imaginación, que ha aumentado las ideas de sabiduría, bondad y poder hasta su grado máximo. Pero ello no demuestra la existencia de ningún ser real más allá del que podemos imaginar. Ahora bien, no sabemos si Dios existe, pero esto no quiere decir que no podamos creer en Él porque tampoco es posible demostrar su inexistencia.