Crisis de la Monarquía Borbónica y el Inicio del Liberalismo en España

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1. Introducción

Con la muerte de Carlos III en 1788, el despotismo ilustrado llegó a su fin, dando paso al despotismo ministerial. Este sistema se basaba en la delegación de poder en el primer ministro, cargo que durante el reinado de Carlos IV fue ejercido por el Conde de Floridablanca y, posteriormente, por Godoy, quien fue ampliamente repudiado por la población española.

2. Desarrollo

2.1 Crisis de la monarquía borbónica

El estallido de la Revolución Francesa en 1789 tuvo un impacto significativo en toda Europa, especialmente en España, donde las ideas revolucionarias contrarias al Antiguo Régimen encontraron un terreno fértil. Tras dos años de enfrentamientos con Francia, se firmó la Paz de Basilea (1795), que estableció una alianza entre España y Francia. Esta alianza conllevó la pérdida de numerosos territorios españoles y el nombramiento popular de Godoy como "Príncipe de la Paz".

La alianza se fortaleció con el Tratado de San Ildefonso (1796), similar a los pactos de familia anteriores, que garantizaba la colaboración y defensa mutua. Como consecuencia, España se involucró en la rivalidad entre Francia y Portugal e Inglaterra, lo que le trajo numerosos problemas, como la derrota en la batalla de Trafalgar (1805).

La firma del Tratado de Fontainebleau entre Godoy y Napoleón, emperador de Francia, permitió la entrada de las tropas napoleónicas en España con el objetivo declarado de conquistar Portugal. Sin embargo, pronto surgieron dudas sobre las verdaderas intenciones de Napoleón, ya que las tropas francesas se asentaron en territorios españoles alejados de Portugal. Ante el peligro, la familia real se trasladó a Andalucía para iniciar la resistencia al avance napoleónico. Este traslado a su vez desencadenó el motín de Aranjuez (1808), liderado por el partido opositor al excesivo poder de Godoy y protagonizado por diversos grupos sociales. El motín culminó con la destitución de Godoy, impopular por su acumulación de poder, y la abdicación de Carlos IV en favor de su hijo, Fernando VII.

El desencadenante directo de la Guerra de la Independencia (1808-1814) fueron los acontecimientos de Bayona. Napoleón, aprovechando los conflictos internos de la monarquía española, atrajo a Carlos IV y a Fernando VII a territorio francés. El 2 de mayo de 1808, el pueblo de Madrid se amotinó contra la presencia francesa y fue duramente reprimido por las tropas napoleónicas. Finalmente, José Bonaparte fue nombrado rey de España, lo que provocó la insurrección de todos los territorios no ocupados por el ejército francés. La obra de Goya "Los fusilamientos del tres de mayo" representa la represión del levantamiento en Madrid.

2.2 Emancipación de las colonias americanas

Mientras tanto, en las colonias americanas surgieron movimientos independentistas inspirados por el éxito de la independencia de Estados Unidos. Este proceso tuvo importantes consecuencias políticas y económicas para España, ya que supuso la interrupción del comercio con América, una fuente fundamental de ingresos para la Corona española.

La emancipación de las colonias americanas fue liderada por los criollos, animados por la experiencia norteamericana y los principios liberales. Los criollos lucharon por la liberación de las restricciones impuestas por España. Esta lucha provocó un enfrentamiento entre los criollos y los españoles peninsulares, quienes contaban con el apoyo de los grupos sociales inferiores.

El proceso de independencia comenzó en 1810 con el traspaso de poderes al Consejo de Regencia. Durante los primeros cuatro años del proceso, los movimientos revolucionarios crearon nuevos gobiernos americanos dirigidos por cabildos que convocaron Congresos para elaborar Constituciones.

En los últimos diez años del conflicto, se consumó el proceso emancipador con el apoyo de Inglaterra y Estados Unidos. En este periodo destacaron figuras como Simón Bolívar y José de San Martín.

Para España y la Hacienda Real, las consecuencias fueron nefastas, ya que se perdió todo control y ganancias, incluidos los caudales de Indias, sobre el comercio con el mercado americano.

2.3 La Guerra de la Independencia

La Guerra de la Independencia fue a la vez una guerra de liberación y una guerra civil, ya que el territorio español quedó dividido en dos bandos:

  • Por un lado, la España de José I Bonaparte, el bando dominante hasta 1812. Este bando contaba con el apoyo del ejército napoleónico y de los afrancesados, que buscaban la modernización del país.
  • Por otro lado, la España de la insurrección popular y la resistencia, el bando vencedor que contaba con la ayuda del ejército inglés. Este bando estaba conformado por dos grupos ideológicos muy dispares, los liberales y los absolutistas, unidos por el rechazo al invasor y el apoyo a Fernando VII.

El bando de la resistencia, ubicado en las zonas no ocupadas por el ejército francés, se organizó en juntas supremas provinciales para ejercer el gobierno. Más tarde se creó la Junta Suprema Central, que dirigió la guerra contra los franceses. Finalmente, la Junta Suprema Central traspasó el poder a un Consejo de Regencia, que actuaba en nombre de Fernando VII.

La guerra terminó con el Tratado de Valençay (1813), por el que Napoleón reconocía a Fernando VII como rey de España. Sin embargo, el conflicto se prolongó hasta 1814 en algunas zonas de Cataluña que seguían ocupadas por los franceses.

