La Crisis del Siglo XVII en España: Declive y Conflictos
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Los Austrias del siglo XVII: el gobierno de validos y la crisis de 1640
A la muerte de Felipe II (1598), el Imperio español vivió un proceso de crisis que puso fin a su hegemonía europea. Los reyes del siglo XVII, Felipe III, Felipe IV y Carlos II, serán conocidos como “Austrias menores” por su presunta ineficacia política. Estos monarcas delegaron el gobierno en personas de su confianza, los validos (una práctica extendida por varios países europeos). Este cargo, que no era institucional, fue muy criticado por los diferentes grupos sociales.
Felipe III y el duque de Lerma
El primer valido fue el duque de Lerma, durante el reinado de Felipe III (1598-1621). Su gobierno se caracterizó por una política exterior pacifista, firmando la paz con Inglaterra en 1604 y la Tregua de los Doce Años en 1609 con las provincias rebeldes de los Países Bajos. En el ámbito interno, decretó la expulsión de los moriscos (1609-1614), una medida con graves consecuencias económicas.
Felipe IV y el conde duque de Olivares
Felipe IV (1621-1665) confió el gobierno al conde duque de Olivares, quien llevó a cabo una ambiciosa política de reformas fiscales. Buscando una mayor centralización, intentó establecer las mismas leyes e instituciones en los diversos territorios de la Corona, siguiendo el modelo castellano. Su política exterior se basó en mantener la hegemonía europea, lo que provocó la participación española en la Guerra de los Treinta Años y condujo a la crisis de 1640.
Carlos II y la pérdida de hegemonía
Carlos II (1665-1700) tuvo varios validos (Valenzuela, Juan José de Austria, el duque de Medinaceli, etc.) que no pudieron frenar la progresiva pérdida de hegemonía española en Europa.
La Crisis de 1640
El conde duque de Olivares, con el objetivo de financiar la Guerra de los Treinta Años, propuso en 1625 la Unión de Armas. Esta medida buscaba que todos los territorios de la Corona contribuyeran al esfuerzo bélico aportando dinero y soldados. Sin embargo, la propuesta chocó con la oposición de Aragón, Valencia y Cataluña debido a la existencia de diferentes fueros. Finalmente, Aragón y Valencia aceptaron a regañadientes, pero Cataluña se negó.
En 1635, la entrada de Francia en la guerra a favor de Suecia y Países Bajos cambió el curso del conflicto. Olivares planteó invadir Francia por la frontera catalana, lo que provocó una rebelión campesina en Barcelona. A esta rebelión se unieron los segadores que celebraban la festividad del Corpus, dando lugar al Corpus de Sangre el 7 de junio de 1640. Los sublevados asesinaron al virrey, aristócratas y ofrecieron el condado de Barcelona al rey francés Luis XIII a cambio de su apoyo. Finalmente, en 1652, las tropas de Felipe IV sofocaron la rebelión.
Aprovechando la debilidad de la monarquía española, Portugal declaró su independencia en 1640 con el apoyo de Inglaterra y Francia. La nobleza portuguesa coronó rey al duque de Braganza como Juan IV de Portugal. España finalmente reconoció la independencia portuguesa en el Tratado de Lisboa de 1668.
Tras estos conflictos, la monarquía de los Austrias quedó muy debilitada.
La Guerra de los Treinta Años y la pérdida de la hegemonía española
El siglo XVII marcó el fin de la hegemonía española en Europa. A pesar de la política de pacificación de Felipe III, en 1618 estalló la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). El conflicto se inició con la rebelión protestante de Bohemia en el Imperio de los Habsburgo austriacos. Los príncipes protestantes alemanes y sus aliados (Dinamarca, Suecia) se enfrentaron al emperador católico Fernando II, emparentado con la familia real española. España participó en la guerra del lado del emperador Fernando II. Lo que comenzó como un conflicto local se convirtió en una guerra europea.
En 1635, durante el reinado de Felipe IV, Francia entró en la guerra a favor de Suecia y Países Bajos, cambiando el curso del conflicto. La crisis de 1640 en España (rebelión catalana e independencia de Portugal) y la derrota de los tercios españoles en Rocroi en 1643 a manos de los franceses precipitaron el fin de la guerra. La Paz de Westfalia, firmada en 1648, supuso el reconocimiento por parte de España de la independencia de las Provincias Unidas (norte de Flandes) y el ascenso de Francia como potencia hegemónica en Europa. Sin embargo, la guerra con Francia continuó.
La entrada de Inglaterra en la guerra fue decisiva, y Felipe IV se vio obligado a firmar la Paz de los Pirineos con Francia en 1659. En este tratado, España cedió a Francia los territorios que poseía al norte de los Pirineos: el Rosellón, la Cerdaña y algunas plazas en Flandes.
Francia aprovechó la debilidad del rey Carlos II de España para continuar su expansión. Gran parte del Flandes español y la totalidad del Franco Condado fueron conquistados por el rey francés Luis XIV (Paz de Nimega, 1678). A la muerte de Carlos II en 1700, los territorios europeos españoles se limitaban a Flandes, el Milanesado, Nápoles, Sicilia y Cerdeña.
La crisis demográfica y económica del siglo XVII en España
Durante el siglo XVII, gran parte de Europa, incluida España, experimentó una profunda crisis demográfica, económica y social. Esta crisis provocó un gran malestar entre la población y una gran inestabilidad política.
Crisis demográfica
A lo largo del siglo XVII, la población española se estancó, pasando de 8,5 millones en 1600 a 7,5 millones en 1700. Castilla fue el reino más afectado por la pérdida de población. Las causas de esta crisis demográfica fueron:
- Crisis de subsistencia: Las malas cosechas provocaron hambrunas recurrentes.
- Epidemias: Tres oleadas de peste azotaron la Península Ibérica durante el siglo XVII. La desnutrición de la población agravó la propagación de la enfermedad.
- Guerras: Entre 1640 y 1648, las guerras en el interior de la península fueron constantes, provocando la muerte de jóvenes en edad de procrear.
- Expulsión de los moriscos: Unos 300.000 moriscos fueron expulsados de España, afectando principalmente a Valencia y Aragón.
- Emigración a América: La emigración a América tuvo un gran impacto en Castilla, especialmente en Andalucía.
Crisis económica
Se manifestó en:
Disminución de la producción agrícola: debido a la escasez de mano de obra y cargasfiscales
Apenas se invierte en industria y comercio
La artesanía castellana entró en recesión
El comercio exterior presentó un gran desequilibrio: se exportan materias primas y se
importa productos manufacturados a gran precio. El comercio con América decayó.
Aumento de la presión fiscal y bancarrota estatal
Las consecuencias de la crisis afectaron a todos los grupos de la sociedad estamental. La
nobleza aumentó las cargas a los campesinos. Su número creció debido a la venta de títulos
nobiliarios para obtener ingresos por parte de los reyes. El clero aumentó a lo largo del siglo. La
burguesía se hundió por la crisis de la artesanía y el comercio.
La crisis económica afectó especialmente a campesinos y asalariados urbanos, debido a las
cargas fiscales y rentas señoriales. En el campo aumentaron las revueltas y muchos campesinos
emigraron a ciudades como Madrid o su periferia. Se incrementó la mendicidad (recogida por
la novela picaresca).