2.4 Comienzos de la Revolución Liberal

Paralelamente a la Guerra de la Independencia, el Consejo de Regencia establecido en Cádiz convocó las primeras Cortes. A diferencia del Antiguo Régimen, la convocatoria de las Cortes se basó en el principio de una asamblea única con un diputado por voto, independientemente del estamento al que perteneciera. Sin embargo, las clases populares no tuvieron representación en estas Cortes. En el Decreto de Constitución quedaron reflejados los principios de las Cortes: el apoyo a Fernando VII, la división de poderes y la soberanía nacional, que residía en las Cortes.

Las Cortes de Cádiz estaban conformadas en su mayoría por liberales, por lo que se produjo una revolución liberal burguesa que tuvo como objetivo crear un nuevo modelo de sociedad basado en la libertad económica, la igualdad jurídica y un sistema político parlamentario y constitucional.

Entre las medidas adoptadas por las Cortes destacan la liberalización económica, el reconocimiento de la libertad de imprenta y la supresión de la Inquisición. Sin embargo, la obra más importante de las Cortes fue la proclamación de la primera Constitución española en 1812.

2.4.1 La Constitución de 1812

La Constitución de Cádiz de 1812 fue el resultado del compromiso entre liberales y absolutistas. En ella se reflejan los siguientes principios:

  1. El principio de soberanía nacional.
  2. La nueva estructura del Estado: monarquía limitada y la división de poderes.
  3. La importancia de las Cortes y sus poderes como representante de la población.
  4. La creación de un fuero único para todos los ciudadanos.
  5. Los derechos fundamentales del individuo: igualdad ante la ley, sufragio (que no incluía a las mujeres), educación elemental, etc.
  6. La imposición del catolicismo como religión oficial y única.

En definitiva, la Constitución de 1812 fue el primer intento de racionalizar el Estado y el ejercicio del poder sobre la base de los principios liberales.

2.4.2 El sexenio absolutista

Tras su regreso a España en 1814, Fernando VII se enfrentó a la disyuntiva de aceptar ser un monarca constitucional o mantener el absolutismo. El Manifiesto de los Persas, un escrito redactado por 69 diputados partidarios del absolutismo, instaba al rey a rechazar la Constitución.

El regreso de Fernando VII con el Tratado de Valençay (1813) supuso la anulación de la Constitución de Cádiz de 1812, la restauración de la monarquía absoluta y la Inquisición, y la abolición de los derechos jurisdiccionales. La persecución de los liberales, quienes habían abogado por el regreso de Fernando VII y luchado contra los franceses, llevó a la creación de sociedades secretas que organizaron conspiraciones basadas en el pronunciamiento militar. Tanto el primer como el segundo pronunciamiento, protagonizados por Díaz Porlier y el General Lacy, respectivamente, fracasaron. Sin embargo, el pronunciamiento del Comandante Riego en 1820 provocó un cambio de dirección política y dio inicio al Trienio Liberal.

2.4.3 El Trienio Liberal

A comienzos de 1820, el comandante Riego se pronunció en Cabezas de San Juan, junto con las tropas españolas destinadas a América para sofocar las rebeliones, proclamando la Constitución de Cádiz de 1812. La expansión de la sedición obligó a Fernando VII a jurar la Constitución. Sin embargo, en la práctica, el monarca obstaculizó las reformas legislativas. La fragmentación de los liberales en moderados y exaltados no impidió la supresión de muchos privilegios del clero y la nobleza, como la supresión de los mayorazgos, la prohibición a la Iglesia de adquirir bienes inmuebles, el establecimiento de las bases para una desamortización de tierras eclesiásticas y la abolición del régimen señorial.

Durante este gobierno liberal, los absolutistas, con el apoyo del rey, trabajaron para restablecer el absolutismo mediante la sublevación de la Guardia Real, la organización de fuerzas guerrilleras y la creación de la Regencia de Urgel, que pretendía actuar como gobierno durante el Trienio Liberal.

Paralelamente, las potencias europeas absolutistas que habían vencido a Napoleón formaron la Santa Alianza. En el Congreso de Verona, la Santa Alianza acordó con Francia, donde se había restaurado la monarquía, la intervención en España con el ejército de los Cien Mil Hijos de San Luis. Este ejército invadió la Península sin apenas resistencia.

2.4.4 La Década Absolutista

Por segunda vez, Fernando VII restauró el absolutismo con el apoyo militar francés. Aunque se anularon todos los logros del gobierno del Trienio Liberal, esta etapa absolutista fue más moderada que la anterior y se emprendió una modernización administrativa. Al final de su reinado, Fernando VII se enfrentó a una doble oposición por parte de los liberales y los apostólicos.

3. Conclusiones

La Guerra de la Independencia abrió el camino al inicio del liberalismo en España gracias a la Constitución de 1812. Sin embargo, con el final del conflicto y el regreso al trono de Fernando VII se produjo un retorno al absolutismo y, por tanto, a una concepción de la política, la economía y la sociedad similar a la del Antiguo Régimen. Se disolvieron las Cortes y se derogó la Constitución. El reinado de Fernando VII estuvo marcado por la persecución de las ideas liberales. Todo ello supuso un retraso en el desarrollo de España en comparación con otras naciones europeas durante los siglos posteriores.

La muerte de Fernando VII en 1833 dejó abierto un conflicto sucesorio entre su hija Isabel y su hermano Carlos, que desencadenaría tres guerras civiles conocidas como las Guerras Carlistas.

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